CAPÍTULO 32
NERVIOS MATUTINOS
A
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Nicolás no le pareció ver al mismo hombre que, por la noche, le había acariciado el pelo y le había dado un beso. El hombre de ahora más bien parecía un orangután, preparado para atacarles en
cualquier momento. La luz del despacho estaba encendida; la mañana había
despertado ennegrecida.
—¿Quién me va a contar lo que pasó realmente, cuando Nico se tiró por la pendiente con el monopatín?—indagó
Blas, mirando las caras de sus oyentes— Quiero saber lo que pasó cuando Sandra
fue a decirle a Nico que viniera a casa.
La aludida carraspeó y, tras aclararse la garganta, relató al joven lo acontecido aquella desafortunada tarde. Cuando
terminó de hablar, el señor Teodoro estaba pensativo y enfurecido.
—¡No
entiendo nada! —gritó, colérico, dando un tremendo golpe sobre la mesa con
su mano derecha cerrada. Nicolás sintió verdadero miedo, sabía muy bien que a
él le esperaba la peor parte de aquel embrollo— ¿Por qué me contaste toda
aquella sarta de mentiras? —le reclamó a Sandra, irritado.
La joven volvió a carraspear, inquieta.
—Verás, Blas, los niños me
convencieron de que no te dijera la verdad —intentó excusarse—. Pensaban que no
les dejarías salir de casa si…
—¡Eso
es mentira! —la interrumpió Natalia, crispada e indignada— Fue idea tuya mentirle a
Blas. Nosotros no te dijimos nada.
—¡Claro
que me lo dijisteis! —reiteró Sandra no queriendo quedar en tan mal lugar
delante de su patrón.
—¡Callaros!
—ordenó el señor Teodoro levantándose de su silla, enfadadísimo. A todos les pareció ver a
un gorila agresivo.—No puedo entenderte, Sandra —dijo, decepcionado—. Tú eres
una chica adulta, ¿cómo es posible que te dejaras llevar por unos críos irresponsables?
A partir de hoy, no sé si voy a poder confiar en ti. No me gusta que me
mientan. ¿Sabes que el hombre que te atacó podría ser un violador? ¿Sabes que
si me hubieses contado la verdad, yo hubiera podido encontrarlo? ¿Sabes el daño que le hizo a Nico?
Sandra no pudo
con tanta presión y se echó a llorar, compungida. El señor Teodoro no se
compadeció de ella; estaba demasiado exacerbado y contrariado.
Nicolás
conocía la identidad del hombre que atacó a la chica y, que después, arrojó una
piedra a su frente. Pero no podía decir nada, tenía que aguardar a que Salvador
Márquez se marchara. Empezó a temer que cuando le contase toda la verdad a su
tutor, este le propinase unos buenos azotes por permitir que el marido de
Gabriela se fuera de la urbanización y saliera impune.
—Id a desayunar —ordenó el señor Teodoro, enérgico—.
Tú espera un momento, Nico. No tengas tanta prisa, contigo no he terminado —agregó con rudeza—. Para
desgracia tuya, eres al único que puedo castigar y pienso hacerlo—declaró,
destemplado.
Las niñas y
Sandra salieron del despacho; Nicolás no se movió del sitio y se quedó a solas
frente a su tutor. Les separaba el escritorio.
—Anoche te perdoné dos mil frases —comenzó
a decir el joven—, pero te las vuelvo a poner. Quiero que escribas: “No mentiré
ni ocultaré nada a Blas”. Cuando termines las frases, resumirás este tema. El señor Teodoro señaló una página de un libro
de texto de ciencias naturales. —Quiero un buen resumen y todos los ejercicios
bien hechos.
El niño
asintió, muy conforme.
—Ahora vamos a ir al baño y te curaré
la espalda —siguió hablando Blas—. Luego desayunarás y, seguidamente, volveremos
a mi despacho y me contarás qué ocurrió la otra tarde con Salvador Márquez.
Dijiste que me lo dirías hoy, el día veintiséis.
El joven
observaba al chaval y comprobó que sus últimas palabras lo habían inquietado
bastante.
—Te dije el día veintiséis, pero no te
dije a qué hora —se aventuró a
replicar el niño, muy nervioso.
El señor Teodoro no logró contenerse y reaccionó
de inmediato, salvó la distancia que los separaba y estiró una oreja del
chiquillo, con furia, haciendo que este se pusiera de puntillas. A continuación
le dio un sonoro cachete. Los ojos de Nicolás brillaron. Había
visto estrellas de todos los colores.
—¡No
creas que me vas a tomar el pelo! —exclamó su tutor, convertido en un
energúmeno— Sé lo que te propones, no soy ningún mocoso a quien puedas engañar.
Tú quie res esperar a
que ese hombre se vaya para contármelo todo, ¿verdad? ¡Pues no va a ser así! En
cuanto desayunes me lo vas a contar, por las buenas o por las malas. ¡Ahora,
camina hacia el baño!
El joven no sospechaba que se iba a enterar de
todo muy pronto, pero tarde.
Una vez
terminó de examinar la espalda de Nicolás, se dirigieron a la cocina. El
chiquillo se sentó con semblante consternado; su tutor, por su parte, presentaba un semblante
poco sociable y poco acogedor.
La señora
Emilia puso delante del muchacho un cuenco con leche y cereales. Sandra se
ausentó de la estancia tras ver la cara hosca del señor Teodoro; Patricia se fue
con ella, dispuesta a ayudarla en sus quehaceres. Quería demostrar a Blas que
era una buena trabajadora, y recuperar puntos a su favor después del mal rollo
de la pasada noche.
—Eres tonto —recriminó Emilia a
Nicolás—. Ahora tú eres el que va a pagar todos los platos rotos. Los demás se
van a ir de rositas. ¡No sé cuándo vas a aprender!
Blas la había
puesto al corriente de lo sucedido, antes de que los chicos bajasen a su despacho.
La señora Emilia ofreció un tazón de tila a su hijo, lo veía muy alterado. El
señor Teodoro lo cogió y salió a la terraza a tomárselo, su madre y Elisa le
acompañaron.
Las farolas
continuaban encendidas debido a que la mañana permanecía completamente oscura. Casi
parecía de noche; el cielo estaba cubierto de grandes nubarrones negros. Corría un
ligera corriente helada que mecía levemente el boscaje.
—Creo que vamos a tener una tormenta
seca —pro nosticó Blas,
contemplando la negrura de las nubes.
Nicolás.
Bibiana, y Natalia continuaban en la cocina, sentados alrededor de la mesa de
cristal. El chiquillo desayunaba con desánimo; le costaba un gran esfuerzo tragar la leche con
cereales.
—Tenéis que enteraros de cuándo se va
ese maldito Salvador —les dijo a las niñas, con premura—. Blas quiere que le
cuente lo que sucedió la otra tarde en cuanto termine de desayunar. No sé qué
puedo hacer. Me ha dicho que se lo voy a contar por las buenas o por las malas.
Natalia y
Bibiana se miraron, intranquilas, pensando en la pistola del señor Márquez.
—No se lo puedes contar hasta que ese
hombre no se vaya —declaró Natalia con firmeza. Miró su reloj—. Son las diez y
cuarto. No creo que tarde en marcharse si no se ha ido ya.
La niña
recordó que Estela había dicho que irían al banco y le daría dinero. Entonces el hombre desaparecería. El banco debía
abrir sobre las ocho y media. Tal vez ese individuo ya no se encontraba en la
urbanización. Tendrían que ir a averiguarlo.
Nicolás era víctima de una gran ansiedad, y comenzó a encontrarse verdaderamente mal. Su tez había adquirido
un tono amarillento, tuvo la sensación de que se estaba mareando y unas ganas
incontrolables de vomitar se adueñaron de su persona. Se levantó y corrió al
cuarto de baño, alzó la tapa del inodoro, se arrodilló en el suelo, sufrió
varias arcadas y arrojó el poco desayuno que había ingerido.
Natalia pensó
que el malestar de Nicolás le vendría de perlas para ganar tiempo. Blas nunca pegaría ni obligaría a hablar a su pri mo, si sabía que este se encontraba enfermo. Se asomó a la
terraza y vio a los tres adultos conversando.
—¡Emilia!
—gritó, consiguiendo que todos la atendieran— ¡Nico está devolviendo!
Blas fue el
primero en acudir a la cocina, dejó su tazón sobre el banco de mármol y pasó al
cuarto de baño. El chiquillo seguía arrodillado, sentado sobre sus piernas,
apoyaba los brazos en el borde del sanitario y escupía saliva. El señor Teodoro
le sujetó la frente y la parte posterior de la cabeza. El muchacho proseguía
escupiendo saliva. Blas presionó el botón de la cisterna y una gran cantidad de
agua cristalina limpió la taza. Ayudó a levantarse al niño y lo guió al lavabo
para que se limpiara la boca y se refrescara la cara.
—¿Estás mejor? —le preguntó.
—Sigo mareado —respondió Nicolás—,
pero creo que ya lo he vomitado todo. Se secó el rostro con una suave y sedosa
toalla de color rosa—. ¿Puedo salir a la terraza? —interrogó— Creo que
necesito respirar el aire de la montaña, eso me ayudará a despejarme.
El señor
Teodoro asintió y acompañó al niño al exterior. Nicolás se echó en una tumbona
y agradeció la brisa fresca que acariciaba su semblante. Emilia salió con una
manta nórdica y cubrió el cuerpo del jovencito.
—Voy a prepararte una manzanilla —dijo
la mujer—. Y no te destapes, Nico. Tumbado aquí fuera, te congelarás si no te
tapas.
El chiquillo
cerró los ojos, adormecido. Blas estaba más que desazonado, de este modo no iba a poder interrogar al muchacho. Anduvo hasta dar la vuelta a una esquina de la casa y fue a
mirar el camino desde la puerta de hierro. Comprobó que el coche rojo de Salvador
Márquez continuaba aparcado. Tal
vez Nicolás no tardara en espabilarse. Regresó al lugar donde el niño
permanecía en reposo. Natalia y Bibiana se movían de un lado a otro, incapaces de mantenerse quietas.
—Acabo de darle la manzanilla y ha
vuelto a quedarse dormido —informó la señora Emilia a su hijo—. Por lo menos,
no la ha vomitado. Elisa se ha ido a su habitación a terminar de arreglarla.
Blas observó a Nicolás, frustrado, por la imposibilidad de enterarse de una vez por todas de
lo sucedido la tarde del día de Nochebuena.
Natalia y
Bibiana esperaban que el crío tuviese la picardía de que, aunque se encontrara
mejor, no lo demostrara.
Todos oyeron
que alguien abría la puerta de la terraza y se acercaba con pasos presurosos.
No podía ser otro que un sofocadísimo señor Francisco para no perder la costumbre. Blas
llegó a pensar en la conveniencia de que el hombre se administrase algún calmante como lo hacía su esposa. ¡Siempre estaba
con los nervios de punta! Y exaltaba a quien tuviera a su alrededor. El
recién llegado miró a Nicolás con estupor.
—¿Qué hace ese endemoniado durmiendo a la intemperie? —preguntó, desconfiado— ¡Ya me han contado mis hijos
todas las barbaridades que hizo ayer amparado en nuestra ausencia! Recuerda que le
tienes que comprar un bozal al chucho de Gabriela, Blas.
—Nico se ha mareado —explicó el
aludido con paciencia—. En casa hace demasiado calor, tendré que bajar la
temperatura de la calefacción y no poner tanta leña en la chi menea.
—¡Ten cuidado con ese chaval!—advirtió
el señor Francisco, señalando a Nicolás—. ¡Un día de estos te va a dar un serio disgusto! ¡Te estoy avisando, Blas, lo
veo venir!
La voz alta
del hombre despertó a Nicolás que no se atrevió a mover ni un músculo. Era más ventajoso hacerse el dormido.
—¿Quieres un humeante tazón de tila,
Francisco? —preguntó la señora
Emilia, asomándose por la ventana de la cocina, harta de los chillidos de su
vecino.
El hombre
pareció asombrarse.
—¿Yo, tila? —balbuceó, perplejo—
Muchas gracias, Emilia. Pero no es necesario. Estoy más que sereno. ¡Faltaría
más!
¡Blas! ¡Tenemos que ir a prestar ayuda al pueblo! —dijo, súbitamente, dando un giro completo a la conversación— Me he enterado por Julia, la panadera. ¡Ha ocurrido una desgracia!
¡Blas! ¡Tenemos que ir a prestar ayuda al pueblo! —dijo, súbitamente, dando un giro completo a la conversación— Me he enterado por Julia, la panadera. ¡Ha ocurrido una desgracia!
Págs. 237-244
Como de costumbre, Blas me crispa los nervios, no lo puedo evitar. ¿Por qué no despide a esa estúpida de Sandra, en lugar de quejarse de que sólo puede castigar a Nico? ¿por qué no interroga más a fondo a las niñas, en vez de ensañarse sólo con el chiquillo?
ResponderEliminar¡Mira que hay maneras de querer!
Grrrrrrr
Besitos Mela.
Puede que tengas razón, pero Blas es como es y no lo vamos a cambiar ahora. De todos modos, creo que cuando un personaje nos entra mal es complicado cambiar de opinión.
EliminarBesitos para ti, Nena.
Hola Mela! reconozco que aunque el personaje de Blas me cae bien, es verdad que exaspera mis nervios jeje pero es cierto que no puedes cambiar a nadie de la noche al día, ni siquiera en una novela
ResponderEliminarMe tenéis entretenida Nena y tú con vuestros blogs ;)
Un beso!
Hola Lorena! Me alegro que estés entretenida.
EliminarBlas es un personaje que gusta o disgusta (no deja indiferente). Y de todos modos es muy difícil que alguien sea perfecto las 24 horas del día.
Sigamos conociendo la historia y a ver qué pasa...
Un beso para ti!
Aix el Sr.Francisco me hace muchísima gracia, y bueno, la cosa se pone interesante, cada vez hay más lios!!!!!
ResponderEliminarUn beso.
jajjajajajj Tengo que reconocer que me lo paso muy bien con el señor Francisco.
Eliminar¡Está tan loco! Pero, a la vez, me parece buena persona y que aprecia a Blas de verdad.
¿La cosa se pone interesante? Me alegro mucho.
Un beso para ti, Lidia!
Me ha gustado mucho este capítulo y me han contagiado sus nervios matutinos. También me río con el señor Francisco y Blas me gusta lo mire por donde lo mire. ¡Nos estás poniendo el listón muy alto a los hombres!
ResponderEliminarMe quedo esperando el capítulo 33 con muchas ganas y algo de preocupación.
Un abrazo, Mela.
Me alegra que te haya gustado el capítulo, que te rías con el señor Francisco y que te guste Blas. No es mi intención poner el listón alto o bajo, de verdad.
EliminarMe encanta que tengas ganas del capítulo 33 y un poco de preocupación. ¿Temes que algo va a pasar? Pues te lo adelanto, sí, algo va a pasar.
Un abrazo para ti, Anónimo.
De verdad, qué paciencia tiene este santo hombre!!!
ResponderEliminarBesos
jajjajajaj La gran verdad es que yo opino lo mismo!
EliminarBesos para ti, Silvia!
"Te dije el día 26 pero no te dije a qué hora" me pareció pareció absolutamente genial y muy coherente con la trama, pues Nico aguarda a que Salvador se marche. Y la desgracia en el pueblo... miedo me da, solo de pensarlo. Un beso
ResponderEliminarjajajajajaj Es que Nico es único para desquiciar a Blas.
EliminarSí, ha ocurrido algo en el pueblo...
Te espero en el próximo capítulo que ya te adelanto es un poquito fuerte.
Un beso, Mere.
Hola Mela, he venido a la estación a releer algún capítulo. Creo que publicas mañana, estaré al tanto. Me resulta muy simpática la comentarista Lorena Be-Bop, sus comentarios siempre están expresados con exquisita dulzura.
ResponderEliminarHasta mañana, hada escribiente.
Hola, Anónimo, empiezo a tener curiosidad de conocer tu nombre. Me extraña y me alegra que hayas entrado a releer algún capítulo. Sí, mañana publico. Supongo que de 9:30 a 10, una vez mi marido y mi sobrino se hayan ido. Estoy totalmente de acuerdo contigo con respecto a Lorena.
EliminarNos leemos mañana.
Llámame como tú quieras. Prefiero continuar en el anonimato si no te molesta.
ResponderEliminarPor supuesto. No me molesta en absoluto.
EliminarEste Sr. Francisco además de ser un histérico siempre es portador de malas noticias, qué habrá pasado ahora??? ya veo a Blas alejándose de la casa y a los niños mentiéndose en más líos, espero estar equivocada... Pero continuaremos leyendo, ya estoy intrigadísima por ver como se va desarrollando todo cuando se aclare.
ResponderEliminarBesitos!
jajajajajja Tienes razón FG, el señor Francisco es un histérico y siempre trae alguna mala noticia. Me encanta que estés tan intrigada.
EliminarBesitos!!
El Teodoro este...un sadico frutrado....
ResponderEliminarYo de Nico me iba a la inclusa de una vez...
Kikas, ¿qué te ha hecho Blas? Hay quien te puede querer arañar por expresar tu opinión jajajaja
EliminarQue se atrevan...
ResponderEliminar;-)
Tio odioso....
Buenos días, Kikas, tengo una mañana de aúpa. Acaban de llamarme por teléfono y casi salgo por él. ¡Pero qué prisas tiene la gente si he quedado a las 10:30!
Eliminar¡Qué osen arañarte! ¡Mira que llamar odioso a Blas! ¡Te van a mirar de reojo más de una!
Que desgracia será???? me dejas intrigada y con ganas de pasar a la siguiente pagina,pero antes te digo que es lo que decia recien Nico debe sincerarse! me voy no puedo contener las ganas de saber que pasó en el proximo capitulo!
ResponderEliminarjajajajaja Me hace gracia tu intriga. Para saber hay que leer jajaja
EliminarAh y Francisco necesita un balde de tilo no una taza!
ResponderEliminarjajajajaja Tienes mucha razón
EliminarSandra no aprende, todavía pretende seguir mintiendo..... que pasa ¿en "este lugar mágico" también hay crisis..? ¿teme perder su puesto de trabajo?.... jaja
ResponderEliminarY ahora Nico se pone malo.... (eso han sido los nervios...).
¿Que ha pasado en el pueblo...? uff, otra vez me voy con la intriga, mira que te gusta hacernos sufrir ¿eh?....jajaja
Mañana sigo.
Que pases un ¡¡feliz día del amor y la amistad!!
Muchos Besos
Hola Susana!! En Kavana también hay crisis, ya lo irás viendo.
EliminarMe encanta que te quedes intrigada jajaja
También te deseo un gran día de San Valentín.
Muchos besos!!!
Ah! gracias, no me había quedado con el nombre del pueblo o ¿es una ciudad?
EliminarBesos
Es un país europeo...( he ido a buscarlo, ¡está en la sinopsis)... ya me vale....Jajaja
EliminarBesos
Te lo aclaro enseguida. El pueblo donde están se llama Luna y el país se llama Kavana. La ciudad de Natalia, Patricia y Bibiana es Aránzazu; y la ciudad de Nico es Markalo que es la capital de Kavana.
EliminarEstos chiquillos cada vez enredan más las cosas, con tantas mentiras y medias verdades al final la van a liar buena.
ResponderEliminarBesos
Raquel
http://raqueljimenezbisuteria.blogspot.com.es/
Hola Raquel, me parece que tienes sobrada razón y es que las mentiras o medias verdades... ya se sabe.
EliminarFeliz lunes.
Besos
Ya me estaba pareciendo raro que no le castigara de nuevo XD faltaría más...
ResponderEliminarVeamos qué le pasa al nervio andante del vecino.
jajajajaja Es que me lo paso bien contigo... "nervio andante del vecino" jajajajaja
EliminarYa veo ya jajaja, yo también me lo paso bien leyendo esta historia ;)
EliminarMe alegra que te lo pases bien, de verdad.
Eliminar¿Cómo se llamaba ese juego de las recreativas de los años 80, que consistía en una nave espacial, al que le atacaban continuamente, cohetes desde abajo, y bolas de fuego, y meteoritos desde arriba? ¡Ah, si, el Scramble. Bueno, pues cada día de la vida de Nico es una partida de ese juego; )
ResponderEliminarGracias por visitar mi blog.
Besitos cordiales. ;)
Hola Antonio... siento responder tan tarde.
EliminarMe fui anoche a la playa y acabo de volver.
Pues menos mal que has dicho el nombre del juego... porque lo desconocía.
Es un placer visitar tu blog.
No sabía que los besitos podían ser incordiales ;-)
Francisco me pone de los nervios y eso que dice está tranquilo ¿cómo será cuando diga que está nnreisvioso?
ResponderEliminarBesos, hasta mañana!!
Pues la verdad es que no me puedo imaginar al señor Francisco nervioso... jajaja
EliminarBesos, hasta mañana!
Bueno llegados a este punto Blas me esta pareciendo poco inteligente
ResponderEliminarpoco intuitivo y no logra encontrar la verdadera verdad porque no quiere.
Sólo piensa en los castigos a pesar de todo lo que pasó en su despacho
con los cuatro.
Veremos que pasa con Salvador y su pistola
puede pasar de todo.
Inquietante capitulo Mikaela
te dejo besos debajo de esa manta nórdica.
Hola Cielo... El que Nicolás se haya mareado y vomitado es lo que impide que Blas haga todo lo posible por enterarse, de una vez, de lo que ocurrió
EliminarEs cierto, puede pasar de todo ;-)
Pues entonces me dejas unos besos muy calurosos ;-)