CAPÍTULO 94
CONFLICTO EN EL RECREO
N
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icolás tuvo que perdonar cien mil frases más a
su padre para poder salir al recreo. El señor Teodoro sabía muy bien que se
estaba aprovechando de la inocencia del crío, pero estaba deseoso de tener el
millón de frases y, por fin, deleitarse oyendo cómo su hijo le llamaba “papá”.
Era algo por lo que había luchado durante doce largos años.
“Ya tengo doscientas mil frases”, pensó,
complacido. “Y seguro que no termina el
día sin que consiga tener más”.
El joven sonrió y guardó en un bolsillo de su
pantalón la pequeña agenda donde Nicolás firmaba al pie de las frases que le
iba quitando.
Seguidamente comprobó con un termómetro
digital que continuaba teniendo fiebre. Miró una foto de su hijo, colocada
sobre la mesa de su despacho, y suspiró, preocupado.
∎∎∎
Nicolás salió feliz al patio e inmediatamente
fue abordado por Natalia y Bibiana.
—¡Si que has tardado! —exclamó Natalia— ¿Quieres que nos situemos en la puerta del patio para vigilar?
—¿Vigilar qué?
—¿Qué va a ser? ¡La discoteca!
—¡Qué tonterías dices! —se exasperó el chiquillo— Ahora estará cerrada y aunque estuviera abierta, ¿qué quieres hacer,
saltar la verja del patio?
—Creí que estabas muy interesado por averiguar qué le pasó a la hija
del señor Sierra…
—¡Y claro que lo estoy! Pero ahora no es el momento, Nat.
—Nico tiene razón —medió Bibiana—, la discoteca debe estar cerrada.
—Ayer, cuando volví a casa, encontré a Elisa muy rara —comenzó a decir Natalia, cambiando de tema—. Deberías decirle a Blas que hable con ella.
—¿Qué haces, Nico? —gritó Leopoldo desde la distancia, consiguiendo que Nicolás no
prestase atención a la niña — ¿No
vienes a jugar el partido?
El chiquillo dejó “plantadas” a sus amigas y
corrió a reunirse con el pelirrojo. Natalia se enfureció al punto.
—Pero, ¿qué se ha creído este imbécil? ¡Voy a decirle cuatro cositas!
El patio de “Llave de Honor” tenía zonas con
bancos, árboles que proporcionaban grandes sombras y tres fuentes. El deporte
estaba muy bien considerado y había un pequeño campo de fútbol, una pista de
tenis y, otra, de baloncesto. A lo largo de ambos lados del campo de fútbol, un
ancho escalón servía para que se sentase quien quisiera contemplar el partido.
—Tengo que almorzar —dijo Nicolás a Leopoldo.
—¿Y qué más? —bufó el pelirrojo, contrariado.
—¿Puedo jugar yo? —preguntó Lucas.
—¡Lo que faltaba, no queremos a maricas!
—¡Si él no juega, yo tampoco! —saltó Nicolás— ¡Y te advierto que soy muy bueno!
—¡Está bien! —accedió Leopoldo de mala gana— ¡Pero olvídate de almorzar!
Nicolás se quitó un suéter grueso y se quedó
vestido con uno más fino de cuello alto. Natalia y Bibiana llegaron junto a él.
—¡Nico!, ¿se puede saber qué haces? —preguntó la primera, enfadada.
—¡Nat, cuídame el jersey, el almuerzo y el agua! —exclamó Nicolás— ¡Y no os perdáis el partido! —añadió, saltando al campo.
—¡Será imbécil! —insultó Natalia; sus ojos
color avellana chispeaban.
Nicolás enseguida demostró a sus compañeros su
habilidad con la pelota. Corría como nadie y era prácticamente imposible
robarle el balón. No pasaron cinco minutos y dos goles se colaron en la
portería contraria. Leopoldo y Lucas estaban emocionados.
—¡Eres un fenómeno! —lo felicitó el pelirrojo a chillidos— ¡Contigo seremos los campeones
del instituto! ¡Ni siquiera los de
cuarto podrán con nosotros!
Nicolás sonrió, encantado, y miró en dirección
a las niñas. Bibiana estaba aplaudiendo, pero Natalia permanecía con semblante
huraño.
"Mikaela" y Paula también se habían sentado y
seguían el partido.
—Tu hijo es un gran deportista, Helena —admiró la señora Morales.
—¡No vuelvas a llamarme Helena jamás, ni te refieras a Nico como mi
hijo! —exclamó "Mikaela", irritada.
—Perdona —se excusó su amiga—. ¿Sabes que Blas me ha defendido ante Ismael Cuesta? Creo que es una
buena persona y todo un caballero, me lo ha parecido de verdad.
—¡Cuidado, Paula! No vayas a enamorarte de él. No te lo recomiendo.
—¡Qué cosas dices! —se ruborizó esta.
—Sé lo romántica y enamoradiza que eres —manifestó "Mikaela"—. Y Blas puede resultar muy cautivador. Pero te garantizo que ni es buena persona ni es un caballero.
—No soy romántica ni enamoradiza —protestó Paula, molesta—. pero insisto en que Blas...
—¡No quiero escuchar nada sobre Blas Teodoro! —zanjó "Mikaela", furiosa.
Y Paula Morales guardó silencio sin atreverse a replicar.
—No soy romántica ni enamoradiza —protestó Paula, molesta—. pero insisto en que Blas...
—¡No quiero escuchar nada sobre Blas Teodoro! —zanjó "Mikaela", furiosa.
Y Paula Morales guardó silencio sin atreverse a replicar.
Otro espectador seguía el partido de fútbol,
muy interesado. Era un hombre joven, de complexión atlética. Se llamaba Roberto
Beltrán y daba clases de gimnasia en “Llave de Honor”.
—¿Alguien sabe quién es ese chico alto y moreno? —preguntó, ensimismado.
—Creo que es el hijo del nuevo director —contestó una chiquilla.
—¡Pues está hecho todo un futbolista! ¡Ya quisieran muchos
profesionales jugar la mitad que él! —declaró el profesor, realmente impresionado.
∎∎∎
—¡Mira! —dijo Bibiana a Natalia, dándole un codazo — Blas acaba de salir al patio y ya tiene
encima a Paddy y a todo un séquito. Me parece que el pobre está agobiado.
Natalia giró la cabeza y vio al señor Teodoro.
—¡Ahora mismo se va a agobiar más y Nico me las va a pagar todas
juntas! —exclamó la muchachita, poniéndose en pie— ¡Se va a arrepentir de haber despreciado
nuestra compañía!
—¿Qué vas a hacer? —se alarmó Bibiana.
—¡Tú quédate aquí!
Natalia se encaminó con mucha prisa y mucha
decisión al encuentro del señor Teodoro.
—Mañana es mi cumpleaños —estaba diciendo Patricia—. ¿Podemos hacer una fiesta?
—En el instituto no podemos hacer ninguna fiesta, Paddy —se negó el director—. Comprende que si celebráramos los cumpleaños
de todos los alumnos, estaríamos siempre de fiesta. Eso es imposible, lo
siento. Celébralo por la tarde, cuando no hay clases.
—Y si te invito, ¿vendrás?
—Yo creo que debes invitar…
—¡Blas! —le interrumpió Natalia, hecha una fiera— ¡Haz el favor de venir a cuidar del jersey, del almuerzo y del agua
de tu hijo! ¡Ni Bibi ni yo somos sus criadas o sus niñeras!
El semblante del señor Teodoro comenzó a
oscurecerse.
—¿Dónde está Nico? —preguntó, impaciente.
—Ven conmigo y lo verás.
El hombre, Patricia y sus compañeras siguieron a la niña hasta el campo de fútbol. Natalia arrojó al señor Teodoro
el jersey de Nicolás; el joven dejó su almuerzo y su botella de agua en el
asiento de piedra.
El equipo de Nicolás estaba celebrando un
tercer gol que había marcado Leopoldo gracias a una buena jugada entre Nicolás
y Lucas, que culminó con un excelente pase.
—¡NICO! —gritó el señor Teodoro a pleno pulmón, acabando de sopetón con la
algarabía de los muchachos.
Nicolás miró en dirección a su padre y vio su
jersey en una de sus manos.
—¡Ven aquí! —volvió a gritar el señor Teodoro.
—Se me ha caído el pelo —bisbiseó el chaval a sus amigos y anduvo con
cara de circunstancias hasta llegar junto a su padre.
—Ponte el suéter enseguida —le ordenó este, entregándole el jersey—. ¿Qué pasa, ya no te acuerdas que hace solo unos días estuviste con
fiebre muy alta? ¡Estamos en invierno, Nico! ¡No quiero que te quites ropa y
vayas medio desnudo! ¡Siéntate al lado de Nat y ponte a almorzar!
El crío obedeció sin rechistar y el señor
Teodoro se sentó junto a él para almorzar también.
—Te jorobas, idiota —susurró Natalia al muchacho.
—¡Déjame en paz! —exclamó Nicolás levantándose con tanta rapidez
como si una abeja terminase de picarle.
—Vuelve a sentarte, Nico —le ordenó el señor Teodoro, enojado.
—Prefiero almorzar de pie.
—¡Y yo prefiero que almuerces sentado!
El chiquillo volvió a sentarse oyendo las
risitas de Patricia y sus amigas. El crío comenzó a devorar el bocadillo de
jamón y chorizo que le había preparado su abuela, deseando marcharse cuanto
antes de allí.
—¿Tanta hambre tienes? —le preguntó el señor Teodoro.
—No tengo hambre —respondió Nicolás—, lo que ten go son ganas de volver a jugar. Y no oír las
risas de estas bobas que tenemos detrás —agregó refiriéndose a Patricia y compañía.
—Pues no te molestes en comer deprisa porque no vas a volver a jugar —le aseguró el señor Teodoro—. De aquí no te vas a mover hasta el final del
recreo. Así aprenderás a no quitarte ropa y a almorzar antes de ponerte a
jugar.
Al chiquillo se le llenaron los ojos de
lágrimas al conocer su inmediato futuro y se enfureció segundos después. Sin meditarlo un segundo dio a su padre un brusco pisotón, a lo que el señor Teodoro correspondió con un
cachete.
—Nico, no soy un amigo tuyo —le susurró con severidad—. Soy tu padre.
—¡Y también eres el director! ¡Deberías estar en tu despacho
trabajando! El director de mi internado nunca salía al patio.
El señor Teodoro no pudo evitar sonreír tras
las palabras de su hijo.
—El director de tu internado, raro era el día, que no me llamaba
quejándose de ti —evocó.
Nicolás se acordaba perfectamente de aquello;
a veces el señor Teodoro le reñía por teléfono y, en otras ocasiones, acudía
al internado y lo conducía a su habitación para asestarle unas cuantas palmadas
en el trasero.
El niño terminó su bocadillo y bebió el agua
de la botella. El señor Teodoro también había bebido el agua, pero su bocadillo
estaba a mitad. El joven tenía poco apetito por causa de la fiebre y se sentía
un poco mareado.
Leopoldo y Lucas se aproximaron a Nicolás.
—¿No vienes a jugar? —interrogó el pelirrojo.
—Este idiota no me deja —declaró el chiquillo señalando a su padre.
Leopoldo y Lucas lo miraron asombrados. El
señor Teodoro reaccionó propinando un nuevo cachete al muchacho.
—Te he dicho que no soy un amigo tuyo. ¡Que soy tu padre!
—¿Cuántas frases quieres que te quite para que pueda volver a jugar? —preguntó Nicolás después de cavilar breves instantes.
El señor Teodoro reflexionó un minuto que se
le hizo eterno al chiquillo.
—Te va a salir caro volver a jugar —le advirtió el hombre—. Quiero cien mil frases por el jersey, otras
cien mil por el almuerzo, otras cien mil por el pisotón y otras cien mil por el
insulto. Un total de cuatrocientas mil.
—Vale, bien —cedió Nicolás de inmediato.
El señor Teodoro sacó su agenda y el niño
firmó el trato. Inmediatamente corrió, precipitadamente, a reanudar su partido
de fútbol como si no existiesen más días, como si fuera el último partido de su
vida.
El señor Teodoro guardó la agenda, muy
satisfecho. Ya tenía seiscientas mil
frases. Cuando la señora Sales se enterase, seguro que lo acusaba de
aprovecharse de Nicolás a base de bien.
Natalia se levantó, enfurruñada.
—Vámonos, Bibi —le dijo a su amiga—. Hay cosas más importantes que hacer que ver jugar al imbécil de
Nico.
Las dos jovencitas se alejaron del campo de
fútbol. El señor Teodoro escuchó el comentario de Natalia y supuso que los niños habían discutido. El joven
envolvió en el papel de aluminio el resto de bocadillo que no podía terminar de
comer.
Patricia y sus amigas se sentaron a su
lado sin dejar que disfrutara plenamente viendo jugar a Nicolás.
Págs. 742-750
Este jueves dejo en el lateral del blog una canción de Cristian Castro... "Imagina"
Y a ti, María, gracias por este detalle
Este premio viene acompañado de 11 preguntas
1_¿Te gusta la lluvia? ¿Por qué?
No es que me guste, es que me encanta
Cuando era pequeña disfrutaba saltando en los charcos... quizás sigo disfrutando ;-)
2_¿Cuál es tu filosofía de vida?
No tengo una única filosofía
3_¿Estás enamorada?
Podría decir que sí o podría decir que no... pero prefiero no contestar a esta pregunta
4_¿Qué tipo de literatura prefieres?
Novela
5_¿Cómo de importante es el dinero para ti?
El dinero no maneja mi vida
6_Di algo que te guste mucho
Escribir, por ejemplo
7_Di una meta que tengas
No tengo metas
8_Cuál es la última meta conseguida
Repito que no tengo metas
9_¿Te sientes coherente?
A veces sí... a veces no
10_¿Qué es lo que más te gusta de ti?
Me gusta aprender... y si surge algún problema encontrarle una solución
11_¿Qué es lo que menos te gusta de ti?
A veces pierdo la calma con mucha facilidad
Bueno, esto es todo
Este premio puede llevárselo quien quiera
Gracias a tod@s
Y hoy, voy a publicar un premio que María desde su blog, Desnudando Palabras, ha tenido la gentileza de ofrecerme.
Os emplazo a conocer a María y a este blog... seguro que os encantaY a ti, María, gracias por este detalle
Este premio viene acompañado de 11 preguntas
1_¿Te gusta la lluvia? ¿Por qué?
No es que me guste, es que me encanta
Cuando era pequeña disfrutaba saltando en los charcos... quizás sigo disfrutando ;-)
2_¿Cuál es tu filosofía de vida?
No tengo una única filosofía
3_¿Estás enamorada?
Podría decir que sí o podría decir que no... pero prefiero no contestar a esta pregunta
4_¿Qué tipo de literatura prefieres?
Novela
5_¿Cómo de importante es el dinero para ti?
El dinero no maneja mi vida
6_Di algo que te guste mucho
Escribir, por ejemplo
7_Di una meta que tengas
No tengo metas
8_Cuál es la última meta conseguida
Repito que no tengo metas
9_¿Te sientes coherente?
A veces sí... a veces no
10_¿Qué es lo que más te gusta de ti?
Me gusta aprender... y si surge algún problema encontrarle una solución
11_¿Qué es lo que menos te gusta de ti?
A veces pierdo la calma con mucha facilidad
Bueno, esto es todo
Este premio puede llevárselo quien quiera
Gracias a tod@s