CAPÍTULO 13
¿QUIÉN HA ATACADO
A SANDRA Y A NICOLÁS?
S
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andra, Natalia, Patricia y Bibiana se quedaron desconcertadas
cuando vieron el abultado chichón que le había crecido en la frente a Nicolás.
—¿Qué te ha
pasado? —preguntó Natalia, alarmada.
El muchacho palpó el bulto de su frontal.
—No
estoy seguro —contestó, confuso—, creo que ahí
dentro hay alguien —señaló hacia los árboles—, y quien quiera que sea
ha debido lanzarme un objeto, seguramente una piedra.
—¡Qué
bestia! —exclamó Patricia, impresionada—. Podría haberte matado. ¿Te duele?
—Un
poco, no te preocupes —dijo el niño que aún estaba algo aturdido — Miró a
Sandra —Debe tratarse de la misma persona que te ha cogido a ti —dedujo.
Sandra guardó silencio, su mente estaba discurriendo a una velocidad vertiginosa.
Por la mañana había discutido con su novio, Lázaro. ¿Y si al muy zoquete se le había ocurrido gastarle esa broma pesada para asustarla y demostrarle que, sin él, estaba desprotegida? Y a Nicolás podía haberle tirado la piedra porque ella siempre le estaba contando las burlas de los chiquillos hacia su persona. ¡El muy loco! No había ido a buscarla aquella tarde…Sí, sin duda se trataba de él. Lo más conveniente era que Blas no se enterara de nada, mataría a su novio si supiera que él era el autor de la agresión a Nicolás.
—Oíd una cosa —dijo a los niños de modo apremiante—, no podéis decirle nada de lo sucedido a Blas.
Nicolás y las niñas la observaron, extrañados.
—Vamos a ver, pensad un poco y no seáis mocosos —siguió hablando la chica—. Lo hago por vosotros, os estoy haciendo un favor. Si Blas sospecha que hay algún tipo merodeando por la sierra, no os permitirá salir de casa. ¿Queréis que pase eso? Nico, me has hecho un favor muy grande ayudándome. Quiero devolverte el favor… ¡Mierda! —profirió a continuación, viendo que se acercaba el coche del señor Francisco.
El señor Teodoro había decidido salir a buscar a Nicolás, en vista de que el niño tardaba en llegar. Su vecino se brindó a llevarlo en su auto. Ambos hombres bajaron del coche cuando se encontraron próximos a Sandra y los chavales. El señor Teodoro se quedó paralizado por un momento, en cuanto vio el desastroso aspecto de Sandra y el terrible chichón de Nicolás.
—¿Qué ha pasado aquí? —preguntó, acercándose al grupo de jóvenes. El tono de su voz sonó frío como el hielo. A Nicolás le pareció que el golpe recibido le dolía más. Se tocó la frente, nervioso.
—¡Aquí ha pasado una desgracia, está claro! —manifestó el señor Francisco chillando.
Fue Sandra quien se decidió a dar explicaciones.
—Ha sido un accidente —empezó a decir—, Nico iba con el monopatín y tropezó conmigo. Los dos rodamos por la pendiente. El señor Teodoro miró al chiquillo con furia. Nicolás lo estaba observando y retiró su mirada de inmediato.
—¿Te das cuenta, Blas? —gritó el señor Francisco, fuera de sí. Parecía estar desequilibrado—. Le avisé de que iba a hablar contigo y, el muy bribón, ha seguido haciendo de las suyas. ¡Casi mata a esta chica y se mata él también! Tienes que…
El hombre interrumpió su irritante discurso al oír el rugido de un motor. Lázaro, el novio de Sandra, subía por el camino guiando una moto de mediana cilindrada.
Por la mañana había discutido con su novio, Lázaro. ¿Y si al muy zoquete se le había ocurrido gastarle esa broma pesada para asustarla y demostrarle que, sin él, estaba desprotegida? Y a Nicolás podía haberle tirado la piedra porque ella siempre le estaba contando las burlas de los chiquillos hacia su persona. ¡El muy loco! No había ido a buscarla aquella tarde…Sí, sin duda se trataba de él. Lo más conveniente era que Blas no se enterara de nada, mataría a su novio si supiera que él era el autor de la agresión a Nicolás.
—Oíd una cosa —dijo a los niños de modo apremiante—, no podéis decirle nada de lo sucedido a Blas.
Nicolás y las niñas la observaron, extrañados.
—Vamos a ver, pensad un poco y no seáis mocosos —siguió hablando la chica—. Lo hago por vosotros, os estoy haciendo un favor. Si Blas sospecha que hay algún tipo merodeando por la sierra, no os permitirá salir de casa. ¿Queréis que pase eso? Nico, me has hecho un favor muy grande ayudándome. Quiero devolverte el favor… ¡Mierda! —profirió a continuación, viendo que se acercaba el coche del señor Francisco.
El señor Teodoro había decidido salir a buscar a Nicolás, en vista de que el niño tardaba en llegar. Su vecino se brindó a llevarlo en su auto. Ambos hombres bajaron del coche cuando se encontraron próximos a Sandra y los chavales. El señor Teodoro se quedó paralizado por un momento, en cuanto vio el desastroso aspecto de Sandra y el terrible chichón de Nicolás.
—¿Qué ha pasado aquí? —preguntó, acercándose al grupo de jóvenes. El tono de su voz sonó frío como el hielo. A Nicolás le pareció que el golpe recibido le dolía más. Se tocó la frente, nervioso.
—¡Aquí ha pasado una desgracia, está claro! —manifestó el señor Francisco chillando.
Fue Sandra quien se decidió a dar explicaciones.
—Ha sido un accidente —empezó a decir—, Nico iba con el monopatín y tropezó conmigo. Los dos rodamos por la pendiente. El señor Teodoro miró al chiquillo con furia. Nicolás lo estaba observando y retiró su mirada de inmediato.
—¿Te das cuenta, Blas? —gritó el señor Francisco, fuera de sí. Parecía estar desequilibrado—. Le avisé de que iba a hablar contigo y, el muy bribón, ha seguido haciendo de las suyas. ¡Casi mata a esta chica y se mata él también! Tienes que…
El hombre interrumpió su irritante discurso al oír el rugido de un motor. Lázaro, el novio de Sandra, subía por el camino guiando una moto de mediana cilindrada.
—Hola,
cariño —saludó el recién llegado—. ¿Qué te ha pasado?
Sandra lo miraba, estupefacta.
Sandra lo miraba, estupefacta.
—¿De
dónde sales tú? —preguntó, pasmada.
—¿De
dónde voy a salir? Vengo del pueblo —contestó Lázaro—. No podía dejar de venir
a buscarte, ¿no seguirás enfadada conmigo?
La chica miró de reojo hacia el bosque,
comprendiendo que no era Lázaro quien la había arrastrado y quien había atacado
a Nicolás. Asustadísima, se arrojó a los brazos de su novio.
—¡Me han agredido! ¡ME HAN AGREDIDO! —gritó
—Esta
chica se ha vuelto chiflada —decretó el señor Francisco.
—¿Quién
te ha agredido? —preguntó Lázaro, alterado.
—¿Quién va a ser? —gritó el señor
Francisco, colérico—. ¡Ha sido este
demonio! —Y señaló a Nicolás.
Lázaro miró, con rabia, al niño. Se disponía a
encararse con el muchacho, pero el señor Teodoro lo detuvo poniéndole una mano sobre el pecho.
—Cálmate,
¿quieres? —le dijo, secamente—. Yo me encargaré de Nico, si no te importa.
Lázaro asintió de buena gana. A pesar de
doblar en edad al chiquillo no estaba plenamente convencido de salir vencedor
en una pelea. Nicolás era bastante más alto que él y, aunque estaba delgado, su
constitución era fuerte y vigorosa.
—Sandra,
vete con tu novio —dijo el señor Teodoro a la chica—. Mañana es Nochebuena y pasado mañana, Navidad.
Tómate los dos días libres. ¡Y tú, ven aquí! —añadió, asiendo a Nicolás
por un brazo y remolcándolo, pendiente arriba—. ¡Vosotras! —gritó a las niñas—.
¡A casa, también!
Natalia, Patricia y Bibiana siguieron al señor
Teodoro y a Nicolás sin articular palabra.
—¡Dale una buena paliza, Blas! —recomendó el señor Francisco,
voceando—. ¡Es lo que se merece!
Patricia y Bibiana se miraron, asustadas,
creyendo que el señor Teodoro pegaría a Nicolás en cuanto llegasen a la villa.
El padrastro de Bibiana le había pegado en muchas ocasiones, y a Patricia la había golpeado algún cliente de su madre. Las dos niñas estaban
acostumbradas a recibir malos tratos, y no era de extrañar, que temieran que el
señor Teodoro fuese a pegar al niño.
Subiendo la cuesta; el hombre vio el
monopatín de Nicolás, lo recogió y lo lanzó con violencia hacia el monte. El
señor Teodoro no podía imaginar que alguien estaba observándolos, escondido,
entre la espesura. Y que ese alguien
era el responsable del chichón de Nicolás.
Al chiquillo le dolía la cabeza y también el brazo. El señor Teodoro se lo estaba apretando con fuerza. El crio pensó que, de un momento
a otro, le arrancaría el hombro. Tanto a Nicolás, como a las niñas, les estaba
costando seguir el paso del hombre. Llegando a la piscina se cruzaron con Jaime y
Julián, los hermanos pelirrojos, hijos del señor Francisco y de su esposa Marina.
—Nico se la va a cargar —cuchicheó Julián a Jaime.
—Nico se la va a cargar —cuchicheó Julián a Jaime.
Natalia los miró y los dos chiquillos le
hicieron burla.
“Imbéciles, ya os pillaré”, pensó la niña que, en aquel momento, se encontraba agotada.Pasaron por delante de la casa de la señora Estela; la mujer y su hija los miraron desde el balcón.
"Qué trompazo se ha llevado este chiquillo”, pensó la señora Estela distinguiendo el imponente bulto en la frente de Nicolás, “Ay, Santo Cielo”.
Por fin llegaron a villa de Luna; el señor Teodoro empujó a Nicolás dentro del salón. En cuanto estuvo libre de la manaza de su tutor, instintivamente, se frotó el brazo dolorido.
—¡Vida mía! —exclamó la señora Emilia, espantada—. ¿Qué te has hecho, corazón mío. Ven, acuéstate aquí.
Nicolás se echó en un sofá y la señora Emilia le colocó un cojín debajo de la cabeza.
—Trae hielo, Elisa —pidió la mujer—. El hielo te rebajará la hinchazón. ¿Te duele, cariño mío? ¿Estás mareado? ¡Ay, Nico!
Las mujeres se ocuparon de cuidar y mimar al jovenzuelo; el señor Teodoro se fue a la cocina. Allí, se tomó una infusión de tila. Sentía que sus nervios estaban destrozados. Un rato después, se preparó otra taza de tila. La estaba saboreando, cuando unas cálidas manos tocaron su cuello. A continuación, unos dedos delicados masajearon sus anchos hombros. El señor Teodoro se sintió en la gloria.
“Imbéciles, ya os pillaré”, pensó la niña que, en aquel momento, se encontraba agotada.Pasaron por delante de la casa de la señora Estela; la mujer y su hija los miraron desde el balcón.
"Qué trompazo se ha llevado este chiquillo”, pensó la señora Estela distinguiendo el imponente bulto en la frente de Nicolás, “Ay, Santo Cielo”.
Por fin llegaron a villa de Luna; el señor Teodoro empujó a Nicolás dentro del salón. En cuanto estuvo libre de la manaza de su tutor, instintivamente, se frotó el brazo dolorido.
—¡Vida mía! —exclamó la señora Emilia, espantada—. ¿Qué te has hecho, corazón mío. Ven, acuéstate aquí.
Nicolás se echó en un sofá y la señora Emilia le colocó un cojín debajo de la cabeza.
—Trae hielo, Elisa —pidió la mujer—. El hielo te rebajará la hinchazón. ¿Te duele, cariño mío? ¿Estás mareado? ¡Ay, Nico!
Las mujeres se ocuparon de cuidar y mimar al jovenzuelo; el señor Teodoro se fue a la cocina. Allí, se tomó una infusión de tila. Sentía que sus nervios estaban destrozados. Un rato después, se preparó otra taza de tila. La estaba saboreando, cuando unas cálidas manos tocaron su cuello. A continuación, unos dedos delicados masajearon sus anchos hombros. El señor Teodoro se sintió en la gloria.
—Estás
demasiado tenso, debes relajarte —murmuró Elisa.
—¿Cómo está Nico? —se interesó el hombre.
—El chichón se le ha reducido bastante —explicó la mujer—. El hielo es milagroso y luego, tu madre, le ha aplicado una pomada. También le ha dado un analgésico. Ahora está un poco adormecido. No seas demasiado severo con él, recuerda que mañana es Nochebuena.
—¿Cómo está Nico? —se interesó el hombre.
—El chichón se le ha reducido bastante —explicó la mujer—. El hielo es milagroso y luego, tu madre, le ha aplicado una pomada. También le ha dado un analgésico. Ahora está un poco adormecido. No seas demasiado severo con él, recuerda que mañana es Nochebuena.
El señor Teodoro respiró profundamente.
—Ha podido abrirse la cabeza, provocar un accidente. Tendrías que haber visto a la pobre Sandra, se la llevó por delante —declaró—. ¿Qué harías con Nat si hubiera hecho lo que ha hecho Nico?
—Tú y yo somos muy diferentes en ese aspecto —aseguró Elisa—. Yo le consiento mucho a Nat; tú no le pasas ni una a Nico. Le has dejado unas buenas marcas en el brazo, que mañana serán hematomas.
El señor Teodoro se pasó una mano por la frente; sus oscuros ojos brillaron.
—Lo siento. No me he dado cuenta de que le estaba apretando tan fuerte —se disculpó, lamentándolo de veras.
—¿Tienes ya pensado el castigo? —preguntó Elisa.
El señor Teodoro tardó unos diez segundos en contestar.
—La verdad es que no mucho —confesó—. Pienso enviarlo a su cuarto después de cenar, y mañana lo quiero ver en mi despacho a las diez en punto. Así, pasará parte de la noche preocupado.
—Eres malo, muy malo —dijo Elisa sonriendo, mientras continuaba masajeando el cuello y los hombros del señor Teodoro.
—Por supuesto mañana no va a salir de casa, a no ser a las terrazas —continuó el hombre.
—¿Y ya está? —indagó Elisa, sabiendo que el señor Teodoro no podría pegar ojo durante la noche, maquinando algún otro castigo para Nicolás.
—¿Tienes algo que proponerme?—sondeó el joven—. Acepto sugerencias.
—¡Bueno! —exclamó Elisa—. ¿No querías sacar todos los libros de las estanterías del despacho para quitar, escrupulosamente, el polvo? Ya tienes a alguien que te hará esa faena sin chistar.
El señor Teodoro sonrió aprobadoramente.
—Ha podido abrirse la cabeza, provocar un accidente. Tendrías que haber visto a la pobre Sandra, se la llevó por delante —declaró—. ¿Qué harías con Nat si hubiera hecho lo que ha hecho Nico?
—Tú y yo somos muy diferentes en ese aspecto —aseguró Elisa—. Yo le consiento mucho a Nat; tú no le pasas ni una a Nico. Le has dejado unas buenas marcas en el brazo, que mañana serán hematomas.
El señor Teodoro se pasó una mano por la frente; sus oscuros ojos brillaron.
—Lo siento. No me he dado cuenta de que le estaba apretando tan fuerte —se disculpó, lamentándolo de veras.
—¿Tienes ya pensado el castigo? —preguntó Elisa.
El señor Teodoro tardó unos diez segundos en contestar.
—La verdad es que no mucho —confesó—. Pienso enviarlo a su cuarto después de cenar, y mañana lo quiero ver en mi despacho a las diez en punto. Así, pasará parte de la noche preocupado.
—Eres malo, muy malo —dijo Elisa sonriendo, mientras continuaba masajeando el cuello y los hombros del señor Teodoro.
—Por supuesto mañana no va a salir de casa, a no ser a las terrazas —continuó el hombre.
—¿Y ya está? —indagó Elisa, sabiendo que el señor Teodoro no podría pegar ojo durante la noche, maquinando algún otro castigo para Nicolás.
—¿Tienes algo que proponerme?—sondeó el joven—. Acepto sugerencias.
—¡Bueno! —exclamó Elisa—. ¿No querías sacar todos los libros de las estanterías del despacho para quitar, escrupulosamente, el polvo? Ya tienes a alguien que te hará esa faena sin chistar.
El señor Teodoro sonrió aprobadoramente.
—Sugerencia
aceptada —declaró, satisfecho—. ¿Y tú dices que yo soy malo? ¡Tú sí que eres
mala!
—Después
de tamaña tarea, no creo que a Nico se le ocurra volver a lanzarse por una
pendiente con un monopatín —garantizó Elisa.
Págs. 83-89
Hola Mela!!! Gracias por tu comentario, pero si te he seguido es porque tu blog me ha gustado mucho, es muy dulce y agradable. Así que con tu permiso me quedaré por aquí. Un saludo =)))
ResponderEliminarHola Sela, puedes quedarte cuanto quieras y volver cuando lo desees. Estás en tu estación y ojalá pases buenos ratos. Hasta pronto.
ResponderEliminarMela, ya he terminado !!!!!! ¿Para cuando el próximo capítulo? Mira que es tremenda la Sandra y ya me estoy intrigando........esperando a ver que pasa.
ResponderEliminarUn beso con cariño.
Querida Lidia, acabo de publicar el capítulo siguiente. Me encanta que el libro te esté intrigando. ¡Y ojalá sea de tu gusto todo lo que está por venir! Tú eres muy importante en esta estación. Besos y abrazos.
ResponderEliminarEs que Sandra es bien estúpida, por no hablar del Sr. Francisco, que parece que le falta un hervor.
ResponderEliminarA mí también me intriga; ¿quién ronda por el bosque y no para de vigilarles?
Un saludito
Hola Nena, poco a poco irás descubriendo las cosas. ¡El señor Francisco es tan histérico! Me alegra que los personajes te motiven. Un abrazo.
EliminarHay que ver lo retorcida y mala que es Sandra, ya me dirás tú que gana mintiendo y culpando al pobre Nico... ayyys que rabia me dan estas cosas!!A ver quien será el que ronda por el bosque, espero que al menos no reciban los niños que pobres!!
ResponderEliminarBesitos!!!
Hola FG!! Esta tarde al salir a la calle he visto en la matricula de un coche las letras FFG y me he acordado de ti.
EliminarPoco a poco lo irás sabiendo todo. Sandra es muy Sandra.
Un abrazo muy fuerte!!
jjajajajajaja bueno lo que sí te puedo asegurar es que no era yo camuflada, es que ni en patinete sé ir...
Eliminar¡Yo en patinete tampoco, seguro que me estamparía! Pero, en serio, que me acordé de ti al ver las iniciales.
EliminarEl coche sí que lo voy manejando. Hasta luego!!!
Bueno no era un secuestro pero que Sandra es perversa si que lo es! pobre muchacho pagar por algo que no hizo,además Sandra los pone en peligro porque esa persona sigue ahi,y quien sabe porque,que lindo la intriga sigue,me atrapas Mela! Ays y Elisa con Blas que linda pareja! un abrazo Mel que bien lo paso aqui!
ResponderEliminarQuerida Hada Isol, me alegra mucho que lo pases bien. Sandra es una chica complicada. ¿Te gusta la pareja que forman Blas y Elisa? Ya veremos...
Eliminar¡Eres una pedazo de romántica!
Muchos besos!!
Sabes es la primera vez que voy capitulo por capitulo sinbuscar saber nada de lo que viene despues y lo voy disfrutando mucho!! me comprometi a hacerlo asi y aunque a veces me pica el bichito de ver mas adelante la verdad es que me propuse leer mi primer libro en el orden que corresponde,lo cual es una exeriencia muy linda en adelante leere todos los libros asi,es hermoso tener dudas e intrigas ahora entiendo lo mal que hacia al leer el final primero lee quitaba el condimento al libro!
ResponderEliminar¡Claro que sí, Hada Isol! Nunca debes mirar el final, recuerda que todo llega y, a veces, es más emocionante el camino que vas recorriendo que la propia meta.
EliminarUn abrazo muy, muy fuerte!!
Me ha dado error con el mensaje.....
EliminarTe repito más o menos lo que te había puesto y si se duplica, le borras....
Pfff. Sandrita, Sandrita.... que mala es. Nicolas querrá escaparse, pero esta vez para huir de ella.
Ahh...(suspiro)... que bonita pareja hacen Teodoro y Elisa, me gustan mucho esos diálogos que tienen.
Besitos
Hola Susana, solo he recibido un mensaje. Sandra pensaba que su novio le había gastado una broma pesada. Se ha dado cuenta que no y no ha aclarado la situación, ha permitido que crean que ha sido Nico quien la ha arrollado con el monopatín.
EliminarTe gusta la pareja formada por Blas y Elisa. Veremos...
Un abrazo!!
Sandra me cae mal, he dicho.
ResponderEliminarSi me las tuviera que ver con ella en persona, no me duraría ni 15 minutos.
.Estelle.
jajajaja Te creo, Estelle, puesto que pienso que eres una chica de temperamento fuerte. Y Sandra podría desquiciarte a ti y a bastantes más, me incluyo a mi también.
EliminarUn beso!!
No se quien tiene peor idea, si la tal Sandra, o la autora.....
ResponderEliminarjajajaja ¡A mí me va a dar algo! Bueno, reconozco que la autora no tiene muy buenas ideas
EliminarBesos
Vaya lio en el que se ha metido Nico, encima que él solo trató de ayudarla, y la muy bruja no ha aclarado lo que pasó realmente...
ResponderEliminarSí, Sandra no se ha portado como debiera y no ha sido nada agradecida...
EliminarMe hace gracia que la llames bruja, te ha alterado jajaja
Besos
Este nico es el "Pupas" todas las desgracias son para él.
ResponderEliminarBesitos.
jajajaja... Eso parece, ¿verdad?
EliminarBesos
¡¡¡Ay Mela, cariño!!! ¡¡¡¡Se acerca Septiembre!!! ¡¡¡¡Qué ilusión!!!!
ResponderEliminarBesitos!!!!
Pues sí, Julia... Hoy es 26 de agosto, se acerca septiembre ;-)
EliminarMe alegra que te haga ilusión
Besos
bueno bueno, se mantiene la intriga, quien será ese personaje
ResponderEliminarque atacó a Sandra? veremos como sigue. Y lo dicho
a Nico le pasa de todo sin hacer nada.
Buen capitulo Mela
un abrazo literal y literario.
Hola Cielo... Te aseguro que acabarás sabiendo quién es el personaje que atacó a Sandra ;-)
EliminarMe alegra que te haya gustado
Un abrazo muy bonito ;-)
Te mando el mismo tipo de abrazo