CAPÍTULO 11
GABRIELA Y
HÉRCULES
L
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os niños, muy distraídos, continuaron adornando el árbol, pronto le llegaría el turno al Belén. Súbitamente, apareció Sandra en el salón y se acercó a los
chicos con cara de pocos amigos.
—¡Nico! —exclamó
de mal talante—. ¡No has hecho tu cama! Y tu cuarto de baño está asqueroso. En
el espejo no caben más gotas y el suelo está encharcado. Has debido ducharte sin
cerrar la mampara.
—¡Déjame
en paz! —espetó el niño, molesto—. Luego subiré a arreglarlo, ¿vale? Ahora estoy ocupado.
Sandra no estaba dispuesta a darse por
vencida.
—¡De
ninguna manera! —gritó—. ¡Vas a arreglarlo ya! Todavía estaba enfadada por las
risas de los críos en el desayuno.
—¡Te
he dicho que lo haré luego! —insistió Nicolás, exasperado—. ¿Por qué no me
dejas tranquilo? Mi tía Elisa te paga para que trabajes; ve a cumplir con tus
obligaciones, ¡chacha de mierda!
En cuanto se le escapó este insulto, Nicolás
se arrepintió. Cerró los ojos, abatido. Cuando los abrió, vio la mirada triunfal
de Sandra.
—Siento
lo que he dicho —se disculpó el muchacho, precipitadamente—, no era mi
intención. Subiré ahora mismo…
Pero a Sandra le tenían sin cuidado sus
excusas; se dirigió, rápida, hacia el despacho del señor Teodoro y entró sin llamar.
Nicolás resopló, preocupado.
—¡Chivata
asquerosa! —despreció Natalia, enojada.
Transcurridos unos minutos salieron del
despacho, Sandra con carita de haber llorado y el señor Teodoro con cara de enfado
supremo. Se aproximaron a los niños.
—Nico
—dijo el hombre en tono muy severo—, ¿quieres repetirle a Sandra lo que le has
dicho, delante de mí?
Por supuesto, Nicolás no repitió nada.
—Bien
—dijo el señor Teodoro empleando el mismo tono severo—. Vas a acompañar a Sandra y vas a
hacer todas las tareas que te encargue —seguidamente se dirigió a la chica—. Si
protesta, se queja o rechista, vienes y me lo dices.
Sandra abandonó el salón, muy satisfecha,
seguida de un apabullado Nicolás.
—Ven
un momento a mi despacho, Nat—ordenó el señor Teodoro a la niña.
En el estudio, le preguntó si Nicolás había
hecho algún comentario después de hablar con él.
—Está
muy contento y ya no piensa escaparse —informó la pequeña.
El señor Teodoro se sintió aliviado oyendo
esta respuesta.
—Puedes
volver con tus amigas —dijo a Natalia.
—Blas,
Sandra es muy pesada y se divierte pinchándonos. Nico no quería…
—No vayas a defenderlo ahora —atajó el hombre—.
Todos los trabajos son igual de dignos y nadie merece ser insultado por
realizarlos. Vete con tus amigas, Nat.
Natalia se reunió con Patricia y Bibiana; el señor Teodoro salió a la calle para empezar a instalar las luces alrededor de la casa. Elisa
y la señora Emilia se encontraban en la terraza de la barbacoa. La joven se entretenía
pintando un cuadro; pintar era su afición favorita. La madre del señor Teodoro reposaba
en una hamaca disfrutando del calor de los beneficiosos rayos de un sol invernal.
Las niñas decidieron salir a despejarse, una vez terminaron
de decorar el árbol y el Belén. Fueron a casa de la señora Estela, llevando consigo una
caja de adornos para darle un aspecto navideño al salón de la mujer. Comieron
deliciosos bollitos rellenos de crema que les supieron a gloria bendita y la señora Estela lamentó que Nicolás no estuviera.
—Blas
es demasiado recto con Nico —criticó, disgustada—. Y esa Sandra es una
descarada espabilada.
Bibiana aprovechó un momento que se encontró a
solas con la señora Estela para relatarle lo que Nicolás les había contado después de
hablar con el señor Teodoro. La mujer hizo una mueca desaprobadora.
—No
te preocupes, Bibi. Nico sabrá toda la verdad el cinco de enero. Dejemos que
disfrute los días que le quedan.
Las chiquillas fueron a dar un paseo por la
urbanización, el sol lucía esplendoroso en el cielo y el frío no era tan intenso.
Patricia y Bibiana miraban maravilladas el bosque frondoso que las rodeaba con árboles de distintas especies y edades, un paisaje verde con poderosas ramas extendidas entrelazando sus hojas. Pinos, alcornoques, madroños,castaños, tejos... inundaban la tierra creando un espectáculo deleitoso. Las niñas se sintieron en el paraíso. Entre tanta belleza divisaron una casa detrás de la piscina.
—¿Quién
vive ahí? —preguntó Patricia.
—Un matrimonio; el señor Francisco y su mujer,
la señora Marina —respondió Natalia—. Y los pesados de sus hijos; Jaime y
Julián. Tienen ocho y diez años y son unos críos insoportables como su padre.
Seguro que acabaréis conociéndolos. El señor Francisco es un hombre gordo y
calvo; tiene los ojos tan saltones que parece un sapo. La mujer también es
gorda y muy nerviosa. Jaime y Julián nos han metido en más de un lio a Nico y a
mí, por ser unos bocazas chivatos.
El señor Teodoro terminó de instalar las luces y las probó.
Funcionaban perfectamente. Contento, comenzó a provocar a su madre y a Elisa,
hasta tal punto que acabó perseguido por ambas. Cuando consiguieron
acorralarlo, Elisa le pintó la cara con un pincel y Emilia le asestó dos buenos
escobazos con una escoba que había cogido de la barbacoa.
—Vale,
vale —rió el hombre—, me rindo. ¡Sois unas tramposas! ¡Dos contra uno, no es
justo!
Nicolás, por su parte, no lo pasó bien aquella
mañana. Tuvo que hacer su cama y la de Natalia. Limpió el espejo de su cuarto
de baño y recogió el agua del suelo. También tuvo que quitar el polvo, pasar la
aspiradora y dejar muy brillantes los cristales de cinco ventanas. No complacida
con este trabajo, Sandra le mandó planchar un montón de ropa. Esta última
tarea fue la que le resultó más complicada al chaval. La joven lo miraba,
gozosa, mientras el chico bregaba para no dejar ninguna arruga.
“Lástima que Nico tenga diez años menos que
yo", meditó, "es guapísimo y más
alto que mi novio. También debe ser más fuerte. Algún día, Nico será tan
apuesto como Blas. ¿Quién sabe? A
lo mejor, ese día, puedo ligármelo”. La chica
sonrió.
Si Nicolás hubiera sospechado lo que pensaba
Sandra hubiese huido de allí, despavorido.
A la hora de comer, todos acudieron al salón.
Había lentejas con chorizo de pueblo, pollo asado con patatas fritas y fruta
variada. Elisa también puso sobre la mesa un gran y suculento flan casero.
Nicolás se sentó, agotado y malhumorado.
—¿Cómo
ha ido todo? —preguntó el señor Teodoro a Sandra.
—¡Bueno!
—profirió ella, despectivamente—. Nico no tiene mucha idea de trabajos
domésticos pero, por lo menos, no ha protestado.
—¡Venga,
Sandra! —exclamó Nicolás, enfadado—. Te has pasado cien pueblos conmigo. Me has
tratado toda la mañana como a un esclavo. Ni siquiera me has dejado descansar
un par de minutos.
—Nico,
a ti no te quiero oír —dijo el señor Teodoro con firmeza.
El niño no replicó y miró a las lentejas de su
plato como si quisiera asesinarlas. Elisa y la señora Emilia ya estaban enteradas del
castigo de Nicolás; a las dos les daba pena el chiquillo, pero entendían que el
muchacho había hablado muy mal a Sandra. Por lo tanto, tenían que admitir que
el correctivo había sido necesario. Natalia dio un bollo con crema a su primo.
—Me
lo ha dado Estela para ti —le dijo, intentando animarle—. ¿Y sabes otra cosa?
Esta tarde va a venir Gabriela, viene a
pasar las vacaciones de Navidad. Y viene con su perro, Hércules.
Nicolás asintió en silencio y siguió
comiendo cucharadas de lentejas, enfurruñado.
—Eso es estupendo —se alegró la señora Emilia—, mi vieja
amiga Estela estará encantada con la visita de su hija.
—¿Va
a seguir castigado Nico esta tarde? —preguntó Natalia mirando al señor
Teodoro.
El joven se encogió de hombros.
—Eso
no depende de mí —contestó—, depende de lo que diga Sandra.
Todos miraron a la aludida, excepto Nicolás.
—Lo
dejaré libre a las cinco de la tarde —decidió la chica sintiéndose importante—.
Hay que limpiar un poco la cocina.
—Me
parece que hoy estás muy trabajadora—intervino la señora Emilia que creía, a ciencia
cierta, que Sandra se estaba pasando de la raya.
A Nicolás le hubiese gustado zarandear a la
joven pero procuró, por su propio bien, mantenerse muy quieto en su asiento.
Sudó a mares limpiando los
electrodomésticos. Por fin, llegó la hora anhelada. A las cinco se vio
liberado, fue directo al garaje y cogió su querido monopatín. Salió veloz de
la casa. Vio un coche de color verde aparcado, junto a la verja de la señora
Estela.
“Debe haber llegado su hija”, pensó el
niño.
Natalia, Patricia y Bibiana se asomaron al
balcón y lo llamaron.
—¡Ven,
Nico! —gritó Natalia—. ¡Gabriela ya está aquí! ¡Y verás qué guapo está
Hércules! ¡Está grande y fuerte! ¡Y muy juguetón!
Págs. 71-76
Aix que ya me acerco a los últimos capítulos que has colgado!!!!!!!
ResponderEliminarEs que eres una lectora empedernida y a mí me encanta que lo seas. Besos.
ResponderEliminarLa cosa marcha bien, me gusta; además, ahora llegan nuevos personajes, siento curiosidad por el papel que van a jugar en la historia.
ResponderEliminarSandra una puerca, sí.
Besos
¡Ay qué gracia! Me recuerdas a Natalia. Me alegra que te guste y me alegra verte por la estación. Sé que estás muy ocupada con la preparación de tu nuevo blog que estoy segura de que va a ser un éxito pero no tardes demasiado en volver. Besos a ti.
ResponderEliminarCada uno en su sitio, ubicaditos y listos para la acción. Estoy deseando que sea 5 de enero...
ResponderEliminarBesos
Todo llegará, Silvia. Me gusta que estés intrigada y deseando saber qué va a pasar. Muchos besos.
ResponderEliminarMe encanta la forma como vas incorporando nuevos personajes, vamos conociendo un poco más a los primeros y zas! llegan otros que de una u otra forma nos sorprenden también. Me da rabia esa Sandra, pero bueno algún día se le torcerá el asunto y la pillarán a ella (eso espero!!)
ResponderEliminarBesos!
Y a mí me encantan tus comentarios!! Es posible que tengas razón y, en algún momento, pillen a Sandra en alguna falta. Me alegra que lo estés deseando porque demuestras estar viviendo la trama.
EliminarUn abrazo!!
Precisamente por ese motivo estamos aquí todas tus lectoras... Por que tal como nos vas adentrando en la historia, nos atrapas a todas en ella. jajajajaja
Eliminarjajajajajaja ¡Esto es super divertido! La faena de un escritor es atrapar a sus lectores.... jajajajjaja
EliminarY mis personajes están satisfechos. Y yo también.
Besos!!
Primero que nada : que significa chivato o chivata?aqui en mi provincia significa cornudo o sea que le son infieles,pero en este contexto parece significar otra cosa.
ResponderEliminarGabriela! LLEGA OTRO PERSONAJE!buenissimo! esa Sandra siempre me cae mal,será tan mala como la veo? la creo incluso capaz de participar con alguien más para secuestrar o lo que sea con tal de obtener dinero.La imagino robando con su novio en la casa o lo que sea!Habrá que seguirleyendo para ver si la prejuzgué o no,un abrazo!
Hola Hada Isol!! Aquí chivato significa una persona que acusa a otra o cuenta algo de otra a una tercera persona. Por ejemplo, imagina que tú y yo somos hermanas, tú rompes un jarrón de casa y yo se lo cuento a los papás.
EliminarSí, llega otro personaje, Gabriela. Y Sandra es de lo que no hay.
Un abrazo muy fuerte!!!
Me parece justo que se castigue a Nicolas por la falta de respeto que ha tenido, pero dos cositas:
ResponderEliminar1- Noooooooooooooo que el castigo no le elija Sandra......jooo(cara enfurruñada, como los ñiños chicos).
2- Mi parte diablilla dice que Sandra es un poco bruja y terminará pagando por lo que esta haciendo a Nico.
Besitos
Hola Susana, probablemente tengas razón y Sandra acabe pagando. Es un poco bruja, estoy muy de acuerdo.
EliminarBesitos.
Lentejas con chorizo en visperas de navidad...
ResponderEliminarGore, gore....
;-)
Oye, un plato muy rico y nutritivo jajaja Pero, ¿cómo que gore, gore? ¿Asco, sangre? ¡No te gustan las lentejas! No pasa nada, si las quieres las tomas y si no las dejas.
EliminarBesos
Me gustan mucho...ese es el problema
ResponderEliminar¡A ver qué ceno en nochebuena como me dejen un perolo a mediodía!
¡Ay, Kikas! La expresión "gore" no debo entenderla muy bien. Entonces te gustan, si se cocinan bien están muy ricas.
Eliminar=Perolo" tampoco lo había oído. Perola, sí. Deben ser expresiones utilizadas en otros lares.
¡Mira, ayer comí lentejas suculentas!
Un beso
Mis felicitaciones guapa, muy buena historia, he llegado hasta aquí por ahora pero me haré tiempo para seguirla sin dudas.
ResponderEliminarTienes mucha claridad al escribir me encanta. Un beso enorme, Lou
Hola Lou!! Me alegra mucho verte por aquí. Muchísimas gracias por tus agradables palabras. Me has hecho sonreír de buena mañana y comenzando semana.
EliminarUn beso enorme!!!
Vaya con Sandra, menuda pieza, hay que ir con pies de plomo con esta chica. Y además pensando en Nico, como has dicho, si él llega a saber lo que está pensando el pobre huiría jejejej
ResponderEliminarjajajajaja Seguro que saldría corriendo y no pararía...
EliminarBesos!!
Pero qué repekentes tiranos se vuelven los "pringaos" de la casa, cuando les conceden un poco de autoridad ¿He entendido mal, o a Nico no le gustan las lentejas? A mí, me encantan ;)
ResponderEliminarBesitos.
jajaja... Vamos a ver, Nico tiene quince años... a mí, a esa edad, tampoco me gustaban mucho.
EliminarAhora me gustan bastante, con chorizo de pueblo... estupendas.
No entiendo cómo a los 15 años no me gustaban. En realidad no me gustaba comer de cuchara... ¡menudos alborotos formaba!
Besos
¡¡¡¡Ay, Mela cariño!!!! Menos mal que ya me contestas. Sólo faltan 2 semanas. ¡¡¡¡Qué ganas de que publiques!!!! En este capítulo ya sale Gabriela. ¡¡¡¡Ay que gracia!!!
ResponderEliminarBesitos, bonita.
Hola Julia... sí, ya falta menos
EliminarY sí, en este capítulo sale Gabriela
Siento haber tardado en contestarte... te he explicado el motivo
Besos
Cómo se ha aprovechado Sandra de la situación! no me extraña que Nico haya salido disparado en su monopatín...
ResponderEliminarSigo leyendo :)
Tienes razón... Sandra se ha aprovechado demasiado ;-)
EliminarBesos
Estos niños, no salen de una para meterse en otra
ResponderEliminary, desde mi punto de vista, el castigo se quedó corto
no se puede tratar o llamar a nadie así.
El que la hace la paga, dicen en mi pueblo, jijiji
Un beso.
Tienes bastante razón... estos niños van de lío en lío ;-)
EliminarEs cierto que Nico le ha dicho algo muy feo a Sandra... pero, a veces, cuando alguien nos desquicia perdemos los papeles
Tu risa me parece un poco malvada ;-)
Un beso