CAPÍTULO 15
UN PAR DE
DETECTIVES
U
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na vez se quedó a solas con Nicolás lo miró como si
quisiera devorarlo.
—O sea, que tu
prima que es tres años menor que tú, tiene más conocimiento —determinó el hombre
con voz crispada—. Métete en la cama y procura mañana no retrasarte.
El joven salió del cuarto cerrando la puerta
de un soberano portazo. Casi al mismo tiempo se oyó un tremendo y ensordecedor
trueno. Nicolás propinó varios puñetazos a la almohada. Natalia se había pasado muchos pueblos. ¿Qué demonios le sucedía?
El muchacho no consiguió volver a dormir; dio
vueltas y más vueltas en la cama. Harto, se levantó diez minutos antes de que
sonara el despertador. Tenía sueño y estaba cansado. Hizo su cama de mala
gana, deseando volver a acostarse. Se dirigió al cuarto de baño, se duchó y
procuró dejar la estancia muy reluciente.
A las diez menos veinte entró en la cocina. El
señor Teodoro estaba allí, preparando los desayunos. Se había levantado
temprano y había salido a correr; luego cortó leña que dejó amontonada en la
leñera.
—Buenos días —murmuró Nicolás, sentándose en
una silla.
—Buenos
días —contestó el señor Teodoro y le puso delante un cuenco con leche y
cereales. Se sentó al lado del chico y ambos comenzaron a desayunar en
silencio.
Había dejado de llover, pero el cielo estaba muy nublado y el suelo
completamente mojado. En algunos lugares se habían formado enormes charcos.
Nicolás apoyó el codo izquierdo sobre la mesa
y con una mano sostuvo su cabeza, mientras usaba la otra mano para tomar los
cereales.
—¿No
has dormido bien? —preguntó su tutor viendo la actitud del niño.
—No
mucho —respondió el chaval. Hubiese dado todos sus ahorros por regresar
a la cama.
—Casi
no queda rastro de tu chichón —advirtió el señor Teodoro.
—Ya
no me duele nada, no era para tanto.
—Nico,
¿se puede saber en qué pensabas para lanzarte por una pendiente que, además,
tiene una curva? —interrogó el hombre.
—No
pensé que fuera a subir un coche en ese momento —se excusó el niño. El señor Teodoro le dio un ligero cachete.
—¡Pues
hay que pensar, Nico, hay que pensar! —exclamó, exasperado—. Antes de hacer
cualquier cosa, hay que pensar, ya que todos nuestros actos tienen
consecuencias. Y además, después del susto con el coche de Francisco, volviste
a jugar con el monopatín hasta hacerte un buen chichón y llevarte por delante a
Sandra. ¡Es el colmo, Nico!
Se hizo el silencio, Nicolás no podía contar a su tutor lo que realmente sucedió.
Sonaron unos golpes en la puerta de la cocina,
el señor Teodoro se levantó a abrir. Era el señor Francisco, llevaba puesta una
gorra que cubría su calvicie proporcionándole abrigo. El hombre limpió las
suelas embarradas de sus botas en el felpudo de la entrada.
—¡Vaya
nochecita! —comentó, frotándose las manos—. He venido para ver como estabais
por aquí. La pista de tenis está inundada —añadió. Se fijó en Nicolás que continuaba sentado sosteniéndose la cabeza. Parecía cabizbajo, el señor Francisco
asintió con énfasis. Había que emplear
mano dura con un joven tan indisciplinado.
—Nico,
si has terminado, ve a la puerta del despacho y espérame allí—indicó el señor
Teodoro.
El chiquillo se levantó, fue al salón y se
apoyó en la pared, junto a la puerta del despacho. Entornó los ojos, creía que
iba a ser capaz de dormirse de pie. Natalia y sus amigas entraron en el salón.
Su prima se acercó a él.
—Nico,
siento lo de anoche —le dijo con timidez.
Nicolás no habló ni abrió los ojos.
—Tuve
celos de Paddy y de Bibi—admitió la niña—. Lo siento mucho.
—¿Celos?
—se sorprendió Nicolás, abriendo los ojos. Por las ojeras pronunciadas en el
semblante de la muchacha, comprendió que tampoco debía haber dormido mucho. El
chico esbozó una sonrisa—. La única chica que me gusta que se meta en mi cama
eres tú.
Los ojos tristes de Natalia se iluminaron y
abrazó a Nicolás con fuerza. En aquel momento llegó el señor Teodoro. El señor
Francisco se había marchado ya.
—Me
alegra que hayáis hecho las paces —interpretó el joven—. Nat, vete a desayunar
y, tú, entra conmigo.
El señor Teodoro abrió la puerta, Nicolás pasó
adentro con él. El hombre tomó asiento y el muchacho permaneció de pie.
—No
vas a volver a coger un monopatín hasta que te jubiles —le aseguró su tutor—.
Hoy tienes prohibido salir de casa. Podrás salir a las terrazas; si pones un
pie fuera de las terrazas, te lo corto.
Aquí tienes un plumero, un limpia muebles y
una bayeta. Quiero que saques, uno por uno, todos los libros de las estanterías.
Pasa el plumero a los libros; con la bayeta y el líquido frota bien las baldas.
Lo quiero todo brillante. ¿Algo que decir?
El niño, muy sumiso, dijo que no con un
movimiento de cabeza.
—Pues
empieza.
Nicolás cogió los utensilios de limpieza y se
arrimó a una estantería. En total, había siete, y cada una debía albergar más
de cien libros. Suspiró, desmoralizado, iba a costarle bastante tiempo realizar
el trabajo encomendado. Si quería
terminar alguna vez, lo mejor era comenzar cuanto antes.
El señor Teodoro seguía sentado ante su mesa, había abierto
un libro y tomaba anotaciones en un folio. Al cabo de un rato, sonó su
móvil y, estuvo hablando con quien fuera
que lo llamara con buen humor, y hasta se rió en varias ocasiones. Cuando acabó
de conversar, Nicolás quiso aprovechar que parecía estar contento para
formularle una pregunta.
—Blas
—dijo el niño.
—Dime —contestó éste sin mirarle.
—Cuando
vayamos a Aránzazu, ¿dónde viviremos?
—Con
mi madre, con Elisa y con Nat—respondió el hombre.
Nicolás sonrió, muy satisfecho. Natalia no se había equivocado al predecir
que vivirían con ellas.
El chiquillo, sacando libros, encontró
un álbum de tapas verdes. Lo abrió para curiosear y se sorprendió bastante al
ver que en todas sus páginas había fotos de él, desde la temprana edad de tres
años hasta la actualidad. Miró de reojo al señor Teodoro; el joven leía unos folios.
—Nico
—dijo, sin girarse—, ¿puedes acercarte un momento?
Nicolás dejó el álbum y se aproximó a la mesa
de su tutor.
—Necesito
que me firmes estas hojas —le comunicó, señalando con el dedo índice donde
debía firmar. Le entregó un bolígrafo. El chiquillo estampó su firma al pie de
cuatro hojas.
—Bien,
gracias —agradeció su tutor—. Puedes continuar con tu trabajo.
El muchacho se apartó de la mesa y no pudo ver
cómo el señor Teodoro suspiraba, aliviado.
Sobre las once y media, la señora Emilia entró
en el despacho con un vaso de zumo que entregó a Nicolás.
—¡A
ti no te traigo nada! —le dijo a su hijo con dureza—. Si quieres algo, ve a la
cocina. Que yo sepa, tú no estás castigado.
La mujer recogió el vaso vacío y antes de
marcharse propinó un sonoro cachete en la cabeza del señor Teodoro. Nicolás sonrió,
divertido.
—¿Qué
es lo que te hace tanta gracia? —preguntó su tutor y el niño borró la sonrisa
de sus labios de inmediato.
Más tarde, sonaron unos golpes suaves en la
puerta. Bibiana asomó la cabeza y pidió permiso para pasar. Como pretexto dijo que no entendía un problema de matemáticas, cuando en realidad, lo
que quería era ver qué estaba haciendo Nicolás. La niña llevaba unas
fracciones escritas en una hoja, el señor Teodoro se
las explicó con paciencia y amabilidad. La pequeña salió, encantada, y comunicó
a sus amigas que Nicolás estaba limpiando las estanterías.
—Entonces,
tiene para rato —dijo Natalia—. Vamos a dar una vuelta.
La visita más sorprendente fue la que
realizaron Jaime y Julián, los hijos pelirrojos del señor Francisco y la señora
Marina. Entraron, muy serios, en el despacho y le dijeron al señor Teodoro que
necesitaban hablar con él en privado.
—Nico,
sal un momento —se vio obligado a pedir el hombre—. En cuanto se vayan los niños,
vuelves a entrar. Y bien, ¿de qué se trata? —preguntó a los críos cuando se
quedaron solos. Sentía cierta curiosidad.
Los dos hermanos intercambiaron una mirada muy formal, y Julián, el mayor, comenzó a hablar.
—Nosotros,
de adultos, queremos ser detectives —anunció con solemnidad.
—Montaremos
una agencia —agregó el hermano menor.
—Me
parece muy interesante —manifestó el señor Teodoro bregando por no echarse a
reír.
—Necesitamos
hacer prácticas para entrenarnos —ex plicó Julián—. Queremos ser los mejores.
Nuestro padre siempre dice que a Nico hay que vigilarlo muy bien. Lo vigilaremos
nosotros, Blas. Te informaremos de todo lo que haga Nico y no te cobraremos
nada porque todavía no somos profesionales. ¿Estás de acuerdo, Blas?
—Bueno…
—dijo el hombre, que parecía dudar—, si no vais a cobrarme nada y necesitáis
hacer esas prácticas…Podéis hacerlo, pero tened cuidado de que no os pille
Nico. Unos buenos detectives no deben ser descubiertos.
—Confía
en nosotros, Blas —rogó Julián, excitado—. Anotaremos todo lo que haga Nico.
Ahora tenemos que darnos la mano para cerrar el trato.
El señor Teodoro estuvo conforme y estrechó la mano de
cada niño. Cuando ellos salieron, volvió a entrar Nicolás. El chiquillo se fijó en que
su tutor sonreía mientras escribía. No le dio mayor importancia y continuó cumpliendo su castigo. Cuando
faltaban cinco minutos para la hora de comer, colocó el último libro.
—Ya
están todas las estanterías —dijo, contento.
El señor Teodoro se levantó de su asiento y
dio un repaso a las siete librerías. Estaban perfectas, ni una mota de polvo. Él
no lo hubiera hecho mejor. El chiquillo esperaba la aprobación a su labor,
ansioso.
—Está
bien —declaró el hombre—, pero recuerda que sigues castigado y que no puedes
salir de casa. Puedes salir a la terraza de la cocina o a la de la barbacoa.
¿Está claro?
El muchacho asintió y su tutor le dio permiso para abandonar el despacho. Una vez fuera, apreció su libertad y se dejó caer sobre uno
de los sofás del salón. Estaba agotado, pero también se sentía más animado.
¡Por fin había terminado de limpiar y de ordenar libros! Se preguntaba cómo se
podían tener tantos libros. La respuesta daba igual, ¡tenía toda la tarde por
delante para hacer lo que quisiera!
Págs. 99-106
...traigo
ResponderEliminarecos
de
la
tarde
callada
en
la
mano
y
una
vela
de
mi
corazón
para
invitarte
y
darte
este
alma
que
viene
para
compartir
contigo
tu
bello
blog
con
un
ramillete
de
oro
y
claveles
dentro...
desde mis
HORAS ROTAS
Y AULA DE PAZ
COMPARTIENDO ILUSION
MELA
CON saludos de la luna al
reflejarse en el mar de la
poesía...
ESPERO SEAN DE VUESTRO AGRADO EL POST POETIZADO DE LEYENDAS DE PASIÓN, BAILANDO CON LOBOS, THE ARTIST, TITANIC SIÉNTEME DE CRIADAS Y SEÑORAS, FLOR DE PASCUA ENEMIGOS PUBLICOS HÁLITO DESAYUNO CON DIAMANTES TIFÓN PULP FICTION, ESTALLIDO MAMMA MIA,JEAN EYRE , TOQUE DE CANELA, STAR WARS,
José
Ramón...
Son de mi agrado, José Ramón, y bienvenido a la estación. Un abrazo.
EliminarMela que no me había leído este capítulo, que este finde he hecho campana!!!! jajajajajja
ResponderEliminarun beso.
Te veo muy contenta, me alegra que lo hayas pasado bien. Besos, preciosa, y enhorabuena por tu premio Primavera.
ResponderEliminar¡Pobre Nico, sin comerlo ni beberlo...
ResponderEliminarEsos críos, J y J, parecen casi tan repelentes como su padre.
Me he fijado en el detalle de las hojas firmadas por Nico y el alivio de Blas... ¿qué se trama?
Querida Nena, capítulo a capítulo lo irás averiguando. Mis personajes, muy contentos de que los leas. Un abrazo.
ResponderEliminarCon la rabia que me da a mí quitar el polvo!!!!! jajajajaja eso sí es un castigo, lo odio, bueno, y la plancha! Los dos mellizos podrían unirse con Sandra porque son un buen trio de repelentes... jajajaja
ResponderEliminarHoy me he pasado del cupo eh?? he leído dos seguidos y es por tu culpa Mela!!
¡Y qué simpática y graciosa que eres, FG!
EliminarA mí tampoco me hacen gracia los trabajos domésticos. Eres una estupenda lectora. Tienes a mis personajes muy contentos.
Te envío más besos!!
Hola Mela! Vaya par de detectives que ha contratado Blas Teodoro!
ResponderEliminarMe refresca leer tu libro y me lo paso francamente bien!
Nos vemos en el 18!
Hola Oskar!! Sí, Blas ha contratado un par de detectives muy curiosos. Me alegra que mi libro te refresque, a pesar de que ahora no hace mucho calor. jajajjajaja
EliminarNos vemos en el 18!!
Ahora se unen los mellizos para fastidiar a Nico!demasiada presión sobre una sola persona,que castigo feo limpiar el polvo de los libros,yo no podria hacerlo ya que me entretendría leyendo alguno,quebueno es ver que a Nico le gusta la idea de vivir en familia con Blas ,Naty,con Elisa y con la mamá de Blas será un verdadero hogar,espero que Nico pueda llegar a disfrutar de esa vida me huele a que algo malo pasará!ME GUSTA LEERTE!!!!!!!!!!!! :))))))))))))))!!!
ResponderEliminarHola Hada Isol, sí, Nico va a estar muy vigilado por dos jovencísimos "detectives".
EliminarEsperemos que tus buenos deseos se acaben cumpliendo.
A mí también me gusta leerte a ti.
Un abrazo muy fuerte!!
¿Que habrá firmado Nico? me imagino que poco a poco irás desvelando qué es, espero que no sea nada desagradable para él.Cada vez que leo un capitulo los personajes son más de la familia.¡Enhorabuena Mela!
ResponderEliminarBesitos
Gracias Susana. De todo te irás enterando, claro que sí. Y me alegra que te vayas encariñando con los personajes.
EliminarBesos
Miedo me dan esos zanahorios como detectives XD pobre Nico, la que le espera...
ResponderEliminarjajajaja ¡Qué risa! Has tenido una gran ocurrencia con lo de zanahorios. Veremos la función de los "detectives"
EliminarZanahorios es muy común XD
EliminarSí, pero me ha hecho muchísima gracia. Hay una lectora que los llama "Zipi y Zape".
EliminarLo de esta familia y su obsesión por la limpieza, en fin, que limpie el niño, es de estudio....
ResponderEliminarTe parece que están obsesionados por la limpieza. Bueno, en ese despacho hay muchos libros y el polvo se acumula si no se limpia.
EliminarNo te veo muy de acuerdo con que limpie Nico, Blas Teodoro es un hombre que ayuda bastante en casa. Tú me parece que no.
Besos
Tu afirmación es una insidia....
ResponderEliminar;-)
Sobre todo que reine la calma, Kikas.
EliminarSi es una insidia retiro la afirmación.
Besos
Ah bueno, jejejeje
ResponderEliminarVeo que te he contentado, me alegro.
EliminarMe parece muy feo que Blas haya aceptado algo así, el mosqueo que se va a pillar Nico cuando se entere será monumental! Siento curiosidad por lo que ha firmado Nico...
ResponderEliminarPues a Nico, si se entera, le va a sentar muya mal... sí.
EliminarAlgún día sabrás lo que ha firmado. Poco a poco... ;-)
Como si Nico no tuviera bastante con el facha de su tutor, ahora se le unen dos tontainas que pretenden ser detectives. Este Nico, si llega a mayor y no se suicida antes, va a ser más rencoroso que el conde de Montecristo,
ResponderEliminarBesitos.
Ya veo que Blas no te cae muy bien ;-)
EliminarNo creo que Nico piense en suicidarse... y rencoroso tampoco.
Ya veremos estos dos detectives que hacen.
Besos
Esos dos críos son muy fastidiosos pero lo mismo si ya hubieran estado vigilando cuando el incidente en la montaña se habría aclarado la confusión y que resultara acusado Nico sin razón de atacar a Sandra; claro que lo mismo lo único que buscan es ser unos acusicas...y disfrutar con eso.
ResponderEliminarTengo tiempo! voy a seguir leyendo un poquito más!!
Pues tienes bastante razón... tal vez se hubiese aclarado el incidente en la montaña... ya veremos si sirve para algo que ellos vigilen ;-)
EliminarEspero que disfrutes con la lectura
Besos
Recordado mi infancia en este capitulo, yo era un niño muy revoltoso
ResponderEliminarpero muy astuto y casi nunca me pillaban.
Un capitulo muy visual, lleno de esa magia cuando el lector
empieza a ver imágenes, enhorabuena Mela, una escena
muy entrañable los dos en el despacho limpiando libros.
Un beso en forma de libros
Ciao.
Está bien que hayas recordado tu infancia... y está bien que no te pillaran ;-)
EliminarBueno, el que limpiaba, mas bien era Nicco ;-)
Muchas gracias
Un beso en forma de libros