EL CLAN TEODORO-PALACIOS

CUARTA PARTE

jueves, 24 de abril de 2014

EL CLAN TEODORO-PALACIOS Capítulo 94

























CAPÍTULO 94

CONFLICTO EN EL RECREO



N
icolás tuvo que perdonar cien mil frases más a su padre para poder salir al recreo. El señor Teodoro sabía muy bien que se estaba aprovechando de la inocencia del crío, pero estaba deseoso de tener el millón de frases y, por fin, deleitarse oyendo cómo su hijo le llamaba “papá”. Era algo por lo que había luchado durante doce largos años.
            “Ya tengo doscientas mil frases”, pensó, complacido. “Y seguro que no termina el día sin que consiga tener más”.
El joven sonrió y guardó en un bolsillo de su pantalón la pequeña agenda donde Nicolás firmaba al pie de las frases que le iba quitando.
Seguidamente comprobó con un termómetro digital que continuaba teniendo fiebre. Miró una foto de su hijo, colocada sobre la mesa de su despacho, y suspiró, preocupado.
                                                                                     ∎∎∎
Nicolás salió feliz al patio e inmediatamente fue abordado por Natalia y Bibiana.
            ¡Si que has tardado! exclamó Natalia ¿Quieres que nos situemos en la puerta del patio para vigilar?
              —¿Vigilar qué?
            ¿Qué va a ser? ¡La discoteca!
            ¡Qué tonterías dices! se exasperó el chiquillo Ahora estará cerrada y aunque estuviera abierta, ¿qué quieres hacer, saltar la verja del patio?
            Creí que estabas muy interesado por averiguar qué le pasó a la hija del señor Sierra…
            ¡Y claro que lo estoy! Pero ahora no es el momento, Nat.
            Nico tiene razón medió Bibiana, la discoteca debe estar cerrada.
            Ayer, cuando volví a casa, encontré a Elisa muy rara comenzó a decir Natalia, cambiando de tema. Deberías decirle a Blas que hable con ella.
            ¿Qué haces, Nico? gritó Leopoldo desde la distancia, consiguiendo que Nicolás no prestase atención a la niña ¿No vienes a jugar el partido?
El chiquillo dejó “plantadas” a sus amigas y corrió a reunirse con el pelirrojo. Natalia se enfureció al punto.
            Pero, ¿qué se ha creído este imbécil? ¡Voy a decirle cuatro cositas!
El patio de “Llave de Honor” tenía zonas con bancos, árboles que proporcionaban grandes sombras y tres fuentes. El deporte estaba muy bien considerado y había un pequeño campo de fútbol, una pista de tenis y, otra, de baloncesto. A lo largo de ambos lados del campo de fútbol, un ancho escalón servía para que se sentase quien quisiera contemplar el partido.
            Tengo que almorzar dijo Nicolás a Leopoldo.
            —¿Y qué más? bufó el pelirrojo, contrariado.
            ¿Puedo jugar yo? preguntó Lucas.
            ¡Lo que faltaba, no queremos a maricas!
            ¡Si él no juega, yo tampoco! saltó Nicolás ¡Y te advierto que soy muy bueno!
            ¡Está bien! accedió Leopoldo de mala gana ¡Pero olvídate de almorzar!
Nicolás se quitó un suéter grueso y se quedó vestido con uno más fino de cuello alto. Natalia y Bibiana llegaron junto a él.
            ¡Nico!, ¿se puede saber qué haces? preguntó la primera, enfadada.
            ¡Nat, cuídame el jersey, el almuerzo y el agua! exclamó Nicolás ¡Y no os perdáis el partido! añadió, saltando al campo.
            ¡Será imbécil! insultó Natalia; sus ojos color avellana chispeaban.
Nicolás enseguida demostró a sus compañeros su habilidad con la pelota. Corría como nadie y era prácticamente imposible robarle el balón. No pasaron cinco minutos y dos goles se colaron en la portería contraria. Leopoldo y Lucas estaban emocionados.
            ¡Eres un fenómeno! —lo felicitó el pelirrojo a chillidos ¡Contigo seremos los campeones del instituto! ¡Ni siquiera los de cuarto podrán con nosotros!
Nicolás sonrió, encantado, y miró en dirección a las niñas. Bibiana estaba aplaudiendo, pero Natalia permanecía con semblante huraño.
"Mikaela" y Paula también se habían sentado y seguían el partido.
              —Tu hijo es un gran deportista, Helena admiró la señora Morales.
            ¡No vuelvas a llamarme Helena jamás, ni te refieras a Nico como mi hijo! exclamó "Mikaela", irritada.
            Perdona se excusó su amiga. ¿Sabes que Blas me ha defendido ante Ismael Cuesta? Creo que es una buena persona y todo un caballero, me lo ha parecido de verdad.
            ¡Cuidado, Paula! No vayas a enamorarte de él. No te lo recomiendo.
            ¡Qué cosas dices! se ruborizó esta.
            Sé lo romántica y enamoradiza que eres manifestó "Mikaela". Y Blas puede resultar muy cautivador. Pero te garantizo que ni es buena persona ni es un caballero.
              —No soy romántica ni enamoradiza  —protestó Paula, molesta—. pero insisto en que Blas...
                  —¡No quiero escuchar nada sobre Blas Teodoro! —zanjó "Mikaela", furiosa.
Y Paula Morales guardó silencio sin atreverse a replicar.
Otro espectador seguía el partido de fútbol, muy interesado. Era un hombre joven, de complexión atlética. Se llamaba Roberto Beltrán y daba clases de gimnasia en “Llave de Honor”.
            ¿Alguien sabe quién es ese chico alto y moreno? preguntó, ensimismado.
            Creo que es el hijo del nuevo director contestó una chiquilla.
            ¡Pues está hecho todo un futbolista! ¡Ya quisieran muchos profesionales jugar la mitad que él! declaró el profesor, realmente impresionado.
                                                                                    ∎∎∎
            ¡Mira! dijo Bibiana a Natalia, dándole un codazo   Blas acaba de salir al patio y ya tiene encima a Paddy y a todo un séquito. Me parece que el pobre está agobiado.
Natalia giró la cabeza y vio al señor Teodoro.
            ¡Ahora mismo se va a agobiar más y Nico me las va a pagar todas juntas! exclamó la muchachita, poniéndose en pie ¡Se va a arrepentir de haber despreciado nuestra compañía!
            ¿Qué vas a hacer? se alarmó Bibiana.
            ¡Tú quédate aquí!
Natalia se encaminó con mucha prisa y mucha decisión al encuentro del señor Teodoro.
            Mañana es mi cumpleaños estaba diciendo Patricia. ¿Podemos hacer una fiesta?
            —En el instituto no podemos hacer ninguna fiesta, Paddy se negó el director. Comprende que si celebráramos los cumpleaños de todos los alumnos, estaríamos siempre de fiesta. Eso es imposible, lo siento. Celébralo por la tarde, cuando no hay clases.
            Y si te invito, ¿vendrás?
            Yo creo que debes invitar…
            ¡Blas! le interrumpió Natalia, hecha una fiera ¡Haz el favor de venir a cuidar del jersey, del almuerzo y del agua de tu hijo! ¡Ni Bibi ni yo somos sus criadas o sus niñeras!
El semblante del señor Teodoro comenzó a oscurecerse.
            ¿Dónde está Nico? preguntó, impaciente.
            Ven conmigo y lo verás.
El hombre, Patricia y sus compañeras siguieron a la niña hasta el campo de fútbol. Natalia arrojó al señor Teodoro el jersey de Nicolás; el joven dejó su almuerzo y su botella de agua en el asiento de piedra.
El equipo de Nicolás estaba celebrando un tercer gol que había marcado Leopoldo gracias a una buena jugada entre Nicolás y Lucas, que culminó con un excelente pase.
          —¡NICO! gritó el señor Teodoro a pleno pulmón, acabando de sopetón con la algarabía de los muchachos.
Nicolás miró en dirección a su padre y vio su jersey en una de sus manos.
            ¡Ven aquí! volvió a gritar el señor Teodoro.
            Se me ha caído el pelo bisbiseó el chaval a sus amigos y anduvo con cara de circunstancias hasta llegar junto a su padre.
            Ponte el suéter enseguida le ordenó este, entregándole el jersey. ¿Qué pasa, ya no te acuerdas que hace solo unos días estuviste con fiebre muy alta? ¡Estamos en invierno, Nico! ¡No quiero que te quites ropa y vayas medio desnudo! ¡Siéntate al lado de Nat y ponte a almorzar!
El crío obedeció sin rechistar y el señor Teodoro se sentó junto a él para almorzar también.
            Te jorobas, idiota susurró Natalia al muchacho.
            ¡Déjame en paz! exclamó Nicolás levantándose con tanta rapidez como si una abeja terminase de picarle.
            Vuelve a sentarte, Nico le ordenó el señor Teodoro, enojado.
            Prefiero almorzar de pie.
            ¡Y yo prefiero que almuerces sentado!
El chiquillo volvió a sentarse oyendo las risitas de Patricia y sus amigas. El crío comenzó a devorar el bocadillo de jamón y chorizo que le había preparado su abuela, deseando marcharse cuanto antes de allí.
            ¿Tanta hambre tienes? —le preguntó el señor Teodoro.
            No tengo hambre respondió Nicolás, lo que tengo son ganas de volver a jugar. Y no oír las risas de estas bobas que tenemos detrás agregó refiriéndose a Patricia y compañía.
            Pues no te molestes en comer deprisa porque no vas a volver a jugar le aseguró el señor Teodoro. De aquí no te vas a mover hasta el final del recreo. Así aprenderás a no quitarte ropa y a almorzar antes de ponerte a jugar.
Al chiquillo se le llenaron los ojos de lágrimas al conocer su inmediato futuro y se enfureció segundos después. Sin meditarlo un segundo dio a su padre un brusco pisotón, a lo que el señor Teodoro correspondió con un cachete.
            Nico, no soy un amigo tuyo le susurró con severidad. Soy tu padre.
            ¡Y también eres el director! ¡Deberías estar en tu despacho trabajando! El director de mi internado nunca salía al patio.
El señor Teodoro no pudo evitar sonreír tras las palabras de su hijo.
            El director de tu internado, raro era el día, que no me llamaba quejándose de ti evocó.
Nicolás se acordaba perfectamente de aquello; a veces el señor Teodoro le reñía por teléfono y, en otras ocasiones, acudía al internado y lo conducía a su habitación para asestarle unas cuantas palmadas en el trasero.
El niño terminó su bocadillo y bebió el agua de la botella. El señor Teodoro también había bebido el agua, pero su bocadillo estaba a mitad. El joven tenía poco apetito por causa de la fiebre y se sentía un poco mareado.
Leopoldo y Lucas se aproximaron a Nicolás.
             —¿No vienes a jugar? interrogó el pelirrojo.
            Este idiota no me deja declaró el chiquillo señalando a su padre.
Leopoldo y Lucas lo miraron asombrados. El señor Teodoro reaccionó propinando un nuevo cachete al muchacho.
            Te he dicho que no soy un amigo tuyo. ¡Que soy tu padre!
            ¿Cuántas frases quieres que te quite para que pueda volver a jugar? preguntó Nicolás después de cavilar breves instantes.
El señor Teodoro reflexionó un minuto que se le hizo eterno al chiquillo.
            Te va a salir caro volver a jugar le advirtió el hombre. Quiero cien mil frases por el jersey, otras cien mil por el almuerzo, otras cien mil por el pisotón y otras cien mil por el insulto. Un total de cuatrocientas mil.
            Vale, bien cedió Nicolás de inmediato.
El señor Teodoro sacó su agenda y el niño firmó el trato. Inmediatamente corrió, precipitadamente, a reanudar su partido de fútbol como si no existiesen más días, como si fuera el último partido de su vida.
El señor Teodoro guardó la agenda, muy satisfecho. Ya tenía seiscientas mil frases. Cuando la señora Sales se enterase, seguro que lo acusaba de aprovecharse de Nicolás a base de bien.
Natalia se levantó, enfurruñada.
            Vámonos, Bibi le dijo a su amiga. Hay cosas más importantes que hacer que ver jugar al imbécil de Nico.
Las dos jovencitas se alejaron del campo de fútbol. El señor Teodoro escuchó el comentario de Natalia y supuso que los niños habían discutido. El joven envolvió en el papel de aluminio el resto de bocadillo que no podía terminar de comer.
Patricia y sus amigas se sentaron a su lado sin dejar que disfrutara plenamente viendo jugar a Nicolás.

Págs. 742-750  

Este jueves dejo en el lateral del blog una canción de Cristian Castro... "Imagina"


Y hoy, voy a publicar un premio que María desde su blog, Desnudando Palabras, ha tenido la gentileza de ofrecerme.
Os emplazo a conocer a María y a este blog... seguro que os encanta
Y a ti, María, gracias por este detalle




















Este premio viene acompañado de 11 preguntas

1_¿Te gusta la lluvia? ¿Por qué?
No es que me guste, es que me encanta
Cuando era pequeña disfrutaba saltando en los charcos... quizás sigo disfrutando ;-)
2_¿Cuál es tu filosofía de vida?
No tengo una única filosofía   
3_¿Estás enamorada?
Podría decir que sí o podría decir que no... pero prefiero no contestar a esta pregunta 
4_¿Qué tipo de literatura prefieres?
Novela
5_¿Cómo de importante es el dinero para ti?
El dinero no maneja mi vida
6_Di algo que te guste mucho
Escribir, por ejemplo
7_Di una meta que tengas
No tengo metas
8_Cuál es la última meta conseguida
Repito que no tengo metas
9_¿Te sientes coherente?
A veces sí... a veces no
10_¿Qué es lo que más te gusta de ti?
Me gusta aprender... y si surge algún problema encontrarle una solución
11_¿Qué es lo que menos te gusta de ti?
A veces pierdo la calma con mucha facilidad

Bueno, esto es todo
Este premio puede llevárselo quien quiera
Gracias a tod@s 
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This work is licensed under a Creative Commons Attribution-NonCommercial-ShareAlike 3.0 Unported License. Creative Commons License
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