CAPÍTULO 30
SALVADOR MÁRQUEZ ATACA A NATALIA
Y PATRICIA HACE EL RIDÍCULO
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alvador Márquez vio a Nicolás,
a Natalia, y a Bibiana, dirigirse hacia la pista de tenis. El hombre estaba en el
primer balcón de la casa de Estela; los niños no se dieron cuenta de que sus pasos eran observados. Posteriormente, el individuo vio pasar a Jaime y a Julián hacia
villa de Luna. Un rato después volvió a ver a Nicolás, cuando el chiquillo
corría hacia casa tras recibir la llamada de Blas.
“Las
zagalas se han quedado solas”, pensó, “Voy
a dar un paseíto”.
El ex marido
de Gabriela bajó al camino y se presentó en la pista de tenis. Las niñas no
estaban jugando; se habían sentado en el suelo y conversaban, preocupadas, por
la suerte de Nicolás.
Natalia fue la
primera en ver al hombre, que avanzaba hacia ellas. Se levantó de inmediato. Bibiana
también se levantó en cuanto se percató de su llegada.
—¿Qué hacéis aquí tan solitas? —preguntó
Salvador, contemplando a las muchachas de un modo libidinoso— Ya es muy de noche para que dos niñas tan
guapas vagabundeen. Podría asaltaros cualquier canalla.
—¡Déjenos en
paz! —exclamó Natalia con valentía— ¡En esta urbanización, el único canalla
que hay es usted!
—¡Vaya! Tú eres una gata con uñas
afiladas —rió el hombre.
Se aproximó
más a la niña y le asestó un bestial bofetón, que provocó que Natalia cayera al
suelo.
La chiquilla se tapó con una mano la mejilla dañada.
—Eso es para que aprendas modales,
ramerilla—notificó el muy cobarde. Jamás se hubiera acercado a la pista de
tenis si no hubiese sabido que Nicolás no estaba—. Y mucho cuidado con contar
nuestro encuentro al tal Blas o a su hijito, porque tengo una pistola y, si se
acercan a casa de Estela, les meto un tiro entre ceja y ceja —amenazó,
volviendo a reír. Estaba claro que aquel hombre seguía pensando que Nicolás era
hijo del señor Teodoro.
Seguidamente
se marchó, satisfecho de su hazaña. Bibiana ayudó a levantarse a una Natalia dolorida y con ojos llorosos. Examinó el rostro de su amiga, tenía un carrillo muy rojo y
parecía algo hinchado. Natalia temblaba de ira, impotencia, y miedo.
—¿Qué vamos a decir en casa, Nat? Tu
mejilla tiene un aspecto horrible.
—Que estábamos jugando al tenis y, sin
querer, me diste un golpe con una pelota. Eso es lo que diremos —respondió Natalia,
mecánicamente—. No podemos decir la verdad; ese guarro podría matar a Blas o a
Nico. ¿No has oído que tiene una pistola?
Bibiana
asintió, conforme con el plan.
—Espero que llegue pronto mañana, y
ese salvaje se marche para siempre—declaró, angustiada.
—Espero que no les haga nada
irreparable a Estela o a Gabriela antes
de irse —se inquietó Natalia—, o a Hércules.
Ambas niñas se
quedaron un rato más en la pista de tenis. Una ligera brisa comenzó a mover las hojas de los árboles, y las pequeñas pelotas amarillas con las que los niños habían jugado, rodaban pausadamente por el suelo. Finalmente, vencidas por el frío y el desánimo, se encaminaron hacia villa
de Luna. Cuando pasaron por debajo de la casa de Estela, vieron al hombre en el
balcón, fumando un gigantesco puro.
—Buenas noches, putitas —saludó el
hombre, mirándolas con lascivia—. ¿No os gustaría pasar la noche conmigo, en mi
camita? A Gabriela no le importaría, la tengo bien enseñada. Os daría mucho placer.
Las muchachas
no contestaron, y siguieron adelante con el corazón en un puño. Entraron a
villa de Luna por la puerta principal y accedieron al salón. Nicolás permanecía
en el sofá, con la cabeza apoyada en la falda de Emilia. Blas se había ido a la
cocina. La señora Sales enseguida vio la mejilla lastimada de
Natalia.
—¡Por Dios Santo! —exclamó— ¿Qué te ha
pasado, Nat?
La niña no
pudo contenerse y se echó a llorar. Nicolás se levantó, de un salto, al oír el
llanto de su prima. Se aproximó a la muchacha que se abrazó a él, acongojada.
—¿Qué ha ocurrido, Nat? —indagó el
chiquillo, alarmado.
Al señor
Teodoro le pareció escuchar que Natalia estaba llorando. Apareció, de
inmediato, en el salón.
—Estábamos jugando al tenis y le he golpeado con una pelota —mintió Bibiana, con un hilo de voz—. ¡Vaya! Nos
hemos dejado las raquetas y las pelotas en la pista. Iré a buscarlas.
—No hace falta —dijo Blas—. Ya las recogeréis mañana. Nadie os las va a quitar; es tarde y vamos a cenar.
A continuación, observó el rostro de Natalia.
—¡Menudo pelotazo! —exclamó— Deja de
llorar, Nat, tienes que ser una campeona. Sé que debe dolerte bastante. Después de cenar te podrás tomar un
analgésico. Eso te aliviará.
Elisa acudió
al salón, y acompañó a la muchacha al cuarto de baño para curarla y calmarla.
—Blas, ¿no deberías cerrar ya las
puertas? —preguntó Bibiana. Temía que
Salvador Márquez pudiera entrar, revólver en mano, con el malvado propósito de dispararles— Estamos todos en
casa, y es de noche.
Al señor
Teodoro le sorprendió la sugerencia de la chiquilla. A Nicolás también le
pareció extraño.
—¿Tienes miedo a algo, Bibi? —preguntó
el muchacho.
—No, claro que no —negó la aludida—.
Pero estamos todos en casa y veo absurdo tener las puertas abiertas.
—Está bien —accedió Blas—, ahora mismo
lo cierro todo.
Dicho esto, salió a cerrar el garaje y la puerta principal. Seguidamente volvió a
la cocina y, también, cerró la puerta. Emilia fue a ayudar a su hijo a seguir
con la preparación de la cena.
—Me ha parecido raro lo que te ha
dicho Bibi—comentó.
—Debe estar asustada por lo que le ha
ocurrido a Nat —repuso Blas.
La mujer no se
quedó muy convencida con esta aseveración, pero no dijo nada no queriendo
inquietar al joven.
Elisa curó con
mucho mimo la mejilla de su sobrina; cuando salieron del cuarto de baño, la
niña se dirigió al salón y su tía a la cocina.
Natalia se
sentó junto a su primo y se abrazó a él, apoyando su cabeza sobre el pecho del
chico. Así, de ese modo, se sentía protegida. No quería separarse de él ni un
milímetro.
—¿Te duele mucho, Nat? —preguntó
Nicolás.
—No, no me duele mucho —respondió la
niña, débilmente.
—Tienes que ser valiente —la
reconfortó el chiquillo—. Si la pelota te llega a dar en la frente, te hubiese
salido un chichón parecido al que me salió a mí —añadió, bromeando y, dando un
beso en la mejilla malograda de la pequeña.
Bibiana
observaba a la pareja, a simple vista transmitían que se querían mucho. ¿Qué pasaría cuando descubrieran que no eran
primos? Comprendió que ella no tenía nada que hacer, pero se conformaría con ser
amiga de Nicolás. Aquello le bastaría para ser feliz. Nunca intentaría
rivalizar con Natalia porque también era su amiga. Aunque, seguramente, ambas
tendrían que consolarse mutuamente porque después de las fiestas navideñas, tal vez no
volviesen a ver al muchacho, ya que éste tendría que marcharse con su verdadero padre.
—¿Te ha pegado Blas? —preguntó Bibiana
al chaval, fijándose en que sus ojos estaban enrojecidos. Debía haber llorado.
—No —negó Nicolás—. Pero mañana me voy
a pasar el día escribiendo. Me ha asegurado que me va a doler la mano.
El
muchacho hizo una mueca de disgusto. Natalia oyó aquello y se alegró
interiormente. Era preferible que Nicolás estuviera en casa hasta que ese
maldito Salvador abandonase la urbanización.
En aquel
momento entró en el salón, Patricia. Nicolás quedó atónito en cuanto
la vio. Se había puesto un vestido corto de Natalia, y
como la chica era más alta, los muslos de sus piernas estaban totalmente
descubiertos. Calzaba unos zapatos de tacón alto y llevaba unas medias
brillantes. Sus ojos, su rostro, y sus labios, estaban exageradamente pintados. El cabello, moreno y rizado, lucía recogido como si fuese a asistir a una
boda. O como si fuese la propia novia.
Nicolás no
pudo contenerse y estalló en estrepitosas carcajadas, olvidando sus anteriores cuitas. Natalia y Bibiana no se
unieron a sus risas ya que no estaban de humor.
El señor
Teodoro oyó las escandalosas risotadas del muchacho, se sorprendió y se
aproximó al salón.
—¡Pareces una nueva Sandra! —se burló
Nicolás— ¡Ten cuidado al agacharte, vas a enseñar las bragas!
—¡Nico!
—gritó su tutor, iracundo— ¡En cuanto termines de cenar, te vas directo a la
cama!
Al niño se le
cortó la risa en el acto y se puso bien formal. El señor Teodoro no podía creer
lo que estaba viendo. ¿Se había vuelto
loca Patricia? La niña le sonrió.
—He querido arreglarme bien para la
cena —explicó—. Creo que es importante estar elegante y bonita en cualquier
momento del día.
El señor
Teodoro asintió, perplejo.
—Me parece que ese vestido te queda
excesivamente corto —comentó—. ¿Y no crees que eres un poco pequeña
para maquillarte?
—Claro que no —contradijo Patricia—.
Nat me dijo que Nico ha cumplido quince años hace unos días, y yo cumplo los trece el próximo mes; en enero.
Nat y Bibi cumplen los trece, en marzo. Prácticamente nos llevamos dos años con Nico. Y las chicas somos mucho más maduras y espabiladas que los chicos.
El señor Teodoro no acabó
de entender los razonamientos de la chiquilla.
—Bueno, si te sientes cómoda de esta
forma, haz lo que gustes —manifestó, yéndose hacia la cocina.
Patricia
resopló, decepcionada. No le pareció que Blas se hubiese quedado prendado al
verla.
—Deja de hacer el ridículo— le dijo
Nicolás—. Cámbiate de ropa y lávate la cara.
Patricia se
acercó al sofá donde estaba sentado el chico. Su mirada era peligrosamente rabiosa.
—Cállate, gilipollas —le insultó en
voz baja—, eres un hijo de puta.
Nicolás,
Natalia, y Bibiana, recibieron tal impacto que enmudecieron. Patricia estaba
acostumbrada a oír y a decir palabrotas; en Villa de Luna se controlaba puesto
que se había dado cuenta de que allí no se manejaba ese tipo de lenguaje.
—Deberías decirle a Blas lo que acaba
de decirte esta desgraciada —dijo Natalia a Nicolás.
—Da igual —declaró el agraviado—, no
soy un chivato.
Había
percibido rencor en la mirada de Patricia. ¿Por
qué razón le detestaba tanto?
—A partir de ahora no voy a ser tu
amigo, Paddy —manifestó—. No vuelvas a hablarme. Y si no te doy un
tortazo, no es porque seas una chica. No te voy a dar el gusto de que Blas me
pegue o me castigue por tu culpa.
Entonces
Patricia se fijó en la mejilla roja y amoratada de Natalia, y en los ojos
enrojecidos de Nicolás.
—Por lo visto ya le has dado un
tortazo a Nat —dedujo la niña—. Y Blas
ha debido pegarte, porque tú has llorado.
—¡He llorado de risa al verte, idiota!
—exclamó Nicolás, enfadado.
Patricia se
quitó el zapato e intentó golpear, con el tacón, la cabeza del chiquillo. Éste
le sujetó la mano por la muñeca. Elisa entró en el salón para poner la mesa y
vio la pelea de los niños.
—¿Qué estáis haciendo? —les increpó a
media voz, procurando que el señor Teodoro no la oyera—. Dejad de hacer tonterías.
Nicolás soltó
a Patricia, y ésta se calzó el zapato.
—Id a lavaros las manos — les indicó Elisa con suavidad—. Vamos a cenar ahora mismo.
—Eres una cerda —susurró Natalia a
Patricia—. Dejaremos de ser amigas en cuanto regresemos a Aránzazu. ¿Cómo es posible que no me haya dado cuenta de lo falsa que eres hasta ahora?
—¡No es lo mismo ser compañeras de clase que compartir casa, estúpida! —exclamó Patricia bisbiseando, con el rostro deformado por la ira que sentía.
—¡No es lo mismo ser compañeras de clase que compartir casa, estúpida! —exclamó Patricia bisbiseando, con el rostro deformado por la ira que sentía.
Págs. 221-228
Mela, creo que se apróxima alguna fatalidad y señalo como principales culpables a Sandra y a Gabriela... las mentiras no conducen a puerto bueno.
ResponderEliminarUn capítulo más que me deja con ganas de más. Me pasa desde el capítulo 1 y no me había ocurrido con otra lectura antes.
Un beso, hada escribiente
Hola, Anónimo, estoy encantada de que te quedes con ganas de más porque ésa es muy buena señal. Y muchas gracias por tu bonito comentario, me hace sonreír.
Eliminar¿Qué se acerca una fatalidad? Puede ser, y puede ser que tengas razón respecto a Sandra, a Gabriela, y a las mentiras.
Gracias por venir a comentar, un abrazo muy fuerte.
Un capítulo muy entretenido, Mela, me lo he pasado muy bien.
ResponderEliminarNo hace falta que repita lo que me parece Salvador, y Patricia... bueno, se ha vuelto loca, aunque lo peor es su fondo. No me gusta.
Un abrazo.
Hola, Nena!! Me alegra que te lo hayas pasado bien leyendo el capítulo. Y ojalá sea así hasta el final. Yo también me lo paso muy bien leyendo tu libro.
EliminarPatricia se ha puesto un poquito loquita, sí.
Un abrazo muy muy fuerte.
Caramba, Mela, esto está ¡qué arde! La tensión crece por momentos ¿qué pasará ahora? Vaya, que nos tienes en ascuas... Sigue así, un beso
ResponderEliminar¡Hola, Mere! ¡Y no sabes cuánto me alegro de que estéis en ascuas! ¡Y lo que disfruto!
EliminarNo te creas, que también tengo ganas de que llegue el viernes para leerte.
Un abrazo muy fuerte!!
Mela que genial este capítulo! Ese ser se podía quemar la lengua con su puro jeje así dejaría de decir cosas tan obscenas y con tan mal gusto
ResponderEliminar¡A la espera del próximo! :)
Besos
Hola, Lorena!! ¡Qué alegría me has dado!
EliminarNo estaría nada mal que se quemara la lengua con el puro jajajajajaj
A la espera del próximo querida Lorena!!
Bueno, qué indignación y que pena que no se haya caído por el balcón el imbécil este...
ResponderEliminarMe he cabreado y todo!!!! espero que no tardes...
Besos
¡Ay, qué gracia! ¿Quieres que Salvador se caiga por el balcón? ¡Y te has cabreado!
Eliminar¡Me encanta que viváis la historia! Sí, Salvador Márquez es un hombre abominable.
El viernes, si Dios quiere, tendrás otro capítulo.
Un abrazo muy muy fuerte!!
Mela, perdón por volver a comentar. Yo soy hombre y también me parece mezquina y ruin la actitud de Salvador. Me quedo más tranquilo si digo esto. Un abrazo.
ResponderEliminarHola, puedes comentar cuando quieras y cuanto quieras. ¡Nada de pedir perdón, me hacen ilusión vuestros comentarios!
Eliminar¡Bueno, en este momento eres el único hombre que tengo comentando y eso me gusta!
Así tengo opiniones masculinas y femeninas. Y es muy lógico que la actitud de Salvador no te guste tampoco. En ningún momento lo había dudado.
Un abrazo.
Ya le tengo ganas al psicópata del Salvador, ya está empezando a demostrar un poco más quien es. Y el pobre Nico, es lo que digo siempre parece el Pupas, pero hoy las chicas también han recibido lo suyo......
EliminarUn beso Mela, hasta el próximo capítulo.
Hola Lidia, te estaba esperando. Salvador está levantando ampollas. Desde luego es un mal tipo. Y el pobre Nico, el Pupas jajjajajaj Menudo nombre le has puesto!!!
EliminarOtro beso para ti y hasta el próximo!!
¡Vaya, vaya con Salvador Márquez! Un tipo peligroso y muy desagradable.
ResponderEliminarLo de Patricia es normal ¡la adolescencia!
Nos vemos en el 33, Mela!!
Hola Oskar, estoy de acuerdo. Salvador es muy peligroso y Patricia,una adolescente. jajajaj Nos vemos en el 33!!
EliminarUfff ese Salvador ya se veía un tipejo de mala calaña pero menudo rato tan desagradable. Y ay ay las niñas!! cuando la adolescencia hace acto de presencia a veces se dicen cosas que no se piensan, pero seguro que no pasa de ahí... Espero.
ResponderEliminarMe encanta como sigue la historia.
Besos!
Hola FG!! Salvador está claro que es una mala persona. Patricia tiene muy mala enseñanza por parte de su madre que es prostituta y, mira, se ha desbocado un tanto.
EliminarMe alegra que te guste la historia.
Besos!!
Si tú quieres que en la página principal indique que has dejado un comentario en el capítulo 30, dímelo. Hay lectores que quieren conocer las impresiones de los compañeros que van por detrás.
NO hay problema en esto que me dices de la página principal, tú haz como quieras pues yo también suelo leer a los otros que han dejado comentarios.
EliminarBesitos y feliz finde!!
Querida FG, muchas gracias por contestarme.
EliminarDe todos modos ya he tenido varias criticas por este motivo y voy a seguir como hasta ahora.
Es que cada persona es un mundo y no quiero líos.
Contestaré a todos los comentarios, por supuesto, y quien quiera ver comentarios de capítulos anteriores que vaya a mirarlos por su cuenta.
Un besazo y perdona el jaleo.
Como llevarte a dos amigas de finde y acabar todas tarifando...
ResponderEliminarjajajaja Otra vez tengo que estar de acuerdo contigo, ¿será contagioso como habías dicho? ¿O lo estás haciendo adrede?
EliminarPor supuesto, siempre se en lo que estas pensando, claro...;-)
ResponderEliminarjajaja No, claro, eso no es posible. No puedes adivinar mi pensamiento.
EliminarBuenos días, Kikas!!! Es lunes, comenzamos semana, te la deseo muy buena. La he comenzado sonriendo.
Me subestimas...a lo mejor puedo
ResponderEliminar;-)
Pues... ¿sabes qué te digo? En ti no me extrañaría.
EliminarVaya tensión que hay en esa casa, y el Salvador ese, por favor haz algo rápido con él pronto y que sea doloroso, que no le soportooooo...
ResponderEliminarBesos
Raquel
http://raqueljimenezbisuteria.blogspot.com.es/
jajajaja A lo mejor tus deseos se hacen realidad, solo a lo mejor.
EliminarEncantada de leerte, Raquel. Tengo que coger tu imagen y llevármela al lateral. A ver si de hoy no pasa.
Besos!!!
Muchas gracias por poner el banner, eres un cielo.
EliminarRaquel
http://raqueljimenezbisuteria.blogspot.com.es/
Hace tiempo debí ponerlo, pero entre unas cosas y otras no se hace lo que se debe.
EliminarTú sí que eres un cielo.
Y pensaba que ya había visto todo sobre el mezquino de Salvador, grrrr.... a ver sí se va, de una de una vez por todas y deja en paz ha tod@s.
ResponderEliminarMuchos besos
Vamos a ver qué pasa con Salvador Márquez...
EliminarMuchos besos!!!
Sé que has actualizado y me muero por ver tu entrada romántica jaja
Que malvado y degenerado es Salvador! un cerdo! logra atemorizar a los niños y se sale con al suya es un cobarde,porque no se mete con adultos?
ResponderEliminarPatricia está mal,pobrecita,va a perder a sus amigas por algo que nunca tendrá.
Salvador Márquez es un mal hombre y peligroso. Y cobarde, tienes razón.
EliminarPatricia se ha encaprichado de Blas, tiene muy mala enseñanza en su casa, su madre es prostituta y los clientes van al mismo domicilio... un desastre.
Madre mía... No se me ocurre otra cosa que decir XD
ResponderEliminarBueno, lo que dices es muy descriptivo, está claro que te has impresionado.
EliminarBesotes
Es que ha sido como si Patricia hubiera llevado una máscara todo ese tiempo, y al quitársela se convirtiera en Hulk XD
EliminarEsas cosas ocurren... Muchas personas te acaban decepcionando y no puedes comprender cómo es posible que no te dieras cuenta de cómo eran realmente...
EliminarHay gente que es muy hipócrita. O gente envidiosa... en fin.
Ya, es la historia de mi vida, qué me vas a contar...
EliminarPues lo siento mucho, Estelle, porque esas cosas duelen.
EliminarDicen que los golpes te endurecen, casi mejor no endurecer tanto.
Te endurecen hasta cierto punto, porque yo personalmente ya estoy cansada y cada vez me cuesta más confiar en alguien. Pero bueno, la vida sigue.
EliminarDesde luego que la vida sigue y seguro que conocerás personas que merecerán la pena... estoy convencida.
EliminarUn besote
Anda, tenemos a un pederasta en la historia. Estos tíos suelen ser pesaditos y obsesivos.
ResponderEliminarLlevaba un tiempo sin venir. Dichoso Twitter. Lo usé para promocionar mis blogs, y al final, nada. Parece que lo uso inadecuadmente.
Besitos.
Hola Antonio... Salvador Márquez será un poco pesado, sí.
ResponderEliminarNo sé qué decirte... no me gusta nada el Twitter ni el Facebook.
Da tiempo al tiempo... poco a poco los conocerá más gente.
Besos
Ese tal "Salvador" es un cobarde abusón que se ampara en el miedo de los indefensos, espero que no haga ninguna locura más peligrosa aún antes de irse!
ResponderEliminarVoy a ver...qué pasa...y qué le ha pasado a Patricia? con esas pintas a esa edad y tan poca cabeza! mala cosa.
Hola María... Has definido a Salvador de un modo impecable... ya veremos qué pasa antes de que se vaya
EliminarPatricia quiere gustarle a Blas al precio que sea... lo cierto es que en su casa no recibe un buen ejemplo por parte de su madre
Muy Feliz 2015!
jajaja muy divertida la secuencia de Patricia y esa transformación.
ResponderEliminarY lo que se avecina con la amenaza de Salvador.
Sigo y te persigo.
Me alegra que te haya divertido la secuencia de Patricia ;-)
EliminarVoy a tener que correr si me sigues y persigues ;-)