CAPÍTULO 8
NICOLÁS SE ENFADA
CON PATRICIA
E
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ntraron en el garaje y
dejaron sus abrigos colgados de una percha. En el salón, Blas, Elisa y Emilia
miraban la tele sentados en uno de los sofás. No había rastro de Bruno, de
Romeo ni de Julieta; se habían marchado.
La mesa alargada que,
anteriormente, rebosaba comida, ofrecía ahora un aspecto limpio y brillante.
La madera lucía lustrosa, sin huella alguna.
—¿Lo habéis pasado bien con Estela?—preguntó
Emilia a los niños. Todos asintieron.
—De categoría —proclamó Natalia—. Era agonizante
estar aquí, con el tío Bruno y los abuelos. ¿Qué estáis viendo?
—Parece una película de misterio —dijo
Elisa—, ya había empezado cuando hemos encendido la tele.
Los chiquillos
se acercaron y se sentaron sobre la alfombra, fijando su atención en la
película. El señor Teodoro se levantó y salió para cerrar todos los accesos a
la vivienda. Regresó al poco tiempo. Emilia había ido a la cocina y, pronto
volvió, transportando una bandeja con humeantes tazones de leche con cacao.
—Tomad un tazón cada uno —ofreció a
los chiquillos.
Las niñas lo cogieron en el acto, Nicolás protestó.
—Ya no me cabe nada más en el estómago.
—Coge un tazón enseguida, Nico —le ordenó Emilia, apremiante—, te van a caber muchas cosas en tu
estómago hasta que engordes unos cuantos kilos.
El niño suspiró y cogió un tazón con desgana. Seguidamente, Emilia ofreció
un tazón a Elisa y, otro, al señor Teodoro.
—¿Y tú, qué? —preguntó éste.
—Me lo he tomado en la
cocina —respondió la mujer.
—No me creo nada. Te va a crecer la nariz.
El joven dejó su tazón sobre la mesa de madera, con sobre cuadrado, que tenía delante de él; le quitó la bandeja a su madre y la depositó en la
alfombra. Luego, acomodó a la señora en su regazo.
—¡Suéltame, Blas y
respétame! —le regañó Emilia, fingiendo enfado.
Los niños dejaron de mirar la película y observaron la escena entre
madre e hijo. El señor Teodoro cogió el tazón que había dejado encima de la
mesa.
—Tú bebes la mitad y yo
beberé la otra mitad.
—Eres un canalla
chantajista. La mujer besó la frente de su hijo y bebió una parte de la leche.
—¿Satisfecho? —El señor
Teodoro asintió.
—Ahora, suéltame,
gamberro. El joven la liberó de su brazo y Emilia le propinó un cachete,
sentándose a su lado. El señor Teodoro bebió el resto de la leche.
—Mañana Blas, pondrá un abeto en el salón —anunció Elisa a los muchachos—. Y
vosotros, podréis adornarlo. También colocaremos un tablero con patas para
que pongáis el Belén. Blas colgará lucecitas alrededor de la casa.
¡Veréis, por la noche, qué alumbrado tan hermoso!
Los niños recibieron la noticia con ilusión.
Patricia y Bibiana tuvieron la grata sensación de que, en ese hogar, había
una auténtica familia y se sintieron integradas por completo.
—También
deberíamos adornar la casa de Estela —propuso Nicolás.
—Me
parece una idea estupenda —aplaudió Natalia, radiante.
Volvieron a fijar su atención en la película. Las
niñas estaban muy intrigadas con una escena donde una chica estaba siendo
perseguida. Nicolás aprovechó la ocasión para darles un buen susto por la
espalda; las tres muchachas saltaron, sobresaltadas, y en cuanto pudieron
reaccionar se abalanzaron sobre el chico dándole manotazos, pellizcos y
haciéndole cosquillas.
—¡Basta
ya, niñas, vais a matarlo! —salió Emilia en su defensa, riendo.
El señor Teodoro se levantó, cogió la bandeja y comenzó a recoger
los tazones. Vio que uno estaba prácticamente lleno.
—Nico,
¿no te has tomado la leche? —preguntó al chiquillo. La juerga de los jovencitos concluyó con aquella pregunta.
—Es
que no me apetece —se excusó el niño—, he comido mucho y creo que voy a
vomitar.
—¿Cómo
puedes decir que has comido mucho? —se extrañó Patricia—. Aquí casi no has
probado bocado, y en casa de Estela tampoco.
Nicolás lanzó a la niña una mirada agresiva.
—¿Acaso
has estado todo el tiempo vigilándome? —inquirió, molesto.
—Hey,
hey. ¿Qué forma de hablar es esa? Bébete la leche, ya —le ordenó el señor Teodoro, impaciente—, y ten menos humos.
Nicolás cogió el tazón y bebió su contenido,
lentamente, como si le costara un gran sacrificio. Una vez terminó, se
lo entregó al señor Teodoro. El hombre se fue hacia la cocina y su madre fue tras él. El señor Teodoro enjuagó los tazones en el fregadero y después los introdujo en el
lavavajillas.
—Nico
me preocupa —dijo Emilia en voz baja—, está muy delgado y parece tenerle manía
a la comida. ¿No padecerá anorexia?
—Tranquila,
mamá. Voy a vigilarlo.
La mujer asintió, muy seria. Su hijo salió de la cocina
y en cuanto volvió al salón, envió a los niños a dormir.
—¿No
podemos terminar de ver la peli? —protestó Natalia.
—Ni
siquiera la habéis visto empezar —alegó el joven—. Son casi las tres. Mañana os quiero a todos duchados, vestidos y desayunados a las diez.
¿No queréis montar el Belén y adornar el árbol? Tenéis que estar agotados; hoy
habéis ido al instituto, luego el viaje hasta aquí. ¡Venga, a la cama! Nico,
¿no me estás escuchando? —increpó
al niño que seguía mirando la película—. ¡Venga, tú el primero! ¡Y lávate los
dientes antes de acostarte!
El chiquillo se levantó del suelo alfombrado, dio un
beso a Elisa, otro a Emilia y otro a Natalia y salió del salón camino de su
habitación. El señor Teodoro apagó la tele.
—Creo
que Nico está enfadado conmigo —se lamentó Patricia—. A ti, Bibi, no te ha dado
un beso para no tener que dármelo a mí. Le ha sentado muy mal lo que he comentado
antes, debería aprender a tener la boca cerrada.
—No
te preocupes por nada —la tranquilizó el señor Teodoro—; no has hecho nada malo ni has
dicho ninguna mentira. Nico está cansado, eso es todo. Mañana será otro día y,
seguro, que se levanta de excelente humor. A la cama, señoritas.
Las tres niñas obedecieron y los adultos se quedaron
a solas.
—Tú también a la cama, mamá —ordenó, cariñosamente, el señor Teodoro a Emilia.
La mujer asintió, besó a su hijo y a Elisa,
seguidamente abrió una puerta del salón que conducía a su dormitorio.
—Estás
demasiado preocupado, Blas —dijo Elisa tras examinar su rostro—, todo va a
salir bien, ya lo verás. Debes relajarte.
—Eso
espero —suspiró el hombre—, pero no sé cómo explicarle a Nico ciertas cosas.
Creo que soy un cobarde porque me gustaría que estas navidades fuesen eternas.
Elisa se aproximó al señor Teodoro hasta sentirlo muy cerca.
Acarició su barbilla, ligeramente rasposa.
—Tú
no eres ningún cobarde —aseguró, mirándole fijamente a los ojos—. Eres un gran
hombre y Nico un gran chico. Todo irá bien.
Los ojos azabaches del señor Teodoro brillaron y parecieron sonreír a la chica. La tomó en sus poderosos brazos.
—A la
cama, señorita.
Salió del
salón sosteniendo a Elisa; subió las escaleras, abrió una de las puertas de la primera planta
y depositó a la joven sobre el lecho. Le dio un beso en la frente y
se marchó. Elisa cerró los ojos sintiéndose la mujer más dichosa del mundo.
El señor Teodoro entró en su propio cuarto, se
dirigió al baño y se lavó los dientes. Poco después se desnudó, se puso un pijama
y se metió en la cama. Estaba cansado y
precisaba dormir, pero comenzó a dar vueltas sin conseguirlo. Finalmente, optó
por levantarse y subió a la segunda planta. Encendió la luz del rellano y se
acercó a la habitación de Nicolás. No se oía nada. Abrió la puerta, con sigilo, y entró. Ayudado por la luz del descansillo pudo ver que el muchacho dormía
pacíficamente. Había apartado la sábana y la colcha que lo cubrían, debía tener
calor ya que la casa se encontraba muy caldeada. Sin embargo, en el exterior hacía un frío
intenso y se oía al aire que soplaba con violencia. El señor Teodoro se quedó
quieto, de pie, contemplando al chiquillo durante unos diez minutos. Antes de
marcharse se acercó a la cabecera de la cama; se inclinó con cuidado y besó,
suavemente, el cabello ondulado y alborotado del niño. Luego salió de la
estancia cerrando la puerta con precaución.
Págs. 53-58
Hay momentos en que pienso que las niñas son un poco mayores, catorce o quince años, pero supongo que es normal porque siempre son más adelantaditas que los chicos jijijiji. Me voy a por el otro capítulo.
ResponderEliminarUn beso.
Hola Lidia, tienes razón, las chicas suelen ser más maduras que los chicos. En este caso, las niñas pronto cumplirán los trece. Y Nicolás acaba de cumplir los quince. Se llevan apenas dos años. Patricia y Bibiana son más maduras por el tipo de vida que han tenido. Nicolás es muy niño e inmaduro; Natalia tampoco es demasiado madura. Gracias por seguir mi libro, me hace mucha ilusión que lo leas. Hasta pronto, empedernida lectora.
ResponderEliminarPobres Bibiana y Patricia, envidian una familia en condiciones, eso debe ser muy duro, sabiendo que, más pronto que tarde, volverán a su vida de siempre.
ResponderEliminarEstela y Blas tratan a Nico como a un crío de diez años, no como a uno de quince. Supongo que cuando la gente hace eso uno se vuelve más inmaduro.
Besos, Mela; y sepas que, aunque no en todos los capítulos deje comentario, seguiré leyendo hasta el final.
¡Ya echaba en falta tus comentarios, la verdad! Estoy convencida de que leerás el libro hasta el final. Supongo que habrás querido decir "Emilia"; te doy toda la razón. Protegen muchísimo a Nico y ello no favorece que el niño madure. Nico es muy crío. Y Bibiana y Patricia, desde luego, añoran una familia mejor de la que tienen. Vuelve pronto, Nena. Un abrazo.
ResponderEliminarMe paro a modo de marcapágina aquí.
ResponderEliminarMe está gustando mucho la historia, las familias...
Besos
Me encanta ver comentarios tuyos y me alegro de que te guste la historia. ¡Mis personajes también se alegran! Besos a ti.
EliminarMe causa tristeza ver esas niñas que envidian ese momento tan familiar cuando lo ven y lo comparten con su amiga y su familia, a pesar de que precisamente no es una familia muy singular sino más bien peculiar, sin embargo sabiendo como son sus hogares es hasta lógico... Me llama la atención esa mano dura por un lado de Blas con Nico y por otro esa especie de sobre-protección... Iremos leyendo...
ResponderEliminarBesitos!!! Me encanta!!
Hola FG!! Muy contenta de verte por aquí.
EliminarPatricia y Bibiana tienen unas pésimas familias y se sienten más a gusto en villa de Luna. Sí, Blas es duro con Nico y, a la vez, lo protege muchísimo.
Como bien dices, iremos leyendo y avanzando en la historia. E irás descubriendo todos sus secretos...
Muchos besos!!
Pobres Bibi y Patricia cocmo hn deser sus hogares pra sentirse enuna familia de verdad aqui que hay tanto conflicto.Blas me resulta un peronaje muy atractivo,sus miedos me muestran su lado blando,sus sentimientos,ama a Nico aunque se muestre como demasiado recto,,tipica actitud paternal,uno debe educar con firmeza ,más a un adolescente ,pero con un profundo amor dentro.Me surge una duda y es si Elisa ama a Blas? pues hay que seguir leyendo!!! un abrazo!
ResponderEliminarHola Hada Isol!! Dices muy bien, hay que seguir leyendo e irás contestando a todas tus preguntas que, por cierto, me encantan.
EliminarSí, las pobres Patricia y Bibiana no tienen buenas familias y están necesitadas de un hogar. Blas Teodoro es un personaje que no deja indiferente a los lectores; gusta o disgusta. Lo de Elisa lo acabarás sabiendo.
Un abrazo muy muy fuerte!!
Ya he vuelto.Gracias por tus palabras Mela.
ResponderEliminarComo ya te dije...Blas Teodoro me tiene dando vueltas en la relación con Nicolas,ya,ya sé, que pronto iré averiguando todo.....seguiremos leyendo.
Por cierto, no viene al caso, pero ya me hubiera gustado que al llegar a casa estos dias de fiestas, me hubiese pasado como a los chicos,"la mesa rebosante de comida,ahora ofrecía un aspecto limpio y brillante..." jajaja
¡¡Feliz Año!!
Besitos
Hola, guapetona!! Me alegra mucho verte por la estación y espero que hayas pasado unos días estupendos.
ResponderEliminarSí, estos chicos tienen mucha suerte jejeje
¡Muy Feliz Año!
Besitos.
Me respetarás.....
ResponderEliminarGran escena de "amanece que no es poco..."
jajajaja No conozco esa escena y me desorienta este comentario. ¡Si es que me va a tocar sudar para entenderte! Supongo que te refieres a la escena entre madre e hijo, o sea, entre Emilia y Blas.
EliminarUn abrazo, Kikas.
Me huelo que Nico y Blas son parientes cercanos, muy cercanos ;)
ResponderEliminarAquí tengo que mantenerme firmemente callada. No te puedo decir nada jejeje
EliminarTal vez tu olfato esté muy bien encaminado, tal vez no.
Lo acabarás averiguando.
Besos
Es que si físicamente se parecen tanto, y tienen tanto apego el uno del otro... Pero bueno, seguiré leyendo para confirmarlo ;)
EliminarEs que yo no puedo desvelar nada del libro, lo tenéis que ir descubriendo página a página, capítulo tras capítulo. Lo único que puedo hacer es explicaros algo que no entendáis.
EliminarCambiando de tema, cuando a ti te descubran te saldrán seguidores y comentarios hasta por las orejas, ya lo verás. Que tarden un poco en descubrirte porque me encanta lo ancha que me siento en la "Ley de Estelle" jaja Cuando domine este blog ya rastrearé los otros dos.
Lo sé, tampoco pretendía que me adelantaras nada, pero soy así de curiosa XD
EliminarSinceramente, no me preocupa demasiado que Ley de Estelle se descubra, me interesa más mi blog de uñas, pero me alegra que te guste visitarlo :)
.Estelle.
Me encanta tu blog de las uñas, estás hecha una artista. El otro día me atonté con las uñas Milka. Sé que has publicado en "Ley de Estelle", no me acostaré sin ir. Voy un poco loca hoy.
EliminarBesos
Esta familia, sin aquellos indeseables, si que está unida :) Me alegro de que Bibiana y Patricia puedan disfrutar y sentirse a gusto, seguro que en sus casas todo es más difícil. Blas se nota que tiene un gran corazón ^^
ResponderEliminarEstoy muy de acuerdo con tus reflexiones. Bibiana tiene un padrastro bastante mezquino e indeseable. La madre de Patricia ejerce la profesión más vieja del mundo en su propio hogar. Estas vacaciones de Navidad van a respirar muy a gusto lejos de sus asfixiantes casas y familias.
EliminarBlas es un tesoro muy grande.
Besos, Siwan!!
Se marchan los "lobos" y llega la tranquilidad. A ver, lo que dura.
ResponderEliminarPor cierto, tengo una duda. He organizado un blog, como el tuyo. O sea, con los casilleros debajo de la cabecera. Pues bien, al mirar en las estadísticas del blog, pone que los visitantes solo han mirado la página principal. Eso me parece extraño ¿Te pasa a tí, lo mismo?
Saludos.
No sé si durará mucho la tranquilidad.
EliminarYo solo miro el número de visitas y si tengo algún comentario por moderar.
Pero, ya que me lo has dicho, me he fijado que en "entradas" sí salen los capítulos que se leen
¿Te has fijado si las visitas en las "menciones" salen reflejadas? Me ha dado la impresión de que las estadísticas del blog solo reflejan las visitas en la página principal.
EliminarTambién salen reflejadas... las mías salen en páginas.
EliminarGracias por tu ayuda, creo que ya encontré el fallo. No debo crear páginas nuevas, sino crear enlaces a las entradas.
ResponderEliminarPues me parece que sí.
EliminarEs que, a mí, me abrió el blog mi amiga y no creas que tengo mucha idea
Mela, cariño, Nico tiene mucho carácter como Helena porque Helena tiene carácter. ¡¡¡Ay que gracia!!!
ResponderEliminarBesitos.
Sí, ambos tienen carácter... pero Helena tampoco sale en este capítulo
EliminarBesos
Bella secuencia de unidad en este capitulo, de esa calma
ResponderEliminarcuando se ha superado una pequeña tormenta, digo pequeña
porque imagino que vendrán huracanes.
El final me ha parecido bello, gran gesto de Teodoro.
Te ha quedado muy poética esa escena Mela.
Un beso y hasta mañana.
Hola Cielo... Estás en lo cierto, vendrán huracanes... por cierto, donde vivo está soplando el aire muy fuerte ;-)
EliminarMe alegra que te haya gustado esa escena
Un beso, y hasta mañana