CAPÍTULO 152
EL HOMBRE MÁS PELIGROSO DEL MUNDO
I
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maginar a su
madre, ver a su querida madre, contribuyó a que Helena recuperara parte de la
serenidad perdida.
Tenía que ser
valiente, debía serlo. No disponía de mucho tiempo para preparar algo, para
prepararse ella. Pronto, muy pronto, el hombre más peligroso del mundo entraría
en su cocina de la casita del valle.
Y así sucedió.
Matilde entró en primer lugar, la siguió Bibiana. Inmediatamente después entró
Marcos. El último en entrar fue ese hombre peligroso. Blas Teodoro.
Bibiana y
Marcos, como Nicolás, llevaban una mochila. Blas llevaba dos.
Helena, aunque
no quería, se encontró con su mirada un momento. Ese momento bastó para que
viera unos ojos negros muy brillantes, muy cálidos, y una incipiente barba en
un rostro cansado.
De ningún modo
pudo evitar tener la sensación de que, en su cocina de la casita del valle,
había entrado un gigante. Y ella era muy
pequeña, muy diminuta. Pero no, aquello no podía ser. Hacía años que Blas ya
dejó de estar en edad de crecer.
Recordó que ella
estaba sentada. Esa era la razón de que
él pareciera tan alto.
Ya no podía ver
a su madre, se había ido. ¿Por qué la
había dejado sola si la necesitaba tanto?
—Hola, Helena —la saludó Bibiana
con timidez.
—Hola, Bibi. Bienvenida —respondió
Helena sin entender cómo fue posible que su voz no temblase—. Bienvenido tú
también, Marcos.
—Gracias —murmuró el muchacho, cohibido. Notaba
a Helena forzada y eso provocaba que se sintiera incómodo, como un intruso,
como un polizón descubierto en un barco.
—Creo que también deberías darle la
bienvenida al señor Teodoro —se apresuró en decir Matilde, y Helena pensó que
su amiga se había trastornado. Y se mantuvo callada, jamás haría eso. Eso ya era pedirle demasiado.
Muchos ojos se
posaron en ella esperando que hablara. Helena fue consciente de las miradas
expectantes, pero continuó en silencio.
—No es necesario ni imprescindible
que me dé la bienvenida —dijo Blas a Matilde salvando la embarazosa situación—.
A fin de cuentas, no me ha invitado a venir. Y de buena gana me iría, de muy
buena gana, pero una extraña circunstancia me lo impide. Las cuatro ruedas de
mi coche están pinchadas. ¿Sabes qué ha podido ocurrir, Nico? — añadió esta
pregunta mirando a su hijo.
—Yo no sé nada —respondió el muchacho
encogiéndose de hombros.
—Hay muchos kilómetros desde Aránzazu
hasta aquí. Quizás saliste de viaje sin revisar las ruedas y estas no se
hallaban en las mejores condiciones. ¿O acaso pretendes culpar a Nico? —dijo
Helena en defensa del chiquillo.
—No, no puedo culparle de nada
—respondió Blas—. No he visto que las pinchara. Solo le he preguntado porque es
la primera vez que me pasa algo así.
—Siempre hay una primera vez para
todo.
—Por supuesto que sí.
—Tenéis que dejar las mochilas y los abrigos
en la sala de estar —intervino Matilde tratando de evitar una disputa que ya
parecía querer pertrecharse entre Blas y Helena—. Seguidme, por favor.
Cuando todos
salieron de la cocina, Helena sonrió. Fue una sonrisa breve puesto que el
receso también fue breve. Y en cuanto niños y adultos regresaron, volvió a
mostrar un semblante muy serio.
Y entonces
sucedió algo que sofocó sobremanera a Helena. Blas vio al ángel Cupido que permanecía
en la trona.
—¿De quién es ese ángel? —preguntó.
—De Matilde.
—De Helena.
Ambas
contestaron a la vez.
—Es de una de las dos sin duda
—resolvió Blas—. Y puedo imaginar de quién. De la que tiene por costumbre
mentir.
—¡No hemos cenado y tengo hambre! —gritó Nicolás. En esta ocasión fue
él quien quiso evitar una disputa entre sus padres. También era cierto que no
habían parado a cenar.
—Yo también tengo hambre —declaró
Blas lanzando, a propósito, una mirada voraz a Helena. Helena lo estaba mirando
y vio esa mirada. Volvió a pensar exactamente lo mismo que pensó en el salón de
actos del instituto. ¿Por qué no se abría
el maldito suelo y se la tragaba?
—Eso tiene fácil solución —dijo
Matilde—. ¿Qué tal unas rebanadas de pan con tomate y jamón? Y unas chuletas
asadas con huevos fritos y patatas fritas?
Los chiquillos
se relamieron deseando empezar a comer.
—Yo te ayudaré, Matilde —se ofreció
Blas.
Matilde no
rechazó su ayuda, y le dejó un delantal.
—La comida no será un problema
—comentó mientras sacaba carne y huevos de la nevera—. Dormir será otra cosa.
Helena duerme en la habitación de sus padres. Solo hay una cama, de matrimonio,
pero una. Yo duermo en la habitación de Helena, hay dos camas. Bibiana podrá
dormir conmigo. Hay otra habitación con dos camas, ahí pueden dormir Nico y
Marcos. Pero no hay más habitaciones en la casa. Usted, señor Teodoro, tendrá
que dormir en la sala de estar. Los sofás son cómodos y, con la chimenea tan
cerca, no va a necesitar mantas. Hay un baño al pie de la escalera, ese baño lo
utilizarán usted y los chicos. Arriba hay otro para nosotras.
Si lo prefiere
puede dormir en el diván de la sala, es muy confortable. Helena se ha quedado
dormida muchas noches en él.
—Será un placer dormir en ese diván
—dijo Blas, complacido. Y ya adivinaba, sin mirarla, que hasta las orejas de
Helena se habrían sonrojado.
Y en efecto,
Helena se había ruborizado. ¿Qué le pasaba
a su amiga? ¿Por qué hablaba tanto? ¿Cómo se le había ocurrido decirle a Blas
que ella durmió alguna vez en el diván?
Ya no podía
resistir por más tiempo aquella escandalosa situación. Se levantó de la silla,
y tras excusarse diciendo que ya había cenado y que tenía mucho sueño, salió
con mucha prisa de la cocina.
Con la misma
prisa subió la escalera y, no con menos prisa, cerró la puerta de la
habitación. No había llave, no podía cerrar con llave. A su madre nunca le gustó
que las puertas de las habitaciones tuvieran cerraduras.
Tenía que calmarse, debía serenarse. Era
preciso que recordara que Blas no estaba allí por ella. Había viajado hasta el
valle para traer a Nico, a Bibi y a Marcos. Si continuaba allí era porque Nico
le había pinchado las ruedas del coche. No estaba allí por ella. No tenía nada
que temer. Debía serenarse.
Sin embargo, su
corazón alborotado se negaba a calmarse. No iba a poder dormir en toda la
noche. ¿Cómo hacerlo? ¡Imposible! Blas
estaba muy cerca. ¿Cuánto tiempo se quedaría? ¿Qué pasaría al día siguiente?
Sería todo tan sencillo si no le importara, si
lo odiara, pero es que lo quería. ¡Lo quería tanto!
Tenía que disimular, tenía que fingir, tenía
que mentir. Tenía que recuperar la calma como fuese o sus nervios iban a
delatarla.
Poco antes de
las doce de la noche, Helena escuchó voces y ruidos en el pasillo.
Sentada en la
cama, miraba hacia la puerta. Ya debían
haber terminado de cenar y era lógico que Matilde y los niños subieran a
acostarse. Sí, todo era lógico.
No obstante, el comportamiento de su amiga no
era nada lógico. ¿No iba a tener la deferencia de entrar en su habitación y
referirle lo acontecido en la cocina durante su ausencia? ¿Estaba atontada
Matilde o acaso pretendía que fuera ella a preguntarle?
De ningún modo haría eso. Matilde compartía
habitación con Bibiana. No podía demostrar ningún tipo de interés delante de la
niña.
Silencio en el
pasillo. Esperó un rato, y nada. Empezaba a ser cristalino que su amiga no
tenía intención de hablar con ella aquella noche.
Muy bien. Perfecto. Pues al día siguiente,
ella no pensaba dirigirle la palabra... En todo el día.
Pasaron veinte
interminables minutos. Se levantó de la cama y anduvo despacio hacia la puerta.
La abrió con sumo cuidado. Nadie en el pasillo. Silencio absoluto.
No pudo evitarlo
y, lentamente, se aproximó a la escalera de caracol. Se sentó en el primer
peldaño.
Blas estaba abajo, en la sala de estar. ¿Se
habría acostado en el diván? ¿Estaría dormido? No se oía nada. ¿Por qué no roncaba como un oso cavernario? De haberlo hecho, podría
bajar y acariciar su cabello muy suavemente. Él no notaría nada. ¿Iba a
atreverse a bajar? No, era una idea descabellada, sería una locura hacerlo. ¿Y
si no dormía? ¿Y si dormía, pero se despertaba?
Blas, a pesar de
estar agotado, no dormía. Estaba muy despierto, echado en el diván donde Helena
había dormido muchas noches.
Pensaba en ella.
¡La sentía tan cerca y se sentía tan feliz!
Sabía que su
habitación era la primera del pasillo. Matilde, mientras cenaban, se lo había
dicho a Nicolás por si el muchacho quería dar a su madre un beso de buenas
noches.
¿Estaría dormida, se habría dormido ya? No,
seguramente no.
Y él deseaba subir,
deseaba acariciarle el cabello un momento. Solo un momento. Y dejarle, al pie
de la cama, la mochila que guardaba el paquete con el vestido.
No, no estaría dormida... pero fingiría
dormir.
Blas sonrió, se
levantó del diván, decidido a subir.
Helena
permanecía muy atenta. Y de repente, se alarmó. Escuchó algo. Movimientos en la
sala de estar, y pasos en la escalera. Alguien subía. ¿Alguien? ¿Cómo que alguien? ¡Era
Blas! ¡No lo imaginaba, estaba sucediendo!
Se levantó con
rapidez y casi voló a su cuarto. Cerró la puerta.
Con el corazón
desbocado y la respiración agitada, corrió a apagar la luz encendida de la
lámpara de una de las mesillas.
¿Cómo era posible que Blas se atreviera a
subir? ¿Qué podía hacer? ¿Dónde podía esconderse?
¿Y si se acostaba y fingía que dormía? No,
estaba demasiado alterada, no sabría fingir.
¡Debajo de la
cama! Sí, ese era un buen lugar, un buen escondite.
Blas pensaría que ella se encontraba en el
baño y se marcharía. Sí, eso pasaría.
Y sin pensarlo
más, porque tampoco disponía de tiempo, se metió en el buen escondite, debajo
de la cama.
Escuchó como la
puerta se abría lenta, silenciosa, despacio. Cerró los ojos y se tapó la boca
con una mano.
Una luz tenue
procedente del cielo iluminado del valle se colaba en la habitación a través
del cristal de la ventana, y ayudó a Blas a ver enseguida que Helena no estaba
en la cama.
Y,
efectivamente, pensó que debía haber ido al baño.
Dejó la mochila,
oculta en un rincón. Sonrió, y también pensó que meterse debajo de la cama
sería un buen escondite. El mejor de los escondites.
∎∎∎
∎∎∎
Jaime Palacios
no solía beber antes de ir a dormir. Aquella noche sí. Tampoco solía pedirle a
Jacobo, el mayordomo de su mansión, que bebiera con él. Aquella noche sí.
Ya le habían
informado de la llegada de Blas al valle.
—Lo encuentro muy pensativo, señor
—comentó Jacobo—. ¿Le preocupa algo?
—Estoy pensando en lo que pueden
estar haciendo un hombre y una mujer enamorados bajo el mismo techo.
—Es fácil de imaginar —respondió
Jacobo.
—¡Cuidado con lo que imaginas!
—exclamó Jaime Palacios— La mujer enamorada es mi hija.
Muy poco faltó
para que Jacobo se atragantara con el sorbo de coñac que terminaba de tomar.
—En ese caso, lo único que imagino
es que la noche se hizo para dormir —dijo sin titubear.
—Bebamos y brindemos porque así
sea.
∎∎∎
Tener la seguridad, estar plenamente convencida de que los soldados de Jaime Palacios
habrían impedido que Blas llegase al valle, no era suficiente para Emilia Sales. No podía dormir. Estaba inquieta.
Ansiaba que Blas
regresara a casa con Nicolás. Había fraguado un plan para conseguir que Blas
olvidara a Helena de una vez por todas. Y deseaba poner el plan en marcha
cuanto antes mejor.
∎∎∎
Quien dormía
tranquilamente esta noche, muy ajeno a lo que estaba sucediendo en el valle,
era Arturo Corona.
Y sí, él roncaba
como un oso cavernario.
Págs. 1238-1246
Hoy os dejo una canción de El Arrebato... "Contigo siempre"
Queridos lectores de El Clan Teodoro-Palacios, hoy es 19 de marzo, hoy es el día del padre
Hoy es un día para celebrar, para ignorar a ese maldito virus que tanto daño está causando... Tenemos que ser valientes, no inconscientes, pero sí valientes
Yo, hoy, os felicito a todos... a los que sois padres, a los que tenéis padres, y a los que, vuestro padre, ya se ha marchado de vacaciones
Felicito absolutamente a todos, porque una de las cosas que me ha enseñado mi padre es que un padre es para siempre
¡Felicidades!
Pues el hombre más peligroso del mundo y la mujer más nerviosa se van a encontrar debajo de una cama:))) Y creo que las noches de Blas y Helena no se hicieron para dormir:)) Que no se entere Jaime Palacios:))) Felicidades a Blas, a Jaime y a Arturo!! Este capítulo no tiene desperdicio, qué bien me lo he pasado y cómo me alegra que el coronavirus no detenga a tu Clan!! No dejes que lo detenga nunca.
ResponderEliminarPilar.
Hola, Pilar... Bueno, no creo que Helena sea la mujer más nerviosa del mundo... dada la situación, es muy lógico que esté muy nerviosa
EliminarNo, no creo que Jaime se entere... Desde luego, Helena no se lo contará
Los tres son padres... y los tres te dan las gracias
Pues la verdad es que me sorprende que tú no quieras que el Clan se detenga... pero es una sorpresa agradable
Besos
Que me parto y reparto con Helena y Blas!!!! Helena tiene ideas geniales como la de meterse debajo de la cama, jajajajajajajaj. No quiero ni pensar que Jaime Palacios se entere de que su hija del alma está debajo de la cama, la que se arma!!!! Jajajajajajajaj.
ResponderEliminarFelicidades a nuestro papi!!!!
Besoteeeeesssss!!!!
Hola, Merche... No me sorprende en absoluto que tú te partas y repartas
EliminarA ver si puedes entender que Helena no disponía de mucho tiempo para pensar con calma
Pues no, Jaime Palacios no se va a enterar... no sé a quién se le ocurriría decírselo
Estás felicitando al hombre más valiente e inconsciente que conozco
Besotes
Cuidadín con lo que dices de muestro papi, que me chivo!!!
EliminarTambién se me puede ocurrir decirle a Jaime que Helena está debajo de la cama:))))
No, creo que el padre de Helena nunca se enterará de que su hija está debajo de la cama
EliminarY a nuestro padre no creo que le sorprenda lo que yo diga
Heyyyy, no es hora de que saques un capi nuevo???
EliminarNo, todavía no es hora
EliminarHOLA MELA,HELENA Y BLAS SON TAL PARA CUAL COMO EL MEDICO PASCUAL DE LA PRIMERA PARTE,ELLA QUIERE ACARICIAR EL PELO Y EL TAMBIEN,ELLA QUIERE BAJAR EL QUIERE SUBIR LOS DOS DEBAJO DE LA CAMA,TAL PARA CUAL,HELENA ES DE ARMAS TOMAR BLAS UN TANQUE,
ResponderEliminarSALUDOS MIOS,
Hola, Carlos... Bueno, yo creo que podemos dejar en paz la primera parte de la novela... está un poco lejos ya
EliminarPues sí, los dos han pensado lo mismo... Tal vez a ti te extrañe, pero no me extraña a mí
Saludos
Uy me he quedado con ganas de más. En el próximo esperó ver que pasa con Helena y Blas. Uy tenemos algo en común te cuento que mi mamá tambien era virgo. Te mando un beso y te me cuidas
ResponderEliminarHola, JP... Te diré que siempre es una buena noticia que te quedes con ganas de más
EliminarPues sí, en el próximo capítulo vas a ver lo que pasa con Blas y Helena
No sabía que tu madre también se ha ido de vacaciones... lo siento mucho... pero si un padre es para siempre, una madre también... Tu madre está contigo, y la mía conmigo
Y recuerda que Virgo no empieza el 24 de agosto... empieza el 23... ese día nació mi madre
Tú también cuídate... todos tenemos que cuidarnos un poco más
También te mando un beso
¡Hola Mela! Primero un saludo por el día del padre para el tuyo. Gracias por tus felicitaciones, aquí es en julio pero las agradezco igual.
ResponderEliminarPaso al capitulo. ¡Qué emoción! Me has tenido en vilo todo el tiempo, fragmento por fragmento. Me encantó lo de las ruedas pinchadas. Amé esa complicidad de Nico y sus frases.
Confieso que me he sentido Helena muchas veces. ¿Quién no ha estado nerviosa con la proximidad de un amor así como el que tiene por Blas.
El enojo con Matilde fue gracioso, no le hablaría en todo el día. Es que Helena no deja su carácter, eso seguro.
Esos pasos en la escalera, juro que estuve sentada en ese peldaño.
¡Qué maravilloso escribir sobre esa historia de amor que tiene sus conflictos y a la vez el amor se palpa. Muy bien plasmado querida escritora. Lo pasé de maravilla te lo aseguro.
Gracias por compartir gratuitamente esta obra de tu imaginación. Soy muy privilegiada.
Te mando un besazo enorme y cuidate mucho.
Como siempre mi mi cabeza olvida mencionarte el video. Lo siento. Me ha gustado mucho y la verdad no conocía la canción. Gracias por compartirla. Besotes.
EliminarHola, Lou... Cuando leí tu primer comentario ya supe que te habías olvidado de la canción ;-) Me alegra que te haya gustado
EliminarEn nombre de mi padre te agradezco la felicitación... Espero que en julio puedas celebrar con normalidad ese día especial
Sí, las ruedas las pinchó Blas... y Nico es su cómplice... A veces Nico es muy hijo de Blas ;-)
Te has sentido Helena, y la has entendido... Es que solo, si te pones en la piel de ella, en su lugar, puedes entenderla
Helena se ha enfadado bastante con Matilde... pero no pasará nada grave... Helena quiere a su amiga... Matilde, para ella, es como una hermana mayor
jajaja... A Helena le hubiera encantado verte a su lado en ese momento
La verdad es que, los capítulos en los que salen Blas y Helena, son mis favoritos
Yo también me siento muy privilegiada por leer tu novela, porque tú leas la mía... y porque seamos amigas
Me cuidaré... y tú también... Y ese virus que se cuide de acercarse a nadie que queramos
Besazo enorme, y besotes
Un beso grande desde Argentina.
EliminarUn beso grande desde España... Nuestros besos se van a cruzar por el camino... quizás se saluden y sonrían
EliminarUna de las pocas cosas buenas de estos días es el placer de poder leer un nuevo capítulo de tu novela, así que mis dieces y mis gracias por el regalo.
ResponderEliminarBueno, jajaja Helena y Blas teniendo una cita sorpresa después de tanto tiempo, en lugar insólito. Creo que alguien va a gritar en estéreo y hacer palpitar corazones al borde del infarto. Matilde ha actuado con cordura, pero le va a salir el tiro por detrás, pobre.
He reído con Jaime Palcios y los rápidos reflejos de su mayordomo; mejor beber en silencio.
Esa bicha de Emilia siempre maquinando, que asquerosa es la mujer, por Dios.
Y Arturo que ronque tranquilo, uno menos para incordiar. A toro pasado ya tendrá tiempo para la pataleta.
Me ha gustado y divertido el capítulo, me ha encantado la canción... (el hombre se explica)
Espero que tu padre tuviera un buen día ayer, dentro de todas las circunstancias anómalas que nos envuelven, cuidadlo mucho y cuidaos todos vosotros. Besitos virtuales para tu familia. Tú lo has dicho, hay que ser valientes, no inconscientes.
Más besitos asépticos para ti.
Hola, Nena... A ver, en lugar de tantos dieces, podías haberme entregado una matricula de honor... Eso hubiera sido la perfección, y tú eres perfeccionista ;-)
EliminarPues sí... creo que, si nadie lo remedia, se van a encontrar debajo de la cama... y me temo que ya no hay remedio
Que palpiten corazones al borde del infarto es muy posible... Gritar será más complicado... No me imagino a Blas gritando, y Helena detesta los gritos
Ya te aseguro que entre Matilde y Helena no pasará nada grave... son amigas por encima de todo
Sí, mejor beber en silencio e imaginar en silencio ;-)
Lamentablemente Emilia no se da por vencida, y no está dispuesta a respetar ni aceptar los sentimientos de Blas... y mucho menos los de Helena
Arturo Corona está roncando como un oso cavernario ;-)
Me alegra que te haya gustado y, sí, ya imagino que te habrás divertido... Yo también me divertiría si te viera en el lugar de Helena... y, no sé por qué, te imagino debajo de la cama... tan valiente como te crees
El hombre canta arrebatado, pero se explica ;-)
Tuvo un buen día, le encanta el día del padre... y sigue siendo un valiente inconsciente
Creo que nunca debió leer el Quijote, y lo leyó varias veces
Mis gracias por tu comentario
Cuídate mucho, y mata al virus si se acerca... Yo prometo hacer lo mismo
Muchos besos
Mela, ¿eres tú quien aconseja a Helena como debe actuar?
ResponderEliminarBeso
Hola, Ignacio... Pues lo cierto es que yo me pongo en el lugar de Helena... Sí, soy yo quien le aconseja
EliminarBesos
Mela cariño mío!!! Ay qué capítulo, espectacular!!! Helena es total, me encanta. Mis amigas se han divertido mucho!!! Ay qué interesante lo has dejado!!! Blas y Helena debajo de la cama, ay qué gracia!!! Creo que a Helena le dará un ataque, ay qué gracia!!!! Ay Blas, qué gracia de hombre!!! Ha subido a la habitación con el vestido. Cuando Helena vea la foto de Gabriela, ay qué gracia!!! Me encantan Blas y Helena, ay qué pareja!!! Me encanta la canción, me encanta todo. Mi madre te manda cariños y que te diga que vuelvas a publicar pronto. Felicidades a tu padre!!!
ResponderEliminarBesitos!!!
Hola, Julia... Me alegra que te haya gustado el capítulo, y que te encante Helena y que te encante Blas
EliminarMuy bien, y yo me divertiría viendo a tus amigas en el lugar de Helena
Es buena noticia saber que lo he dejado interesante
Pues sí, de eso puedes estar completamente segura... En el próximo capítulo están debajo de la cama
Bueno, todavía no podemos tener la seguridad de que la foto esté con el vestido
La canción la canta un arrebatado que no sabe si se explica ;-)
Volveré a publicar lo antes que pueda
Muchas gracias en nombre de mi padre
Y muchos besos para tu madre y para ti
En mi país es en Junio pero felicidades a los que hoy celebran.
ResponderEliminarMuchas gracias... Y muchas felicidades por anticipado para la celebración, en tu país, de este día especial
EliminarNo se lo que pasara pero Blas se mete debajo de la cama y alli esta Helena y ella esta muy nerviosa y es muy dificil.Pero la verdad mas grande es que se quieren con locura y Blas no lo sabe pero en la mochila que lleva el vestido esta la foto que se hizo con Gabriela porque Gabriela la puso para enredar.Helena con lo dificil que es se va a poner mas nerviosa.Me ha gustado mucho.Helena me gusta mucho.Besos.
ResponderEliminarHola, Ramón... Sí, la intención de Blas es clara... y, sí, también ha pensado que meterse debajo de la cama es un buen escondite
EliminarEs cierto que Blas y Helena se quieren
Bueno, pues ya veremos si la foto está con el vestido
Me alegra que te haya gustado el capítulo
Besos
Hola Mela; es evidente, se nota y se sabe que hay magia en la casa del valle desde que ha llegado el hombre más peligroso. Blas ha cruzado el campo de batalla, ha subido la escalera y se ha metido debajo de la cama sin armas ni chalecos antibalas. Creo que Blas sabrá explicarle a Helena que la quiere y que con ella siempre lo que con nadie nunca. Blas y Helena harán posible lo imposible. Ma-ra-vi-llo-so ca-pí-tu-lo.
ResponderEliminarEspero que estés bien.
Un beso.
Hola, Juan... Lo que es evidente es que has adaptado la canción al capítulo o el capítulo a la canción
EliminarBueno, pues ya veremos si Blas sabe explicarse
Me alegra mucho que te haya gustado el capítulo
Bueno, lo cierto es que no lo he pasado muy bien... Una neumonía en un mal momento
Yo también espero que estés bien... Me alegró recibir tu comentario
Un beso
Halo
ResponderEliminarI like
Thank you very much
Eliminarnice article guys :)
ResponderEliminarIsn't an article, it's a chapter
EliminarOh wow al fin todos juntos. Me encantaron los diálogos, son directos, divertidos. Qué trepidante los pensamientos de Helena, luce super inquieta, confundida o quizá deseosa de caer en los brazos de Blas! Yay qué nervios, menos mal que no se le ocurrió ver debajo de la cama, “según ella” pobre Helena. Oh sorpresa se va llevar Emilia Sales cuando se entere de las últimas noticias. Como siempre e dicho: que mujer tan mal querida.
ResponderEliminarQue tengas un bello dia.
De nuevo, hola ;-)
EliminarSí, ya todos han llegado a la casita del valle
Sí, Helena está muy inquieta, confundida, nerviosa... Y quizás tengas razón y, muy en su interior, lo que más desea, sin ser muy consciente, es caer en los brazos de Blas
Ya no hay remedio... Blas y Helena se van a encontrar debajo de la cama... el mejor de los escondites ;-)
Creo que Emilia Sales se va a llevar una sorpresa muy desagradable
"Mal querida"... me divierten tus expresiones
Muchas gracias... Lo mismo te deseo