CAPÍTULO 3
URBANIZACIÓN DE
LUNA
—¿Q
|
uién te ha
pasado el chivatazo? —interpeló Natalia—.
Seguro que ha sido Elisa, ¿quién si no? ¿No pretenderás que Nico
estudie las mañanas de los festivos también?
El señor Teodoro no
contestó.
—¿Ha
llegado Nico a la urbanización? —volvió a preguntar la niña.
—Cuando he salido a recogeros, todavía
no había llegado —respondió el hombre—. Tal vez cuando lleguemos esté allí o
llegará algo más tarde. Pero viene hoy, seguro.
El
coche se deslizaba suavemente por la calzada, como si flotase, parecía estar
parado. A pesar de la oscuridad las niñas veían pasar el paisaje velozmente a
ambos lados. Dejaron la autovía para cruzar el primer pueblo; a partir de ahí,
la carretera se estrechó y comenzaron las curvas. Patricia y Bibiana sintieron
los árboles más cercanos, sus ramas pretendían arañar el vehículo pero éste las
burlaba con su marcha fugaz. Las amigas de Natalia sentían una paz y un
bienestar embriagador. La paz y el bienestar se desvanecieron por causa de
Natalia, a quien se le ocurrió activar el equipo de música elevando el volumen a todo gas. Los viajeros, sobresaltados, dieron
un respingo. El señor Teodoro bajó el volumen enseguida; Natalia, tozuda y caprichosa, volvió a subirlo. El hombre, enfadado, optó por apagar el equipo.
—¡Ya está bien de tonterías, Nat! Te
estás pasando. Si quieres oír música, pon un sonido menos estridente.
—Eres un viejo amargado y aburrido —declaró
Natalia, desafiante.
Patricia
que estaba sentada detrás de ella, propinó una patada a su respaldo.
—¿Qué haces? —le gritó la niña—. ¿Te
has vuelto loca, por qué golpeas mi asiento?
—Porque ya es suficiente, Nat. Estás
insoportable y sólo porque has tenido que fregar tres cochinas tazas. Tendrías
que ver las fregadas que tengo que hacer yo, muchas veces, en mi casa. ¡Te
desmayas!
—Vete a la mierda —le respondió
Natalia, enfurruñada.
—¡Basta ya, Nat! —atajó el señor Teodoro, muy
enojado—. Será mejor que no te vuelva a oír o tendrás problemas.
Natalia
no replicó y comenzó a sentirse un poco avergonzada por su comportamiento.
—Lo siento —murmuró—, perdóname Blas y
tú también, Paddy.
—Menos mal que se te va pasando la
pataleta —dijo Bibiana, aliviada. Pasaron por otro pueblo y muy poco después
por otro. El siguiente pueblo al que se dirigían era Luna.
—Ya estamos llegando —avisó Natalia,
emocionada—, deben faltar unos dos
kilómetros.
El
pavimento de la vía estaba helado, en algunos tramos se encontraba cubierto por
una fina capa de hielo. El señor Teodoro tuvo que guiar el coche con precaución. En el
exterior del vehículo, el frío era virulento.
Llegaron
a Luna, un pueblito de montaña, de casitas bajas con inmaculadas paredes, diseminadas una aquí, otra allá.
—Ésta es la parte más antigua del
pueblo —explicó Natalia—, más hacia arriba hay casas más modernas, pero pocas.
—Me gustan los pueblos pequeños y
sencillos —dijo Bibiana—, Luna es
encantador.
Dejaron el pueblo a su derecha y se
adentraron en un camino estrecho, más adelante ascendieron por una larga pendiente,
después de una curva llegaron a terreno
plano. Frente a ellos vieron una construcción rectangular.
—Es la piscina —declaró Natalia—, en
invierno está cubierta y climatizada. Podremos bañarnos cuando queramos.
Continuaron hacia la derecha por un sendero
recto. Súbitamente, el señor Teodoro se vio obligado a frenar bruscamente. Una mujer de
mediana edad con pelo canoso, recogido en un moño, le había salido al paso situándose delante del coche. Sonrió, satisfecha, cuando el auto paró y se
dirigió a la puerta de Natalia. La niña bajó la ventanilla y una brisa helada
se coló por la abertura.
—¡Está loca, Estela! —gritó el señor Teodoro—.
¡Podía haberla atropellado!
—¡Tonterías! —exclamó la mujer quitándole importancia al asunto—. Me moría de ganas por darte un besazo, Nat—añadió besando, efusivamente, a la chiquilla—. ¡Cuánto te he echado de menos, gamberra! Veo que vienes muy bien acompañada, ¡eh! Mañana, tú y tus amigas, tenéis que venir a almorzar a mi casa. Nico, también, por supuesto. Estoy vigilando y todavía no ha llegado. Os prepararé unos bollos con crema que os vais a chupar los dedos.
—¡Tonterías! —exclamó la mujer quitándole importancia al asunto—. Me moría de ganas por darte un besazo, Nat—añadió besando, efusivamente, a la chiquilla—. ¡Cuánto te he echado de menos, gamberra! Veo que vienes muy bien acompañada, ¡eh! Mañana, tú y tus amigas, tenéis que venir a almorzar a mi casa. Nico, también, por supuesto. Estoy vigilando y todavía no ha llegado. Os prepararé unos bollos con crema que os vais a chupar los dedos.
—No faltaremos a esa invitación tan
tentadora —aseguró Natalia, feliz.
Quería
mucho a la señora Estela, ésta siempre la había tratado con gran cariño. La
mujer era viuda y vivía todo el año en la urbanización. Su casa se encontraba a
unos cien metros de la casa de Elisa, la tía de Natalia. Era una encantadora
vecina. La mujer se apartó del coche, sonriente. Natalia volvió a subir la
ventanilla y el señor Teodoro reanudó la marcha. El camino estaba alumbrado por unas
farolas, ubicadas a la izquierda de la vía. Muy pronto llegaron a villa de Luna, a Patricia y a Bibiana les pareció
una casa gigantesca. No pudieron observar bien su fachada porque el señor Teodoro accionó
un mando que levantó una puerta, maniobró e introdujo el coche en un garaje. Un Audi y un todoterreno, grandes y elegantes, estaban aparcados y
había espacio para tres o cuatro coches más.
—Hemos llegado —anunció Natalia,
contenta.
Las
luces del garaje estaban encendidas; bajaron del vehículo. El señor Teodoro sacó del
maletero el equipaje de las niñas. Patricia y Bibiana cogieron sus mochilas y
el hombre cargó con las maletas. Pasaron por una puerta corrediza a un ancho pasillo.
El joven dejó las maletas en el suelo, muy cerca de una gran puerta acorazada
de color blanco impecable.
—Dejad
aquí las mochilas —indicó a las muchachas—, luego
las subiremos a vuestra habitación.
Al otro lado del pasillo había otra puerta, también blanca y corrediza. Natalia la abrió, bruscamente. Entraron en el salón; éste era enorme, las paredes lisas estaban pintadas de color salmón y colgaban en ellas numerosos cuadros de diferentes motivos. En el techo, de color blanco, había múltiples ojos de buey. Un mueble de considerable dimensión presidía una de las paredes. Próxima al mueble había una larga mesa rectangular, la rodeaban sillones altos, tapizados con exquisito gusto. En otra parte del salón estaban ubicados sofás y butacas, en cuyo centro había una mesa de madera, cuadrada y grande, con cajones en sus cuatro lados. Al fondo estaba la tele, incrustada en la pared, semejante a una pequeña pantalla de cine. Permanecía apagada.
Al otro lado del pasillo había otra puerta, también blanca y corrediza. Natalia la abrió, bruscamente. Entraron en el salón; éste era enorme, las paredes lisas estaban pintadas de color salmón y colgaban en ellas numerosos cuadros de diferentes motivos. En el techo, de color blanco, había múltiples ojos de buey. Un mueble de considerable dimensión presidía una de las paredes. Próxima al mueble había una larga mesa rectangular, la rodeaban sillones altos, tapizados con exquisito gusto. En otra parte del salón estaban ubicados sofás y butacas, en cuyo centro había una mesa de madera, cuadrada y grande, con cajones en sus cuatro lados. Al fondo estaba la tele, incrustada en la pared, semejante a una pequeña pantalla de cine. Permanecía apagada.
En un rincón, la leña ardía en la chimenea creando un fuego
brioso y apasionado. Uno de los sofás estaba ocupado por Elisa, la tía de Natalia, y Emilia, la madre de Blas, que conversaban en voz baja.
Ambas tenían semblante serio y preocupado. En cuanto vieron a las niñas y al joven cambiaron su actitud y se acercaron a ellos, sonriendo. Elisa besó a su
sobrina y a sus amigas. Seguidamente, lo hizo Emilia.
—Bienvenidas —exclamó Elisa—, os
estábamos esperando. ¿Habéis tenido buen viaje?
Las
muchachas asintieron. Elisa miró al señor Teodoro.
—Más o menos —dijo él, adusto.
Elisa
era una mujer joven y atractiva, de treinta y tres años. Tenía el pelo corto, de color caoba, con
bonitos bucles. Sus ojos marrones eran idénticos a los de Natalia. Su figura, ideal, ni gruesa ni delgaducha, poseía un
aspecto saludable.
Emilia Sales era una señora rechoncha, de sesenta años. Su rubia melenita, teñida, era lisa y de corte recto. Nadie podría haber sospechado que esta señora bajita y gruesa fuese la madre de un joven alto, moreno y tan apuesto como lo era el señor Teodoro. Patricia y Bibiana pensaron que Blas debía parecerse a su padre y, desde luego, en absoluto a su madre.
Emilia Sales era una señora rechoncha, de sesenta años. Su rubia melenita, teñida, era lisa y de corte recto. Nadie podría haber sospechado que esta señora bajita y gruesa fuese la madre de un joven alto, moreno y tan apuesto como lo era el señor Teodoro. Patricia y Bibiana pensaron que Blas debía parecerse a su padre y, desde luego, en absoluto a su madre.
Págs. 23-28
Mmmm...frío crudo en un pueblito de montaña y casa donde arde un buen fuego. Ese es un excelente plan para mi.
ResponderEliminarMe gustan las carreteras estrechas y heladas, la arboleda intentando arañar el coche a su paso. Parece un lugar umbrío.
Un beso
Tampoco me desagradaría estar allí en este momento. Encantada de verte por aquí. Un beso
EliminarMe estoy enganchando Mela, y no lo digo por decir, me gusta mucho como escribes y la historia de momento me está intrigando. Espero que pasen cosas.....
ResponderEliminarUn abrazo.
Querida Lidia, te aseguro que cosas van a pasar. Gracias por tus lindos comentarios. Otro abrazo.
EliminarBien, pues ya hemos llegado!!! Me gusta la cercanía del tono, el dinamismo que no queda varado en descripciones que tampoco se echan en falta... y me sigue llamando poderosamente la atención la excepcional redacción y puntuación.
ResponderEliminarRonda de preguntas...
¿es una blognovela, unos primeros capítulos, un proyecto para pasar en papel?
Besos
Gracias por tus agradables comentarios. ¡Me hacen muchísima ilusión! Este libro ya está escrito y lo estoy pasando al blog para darlo a conocer. Tiene 82 capítulos y es el primero de una posible trilogía. El segundo libro todavía no lo tengo acabado, estoy en ello. Espero que disfrutes con su lectura y mis personajes sueñan con que algún día hables de ellos en tu magnifico blog. Besos a ti.
EliminarPues ya estamos aquí, lo cierto es que ese recorrido me ha gustado (me recordó mis vacaciones a Camprodón en el Pirineo... jajajaja qué tiempos) y lo que más me gusta es la forma como vas describiendo tanto las sensaciones de los personajes como también el paisaje, la casa, uno poco de todo y en su punto. Me encanta!!
ResponderEliminarHola FG, a mí me encanta verte por aquí y me alegra que te vaya gustando. ¡Ojalá siga tu lectura hasta el final! Un abrazo muy fuerte!!
ResponderEliminarSin duda continuará mi lectura, eso por supuesto.
EliminarFeliz domingo!!!
Tú ya has conseguido que sea feliz. Feliz domingo a ti también!!
EliminarMe gusta como relatas todo a detalle,en la parte enque los arboles quieren rozar al auto me lo imaginé,megustan los escritores que me lo cuentan todo como lohaace Mujica Lainez queno deja un detallito suelto,ees másme hace conocer a fondo las historias de lospersonajes recontra secundarios,meencantó lalectura,meresultóamorossa Estela,medio ganas de comer en cassa de ella con las chicas y Nico,seguiré leyendo,esste libro tiene una difrencia conlos demás,medelcaron ansiosa,siemmpree al tomar unlibroleo primero el final y aqui no puedo,confieso que esomeencanta y es probable que de aqui en mas cambie esa costumbre mia de leer el final,un abrazo!
ResponderEliminarQuerida Hada Isol, hoy que estoy un poco pachucha no podrás imaginar lo que me ha espabilado tu comentario. Muchísimas gracias por tus cálidas palabras.
ResponderEliminarY, desde luego, no se te ocurra leer nunca el final de un libro al principio. Si haces eso, el libro pierde parte muy importante de su magia.
Un abrazo fortísimo de parte de mis personajes y mio propio.
Pues ya voy por el capítulo tres, poco a poco, me parce que tu escribes a mas velocidad. Me estoy enganchando.
ResponderEliminarBesos
Raquel
http://raqueljimenezbisuteria.blogspot.com.es/
Y yo que me alegro mucho de que te enganches!! Eres una artista y es un honor que visites mi blog. Un beso muy grande!!
EliminarHola Mela: Bueno sé que estoy muy lejos de los capitulos por los que vas, pero me he enganchado tarde!!! No sé porqué ya me ha caído bien el señor Teodoro (siempre me han gustado los hombres serios y que en apariencia parecen serios y parcos al hablar...totalmente opuestos a mí ;)...
ResponderEliminarLa lectura se me ha hecho muy amena pues tu forma de escribir es muy sencilla, si bien describes lugares y situaciones lo haces de forma que no abruma ni es pesada. Me gusta tu forma de escribir y esta historia me ha comenzado a atraer...
Bueno por hoy no puedo seguir pero pasaré otro día y veremos que sucede con las vacaciones de esta niñas y su primo Nico y demás... Besitos =)
Me alegra mucho verte por aquí y mis personajes están emocionados. No te preocupes por estar lejos de por donde voy. Publico un máximo de 3 capítulos a la semana, puedes alcanzarme. Y si no, no pasa nada. El libro va a estar aquí y lo importante es que la historia y mi forma de escribir te agraden y te lo pases bien.
EliminarHay más lectores que tampoco están al día.
Un abrazo muy muy fuerte!!
Por aquí me quedo, Mela. Me gusta tu libro, tu forma de escribir y tus personajes. Iré leyendo de 3 en 3. Algún día te alcanzo. Un abrazo.
ResponderEliminarBienvenido a la estación, Oskar!!
EliminarMe encantará que me alcances pero, tranquilo, el libro no se va a mover de aquí y yo estoy pendiente de todos los capítulos. Tengo lectores por diferentes capítulos y todos vamos hacia la meta.
Gracias por tu agradable comentario.
Un abrazo también para ti.
Mela describes perfectamente las situaciones y los personajes, por cierto yo quiero una tía como la que tiene Natalia, ¡vaya casona!...jajaja
ResponderEliminarSeguiré poco a poco, que casi no tengo tiempo, pero aquí me tendrás.
Besos
Hola Susana, gracias por tus amables palabras. O sea que quieres a Elisa como tía...jajaja Sí, son gente rica y tienen una buena casa.
EliminarTodos vamos locos con el tiempo, no te preocupes, el libro está aquí y yo encantada de recibirte siempre.
Un besazo!!
En los pueblos, ir a almorzar, implica como minimo huevos fritos con chorizo....
ResponderEliminarEsperare al siguiente capitulo...
Creo que los niños preferirán los bollos repletos de exquisita crema. Me encantan los huevos fritos, los chorizos tienen que ser cocidos.
Eliminar¿Bailaste mucho anoche o te acodaste en la barra? jajaja
Sea como sea, te mando mi primer beso del año.
El primero...¡Qué honor!
ResponderEliminar;-)
Eso los niños de ciudad...a los de pueblo siempre nos gustaron más los huevos fritos con chorizo...o a los mayores con alma de niños
;-)
El primero que te mando a ti. A los mayores con alma de niños, seguro que les gusta más los huevos fritos con chorizo.
ResponderEliminarAl final voy a comer huevos con chorizo, ya me apetecen.
Un abrazo!!
Se hace muy entretenida esta historia, a pesar de que todavía estoy en el principio, pero me gusta mucho cómo haces las descripciones, cómo reflejas cada mínimo detalle.
ResponderEliminar.Estelle.
Pues me alegra mucho que así sea porque me hace especial ilusión que estés leyendo esta historia. Y espero que te acabe cautivando jajaja
EliminarAhora estoy un poco liada, esta tarde me pasearé por tus blogs. La "Ley de Estelle" me vuelve loquita. Lo malo es que te conocía hace tiempo, debí seguirte mucho antes.
Pues vaya, verdaderamente "Ley de Estelle" no es mi blog más serio. El que llevo con más seriedad y regularidad es el de uñas. Ese otro lo utilizo más que nada como "válvula de escape", para desahogarme cuando lo necesito o para plasmar alguna cita que refleje cómo me siento o qué pienso. De todas formas me hace ilusión que te guste :)
EliminarLa verdad es que me encanta y me siento muy cómoda. Oye, que el de las uñas también me gusta mucho, eres muy creativa. Pienso seguirlo plenamente. Los alfileteros y el bolso me encantaron.
EliminarPues muchas gracias :D seguirás viendo más cositas y ropa hecha por mí, y uñas por supuesto, que de eso se trata.
Eliminar.Estelle.
Me encantará verlo.
EliminarBesos.
Sí, es una narración muy descriptiva. Espero acordarme de los nombres. Natalia se apellida "Rey" ¿No? Entonces, debemos ser parientes ;)
ResponderEliminarBesos.
Hola Antonio... ¿no me digas que te apellidas Rey? Un apellido muy bonito ;-)
EliminarYa lo creo que te acordarás de los nombres... al principio parecen muchos pero, poco a poco, se asimilan bien.
Me gusta mucho el nombre de tu blog... ideal para el título de una novela
Besos
Así es. Mi segundo apellido es "Rey". Mi blog, lo llamé as´. precisamente por el título de una novela espacial que hice ("Los piratas de la barba negra"), que narra la historia de dos clanes piratas del espacio, cuyos jefes tienen en común, su poblada barba. Bueno, pues puse mis relatos de ficción en la desaparecida web "Geocities" y me llevé la sopresa de ver, que ese relato era el más visitado de todos. Caí en la cuenta de que "barba negra" es una palabra muy buscada en internet. No les he dado promoción en mi blog, porque los escribí en el 2.004-2.008, y en aquella época yo tenía muchos fallos de puntuación. Los estoy editando aún.
EliminarBesos.
Pues tienes un segundo apellido muy bonito.
EliminarCuando los tengas editados... será un placer leerlos.
Besos
Hummm yo sigo pensando que hay algún misterio con Blas, sobre todo ahora que nos cuentas lo poco que se parece a su madre... jaja. Y a Nat, mejor tenerla contenta porque cuando se pone tonta... ¡vaya rabieta!
ResponderEliminarUn besito
Hola Irial... me alegra leerte y verte.
EliminarYa veremos el misterio relacionado con Blas.
Sí... Nat coge rabietas ;-)
Otro besito para ti
El compportamiento de Natalia en el viaje me ha recordado a algo que me pasó a mi en otro viaje. Íbamos en autobús, atraveábamos una bella zona del altiplano peruano camino de Cuzco, cuando mi aborrecible acompañante (que me chafó medio viaje), sobrino de una amiga mía que no pudo venir, se le ocurre encender su casette y ponerlo en alto. ¡En un autobús lleno de gente desconocida! Aquello me desagradó muchísimo, pero por respeto a mi amiga, no hice nada. pensé que alguien lo recriminaría pero... ¡te puedes creer que nadie dijo ni hizo nada!
ResponderEliminarEn fin Mela, tu relato sigue por buen camino. Hoy lo he leído más relajado.
Un beso y un abrazo.
Hola José... me he reído leyendo e imaginando tu viaje en autobús
EliminarEs curioso que mi capítulo te lo haya hecho recordar
Me alegra que hayas podido leer más relajado
Otro beso y otro abrazo para ti
¡¡¡Ay Mela, cariño, no sé qué pasa que no contestas!!!! Blas va a tener mucha paciencia con Estela. ¡¡¡¡Qué ganas tengo de que llegue Septiembre!!!!
ResponderEliminarBesitos.
He estado de viaje y no me he llevado el ordenador... este es el motivo por el que no te he contestado hasta ahora
EliminarBesos
Me están gustando mucho tus descripciones, parece como si estuviera allí mismo, en el coche y en el salón viéndolo todo con mis propios ojos!!
ResponderEliminarUn beso.
Hola María E.
EliminarEsa sensación de estar allí mismo es una sensación muy buena... me alegro mucho
Un beso
Se van definiendo los personajes y me encanta el pueblo Luna.
ResponderEliminartodavía no imagino por donde girará la historia, sigo en la expectativa.
Saludos Mela.
Hola Cielo... El pueblo y la urbanización existen en la realidad... un poco cambiado todo, claro
EliminarEl pueblo ni siquiera se llama Luna realmente
Es demasiado pronto, muy pronto, para que imagines por donde irá esta historia... se tarda muchísimo en descubrir cuál es su tema principal
Saludos
Me he pasado a leer otro capítulo, haber si me desenredo un poco y puedo leer varios de un tirón.
ResponderEliminarAbrazos
Hola Julia... Una alegría y un placer verte por aquí
EliminarAbrazos