CAPÍTULO 129
UN BESO DE AMOR
A
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las seis de
la mañana, muy temprano todavía, Blas Teodoro estaba en la cocina, vestido
con traje y corbata, tomando un tazón de tila y observando, a través del
cristal de la ventana, un cielo aún muy negro con puntitos brillantes
titilantes.
Le gustaba mirar las estrellas, intentar contarlas. Eran juguetonas, algunas desaparecían, se apagaban, para poco después volver a aparecer, y volver a
encenderse.
Le gustaba pensar que Helena también las miraba y
que alguna vez, en la distancia, coincidían en ese momento de contemplación de
ese cielo estrellado, de ese cielo iluminado cuajado de diamantes.
Nicolás lo encontró de ese modo, mirando por la
ventana. El niño también estaba vestido y, como su padre, tampoco había dormido
bien.
—Buenos días —saludó en voz baja.
El señor Teodoro lo miró,
sorprendido.
—Es muy temprano, Nico. ¿Qué haces ya preparado?
—No podía estar más en la cama. Estoy muy nervioso —respondió el chiquillo—. Ahora que se acerca el momento tengo miedo —confesó, avergonzado—, tengo miedo de que mi madre nos rechace. Quiero
verla, quiero conocerla en persona pero tengo miedo. ¡Soy un cobarde!
Las pupilas de Nicolás se inundaron; Blas dejó la
taza, se acercó a su hijo y lo abrazó con fuerza.
—Aquí no hay ningún cobarde, Nico. Somos dos
valientes— A continuación condujo una mano del chiquillo hasta
su pecho—. Y aquí
dentro hay un corazón que sabe que tu madre nos quiere. Te aseguro que este corazón
no se equivoca. Te prepararé una tila.
La señora Emilia Sales despidió
con besos y fuertes abrazos a su hijo y nieto. La mujer estaba seria, con
semblante preocupado y ojeroso. Tampoco había descansado muy bien por la noche.
—Nico, pórtate de maravilla hoy —dijo
al chiquillo—. Y tú, Blas, recuerda que los dos hombres con más poder de este
país visitan el instituto que diriges. Olvida por unas horas tus ideas
liberales y respeta el régimen de Kavana. No nos va mal.
El señor Matías Hernández, desde
detrás de una cortina, con la luz apagada para no ser visto, observó la salida
del señor Teodoro y de Nicolás.
En cuanto comenzaron a circular por las calles de
Aránzazu a Nicolás le desagradó ver tanto soldado armado, y el número de
soldados iba en aumento a medida que se acercaban a Llave de Honor.
—¿Se irán a las doce? —preguntó el muchacho, intimidado por los rostros
severos de los militares.
—Sí, claro que se irán —respondió su padre mientras en su mente crecía la
idea de marcharse de Kavana con Helena y el chiquillo. Quería llevarles muy
lejos de allí, a un lugar donde la libertad no fuese un sueño anhelado sino un
derecho declarado.
Llegaron al instituto, a las siete y
treinta minutos. El señor Teodoro mostró su documentación a uno de los
militares apostado en la puerta principal. Tras comprobar que estaban en la
lista, les permitió entrar.
—¿No hay arco de seguridad? —indagó Blas, sorprendido— Pensé que iban a instalarlo.
—Pensó usted mal, lo del arco era un cuento chino —contestó secamente el soldado—. Don Arturo Corona no cree en la posibilidad de que
haya un terrorista entre los profesores y alumnos citados. ¿Cree usted que
puede haberlo?
—No, no lo creo.
∎∎∎
Miguel y Montse arreglaban a Helena para su última
función. Conocedores de que, después de comer, se iba a Markalo eran muy
conscientes de que nada podía fallar en su último día como Mikaela Melero.
Ninguno de los dos dijo nada a pesar de que a ambos
les sorprendió el color de la indumentaria que había elegido Helena.
Suéter fino de cuello alto completamente negro,
pantalones y zapatos del mismo tono funesto.
Y es que Helena se sentía negra por dentro, y el
color negro le pareció el idóneo para exteriorizar este sentimiento.
Helena también observó, con discreción, a Miguel y a
Montse; novios desde hacía años, no recordaba cuantos y no quiso preguntar. Trabajaban
juntos y ninguno daba la apariencia de estar nervioso. Todo lo contrario, parecían muy tranquilos.
Helena pensó en Blas, imaginó que trabajaran juntos
como lo hacían Miguel y Montse, casi sonrió muy segura de que los nervios y la
falta de calma estarían presentes y serían protagonistas en su relación laboral
por muchos años que llevasen unidos. Era una impresión, una sensación, una
certeza. ¿El motivo, la causa? No lo sabría explicar.
Matilde Jiménez no aprobó el color de la ropa
elegido por Helena.
—Demasiado oscura —opinó.
—Oscura por dentro, oscura por fuera —replicó Helena.
—Recuerda que no puedes hablar. ¡Contrólate, por
Dios, Helena! ¿Llevas libreta y bolígrafo?
Helena sacó de un bolso negro una libreta, tamaño
cuartilla, de tapas negras. En la tapa delantera de la libreta había enganchado
un bolígrafo también negro.
—¡Todo bien negro! —exclamó Matilde, horrorizada— Cuando se te mete algo es esa cabecita… —suspiró, consternada—Helena,
prométeme que vas a tener mucho cuidado. No he pegado ojo esta noche, estoy
sobresaltada. Tengo el presentimiento de que algo malo… —no terminó la frase—Tengo una opresión en el pecho, como un ahogo.
—Serénate —le
dijo Helena con firmeza—.
Te entretienes preparando el equipaje y haciendo la comida. Miguel y Montse te
harán compañía, no vas a estar sola. Poco después de las doce estaré aquí.
∎∎∎
El ruido ensordecedor de una sirena perforó el
silencio de algunas de las calles de Aránzazu. El escándalo inaudito solamente
cesó cuando un vehículo blindado, de alta gama, se detuvo frente a la entrada
del instituto Llave de Honor.
—Ya están aquí, ¿verdad? —preguntó Nicolás, aprensivo.
—Sí, hijo, ya están aquí —respondió su padre—. Pero tranquilízate, todo acabará a las doce. A las
doce se irán.
—Pero a las doce deberíamos ir a buscar a mi madre.
No deberías perder tiempo con Mikaela en el despacho.
—Nico, con Mikaela solo estaré un par de minutos.
Además, no tenemos que salir a buscar a tu madre. Ella acudirá al despacho
también. Y tú también, estaremos los tres en el despacho.
—¿Que mi madre va a ir al despacho, va a venir al
instituto? —interpeló el muchacho, asombrado.
Nicolás aún pudo ver asentir a su padre antes de
que su mirada se dirigiera a la puerta principal. Dos hombres acababan de
entrar.
Los dos eran altos; uno, cinco centímetros más que
el otro. A pesar de sus sesenta y tres años, la llamada curva de la felicidad
rondaba muy lejos de sus abdómenes planos.
También, la luz de la felicidad, rondaba lejos de
los rostros de los dos hombres más poderosos de Kavana.
Arturo Corona, el dictador desde hacía décadas,
nacido para serlo por imposición familiar, tenía una mirada feroz. Sus ojos tan
oscuros como el pelo de su cabeza. Sin embargo, nunca nadie podría decir que le
hubiese visto teñirse el cabello.
Jaime Palacios, de coronilla calva, tenía numerosas
canas en un pelo que debió ser muy negro tiempo atrás. Su semblante, sombrío y
frío.
Blas Teodoro avanzó hacia ellos y estrechó la mano
de Arturo Corona. La mirada feroz del dictador se suavizó.
—Es un honor tenerles aquí —mintió Blas, pero había momentos que la mentira y la
hipocresía eran necesarias, y este, era uno de esos momentos.
Su encuentro con Jaime Palacios fue más sobrio. Blas
no contaba con la simpatía del padre de Helena. No ocurrió lo mismo con
Nicolás, a quien el señor Palacios saludó con total cordialidad y amabilidad.
También, Arturo Corona, fue muy amable con el
muchacho. El comportamiento de Nicolás fue correcto, pero no
sonrió. Permaneció serio y distante. No le gustaban estos hombres, y todavía
no había adquirido la suficiente madurez para que la hipocresía,
desgraciadamente tan imprescindible en ocasiones, formara parte de su
personalidad. Tal vez, con los años, llegara a entender que el fingimiento y él jamás se llevarían bien y, que este matiz, era una
herencia de su madre.
Ismael Cuesta se congratuló con esta orden. Todo marchaba bien y según lo planeado. Pero, de pronto, se inquietó temiendo que algo se torciera.
Aún no eran las nueve de la mañana cuando, muy
puntuales, comenzaron a entrar al hall del instituto profesores, y alumnos de
primero y segundo curso. Los profesores se habían puesto sus mejores trajes;
los alumnos también iban muy bien vestidos, peinados y aseados.
En el hall no había rastro de Arturo Corona, de
Jaime Palacios, de Blas ni de Nicolás. Los cuatro estaban reunidos en el
despacho del señor Teodoro.
El señor Eduardo Cardo era un manojo de nervios que
no sabía qué decir ni qué hacer.
—Los alumnos deben dejar sus abrigos en las clases —dijo un soldado—. Los profesores también. Estarán más cómodos. Dense
prisa, a las nueve y cuarto deben estar en el salón de actos. Don Arturo Corona
y Don Jaime Palacios quieren marcharse a las doce.
Ismael Cuesta se congratuló con esta orden. Todo marchaba bien y según lo planeado. Pero, de pronto, se inquietó temiendo que algo se torciera.
Bibiana se ofreció a llevar el abrigo de Lucas tras
ver las muletas del niño, y uno de sus pies, descalzo y vendado.
—¡Puedo yo! ¡No necesito tu ayuda! —respondió el muchacho, iracundo, dejando muy
sorprendida a Bibiana, y a Natalia, que se hallaba a su lado.
—¿Queréis no enredar, muchachas? —intervino el señor Cuesta.
—¡Cerdo! —exclamó
Natalia sin poder controlarse.
De muy buena gana, el profesor de matemáticas la
hubiese abofeteado. Incluso hubiese sentido placer haciéndolo, pero había algo
más importante y trascendente que hacer aquella mañana.
Y Lucas subió las escaleras, a bastante velocidad, a
pesar del vendaje de su pie.
Helena Palacios fue la última en llegar. Matilde la había retenido intentando convencerla de que no fuera al instituto. Su buena amiga presentía que nada volvería a ser igual después de esa mañana.
Helena maldijo
mil veces a Arturo Corona en cuanto vio que no había detector de seguridad, y ella
no iba a poder hablar.
Paula Morales la esperaba en el vestíbulo y la
informó de que debían dejar sus abrigos en el aula.
Cuando llegaron al aula, Lucas salía de la misma portando en un bolsillo de su pantalón la navaja que había recogido de su pupitre.
Un soldado fue al despacho del señor Teodoro para
notificar que profesores y alumnos ya esperaban en el salón de actos. Blas
salió del despacho con la convicción de ser del agrado de Arturo Corona, y de
desagradar absolutamente a Jaime Palacios. Y no podía entender la razón de uno
ni la razón del otro.
Natalia le había reservado una butaca a Nicolás, y
el chiquillo corrió a sentarse a su lado.
Los alumnos ocupaban las primeras filas del largo
salón de actos. Los profesores estaban sentados detrás de los niños.
Blas buscó, con mirada vehemente, a Helena. Se sosegó al verla sentada junto a Paula, y su corazón brincó porque la pilló
mirándole. Y sonrió cuando ella, precipitadamente, bajó su vista.
“Me estabas mirando, Lunática, me estabas mirando”.
Arturo Corona y Jaime Palacios entraron en el salón
seguidos de dos soldados y dos policías. Uno de los policías era Alfredo
Soriano, el padre de Lucas.
Todos se pusieron de pie mientras el dictador y
Jaime Palacios subían unos pocos peldaños que conducían al escenario donde
los alumnos pasaban ratos estupendos representando obras de teatro. Al fondo del
escenario había una pantalla de cine; a los niños les encantaba ver películas
allí para, posteriormente, comentarlas y debatir sobre ellas en clase. Era
divertido exponer sus opiniones e ideas.
Ahora, solo una mesa y dos sillas eran el moblaje
del escenario.
Todos se habían puesto de pie. Amor y Destino que
habían compartido la noche, sentados muy separados, sin mirarse, también se
levantaron. El Destino sonreía, cínico. El Amor estaba serio, triste, pero
muy dispuesto a luchar.
Todos se habían puesto de pie. Todos, excepto Helena
Palacios. Detestaba a Arturo Corona, a este hombre sí. Odiaba su arrogancia, su
poderío absoluto e injusto, su falta de sometimiento a ninguna ley. Jamás se
levantaría ante él como detalle de pleitesía. Jamás se levantaría ante el
asesino de su madre.
Porque el Destino ya jugaba sus cartas, Ismael
Cuesta, se encontraba justo detrás de Helena. La agarró del pelo con fuerza,
con rabia, con ira. Quiso obligarla a levantarse. ¿Qué se había creído o quién se había creído esa maestrilla en
prácticas?
Helena sintió el fuerte tirón y notó que su peluca
rubia se desprendía de su cabeza. Se dio la vuelta y la vio en las manos del
profesor de matemáticas. El rostro del hombre reflejaba una sorpresa supina.
—¡Cerdo! —exclamó Helena perdiendo el norte, y levantándose.
Paula se horrorizó al ver lo que acababa de suceder.
Todos los profesores miraban a Helena, extrañados y confundidos.
Ismael Cuesta se excitó al oír, por segunda vez, el mismo insulto dirigido hacia su persona y, sin dudarlo, le propinó una salvaje bofetada a Helena.
Fue tal el golpe que le arrancó parte de la máscara
que tapaba su verdadera cara, y una de las lentillas azules salió despedida.
El profesor de matemáticas creyó estar alucinando,
creyó ver visiones. Se quedó paralizado hasta que los gritos de Soraya Palma le
hicieron reaccionar.
—¡Es una
impostora! —chilló la profesora de inglés— ¡Quizás sea
una terrorista! ¡Que alguien la
detenga!
Arturo Corona y Jaime Palacios no llegaron a
sentarse. Ambos miraron hacia la dirección de donde procedían los gritos.
Blas también miró y su sangre entró en ebullición
cuando vio al señor Ismael Cuesta estirar de un brazo de Helena forzándola a salir al pasillo adyacente a la fila de butacas.
—¡SUELTE A ESA
MUJER! —Y más que gritar, rugió, porque todo su ser se había
transformado en un león muy fiero, en el rey de la selva.
Blas corrió hacia ellos; el señor Cuesta dejó de sujetar,
con mano férrea, a Helena. La soltó, acobardado, sintiendo que el fuego de los ojos del señor Teodoro le
quemaba la piel.
Nicolás no entendía lo que pasaba. En realidad,
nadie entendía nada. El chiquillo temió que alguno de los soldados o policías
disparara a su padre, se tranquilizó cuando escuchó ordenar al señor Arturo
Corona que las armas estuvieran muy quietas, y que todo el mundo se sentara.
Profesores y alumnos obedecieron. Se sentaron, pero
nadie dejó de mirar a Blas, a Helena y al señor Ismael Cuesta.
Eduardo Cardo, el jefe de estudios, se agachó.
Estaba aterrorizado. Pretendía ocultarse, convencido de que todos iban a ser
detenidos y ejecutados.
A Blas le bastó mirar un segundo la cara de Helena
para saber lo que había hecho Ismael Cuesta.
—¡ES USTED UN
MISERABLE COBARDE! —aulló,
fuera de sí— Pero se ha
equivocado pegando a la mujer que amo.
La mano abierta de Blas se estrelló contra una
mejilla del profesor de matemáticas. Parte de las muelas del señor Cuesta iban
a bailarle y a dolerle el resto de su vida. Aún así podía darse por redivivo.
Si el señor Teodoro le hubiera golpeado con el puño lo hubiese matado.
—Esta mujer no es ninguna impostora, y mucho menos
una terrorista —declaró Blas mirando a Helena,
aunque esta declaración iba dirigida a Arturo Corona y a Jaime Palacios—. Sé muy bien quién es y que le gusta disfrazarse.
Se llama Helena Palacios, y es la madre de mi hijo.
Natalia y Bibiana se miraron, atónitas. Luego
miraron a Nicolás. Las lágrimas bañaban el rostro del muchacho, y él ni
siquiera era consciente de ello.
—¿Qué hace tu hija aquí? —preguntó Arturo Corona en susurros.
—No tengo respuesta para eso —dijo Jaime Palacios—. Y no me alteres o aquí mismo empieza una guerra.
—Me temo que ya ha empezado.
—Cállate. Yo no sabía que mi hija estaba aquí. Solo sé que un canalla la ha golpeado, y eso no lo tolero ni lo perdono.
—¿Te ha hecho daño ese energúmeno? —preguntó Blas a Helena.
—No creo que eso sea de tu interés o incumbencia —Helena se sabía descubierta, estaba muy agitada, y
ya actuaba a la defensiva.
—Muy bien, como tú digas—aceptó
Blas—. Pero sí que va a ser de mi interés e incumbencia
que me expliques por qué me estabas espiando.
—¿Qué clase de tropelía estás diciendo?
Todos les escuchaban, todos les miraban, excepto el
señor Cardo que solo escuchaba sin atreverse a asomar la cabeza.
Pero Blas y Helena ya habían perdido la noción y la
conciencia de dónde se encontraban, ya solo se veían el uno al otro.
—¿Vas a negar que me estabas espiando?
—Por supuesto que lo niego —afirmó Helena—. Solo quería ver a mi hijo sin que tú me vieras.
—No, señorita Mikaela. Tú me estabas espiando por
mucho que lo niegues. Y me voy a cobrar tu espionaje, ya lo creo que me lo voy
a cobrar.
—¡Vaya! Te has convertido en un vulgar materialista.
Tal vez lo fuiste siempre. ¿De cuánto dinero estamos hablando?
Blas se carcajeó. Helena se sintió muy insegura al
no entender el motivo de esa hilaridad repentina. Dedujo que se reía de su
aspecto. Sí, su aspecto debía ser
grotesco.
De inmediato, se quitó la lentilla que aún tapaba
uno de sus ojos, el resto de la máscara de su rostro, y las horquillas que mantenían
recogida su melena morena.
—Eres tú quien tiene pensamientos vulgares, Helena —replicó Blas observando, con deleite, el rostro que
tanto había deseado y soñado volver a ver. Esa tez blanca, esos ojos negros, esos labios con forma de corazón.
Tuvo que hacer un soberano esfuerzo para dominar el impulso que le empujaba a abrazarla—. No estoy hablando de dinero. No he olvidado que eres muy educada, no estaría bien que te hablase de dinero. Eso podría molestar a tu exquisita educación.
Tuvo que hacer un soberano esfuerzo para dominar el impulso que le empujaba a abrazarla—. No estoy hablando de dinero. No he olvidado que eres muy educada, no estaría bien que te hablase de dinero. Eso podría molestar a tu exquisita educación.
Tu espionaje me lo voy a cobrar de otro modo muy
diferente. Quiero un beso, pero no un beso cualquiera. Quiero un beso de amor.
Págs. 1027-1039
Hoy dejo una canción de Franco de Vita... "Tú de qué vas"
Próxima publicación... jueves, 24 de noviembre... Este día publicaré el último capítulo de esta segunda parte... "Gritos desgarradores"
Págs. 1027-1039
Hoy dejo una canción de Franco de Vita... "Tú de qué vas"
Próxima publicación... jueves, 24 de noviembre... Este día publicaré el último capítulo de esta segunda parte... "Gritos desgarradores"
Queridos lectores de El Clan Teodoro-Palacios, siento tener que recordaros que todos los que tenéis blog no debéis comentar... porque no voy a devolver visita
Ha sido un placer contar con vuestra compañía hasta el capítulo 128
Es muy probable que en un futuro, que no creo cercano, os vuelva a visitar
Los que no tenéis blog podéis comentar si queréis... pero, por favor, comentad sobre el capítulo que se ha publicado
Gracias
Ha sido un placer contar con vuestra compañía hasta el capítulo 128
Es muy probable que en un futuro, que no creo cercano, os vuelva a visitar
Los que no tenéis blog podéis comentar si queréis... pero, por favor, comentad sobre el capítulo que se ha publicado
Gracias
Creo que yo no tengo blog, creo que puedo comentar.
ResponderEliminarPrimero decirte que me alegra que hoy hayas vuelto a publicar perooooo qué clase de tropelía has cometido???? A mí no me haces comulgar con ruedas de molino, dónde está el beso de amor???
Blas lo ha mencionado al final del capítulo, qué clase de tropelía es ésta???? Te aviso que los coleccionistas quieren beso. Me ha encantado el capítulo y me ha pasado como a Blas, me he carcajeado.
Besotes!!!!!
Hola, Merck... Pues ya veremos si los coleccionistas tienen lo que quieren
EliminarMe alegra que te hayas reído... eso es bueno
Besotes
Veo, veo....Qué veo??? Que Blas no es nada negociante. Podía haber pedido una pasta gansa peroooooooo no, ha pedido un beso de amor. El beso tendrá que ser espectacular!!!!
EliminarYa veremos como es ese beso... si es que hay beso
EliminarHelena tiene que tocar las palmas "Pam pam pam pam" y decir "Un beso de amor no se lo doy a cualquiera" y Blas que toque las palmas también "Pam pam pam pam" y que diga "Yo no soy un hombre cualquiera, soy Blas TeAdoro, el que por ti se desespera". Eso quedaría chulísimo y el señor Cardo muere de un patatús:))))))))))))))))
Eliminar¡Cuántas tonterías tengo que leer!
EliminarAquí te dejo lo que Helena tiene que decirle a Blas porque Blas ha estado con Elisa.
Eliminar"Y qué me digan a míiiii que te vieron por la calle con otra que no era yo, ve con esa otra mujeeeerrr, que en mi cama no te metes, no te metes otra veeezzz" Oléeeee!!!!!
No me pongas nerviosa con tonterías tuyas
EliminarMela, Matilde tenía razón y aconsejaba bien a Helena. Me parece que algo gordo va a pasar.
ResponderEliminarHombre, el título del próximo capítulo no presagia nada bueno.
¡Pobre Nico! Primero, nervioso y luego llorando. Ya sabe quién es su madre. ¡Y qué bofetada más bien dada se ha llevado el señor Cuesta!
Me ha gustado mucho cuando Blas mira las estrellas y piensa en Helena.
Lucas con navaja, malo, malo.
La conversación entre Blas y Helena me ha sabido a poco de lo que me ha gustado.
Chiquita te dejo que es muy tarde y menudo día hemos pasado.
Pilar.
Hola, Pilar... Pues no, ese título no presagia nada bueno
EliminarSí, Nico estaba nervioso... y cuando ha entendido quién es su madre no ha podido evitar llorar
Bueno, muchas muelas van a dolerle
Me encantó escribir esa escena de las estrellas
Tienes razón sobre Lucas
También me encantó escribir esa conversación
Besos
Hola Mela,bienvenida.Al Cuesta le ha caido el pelo,tocar a Helena le sale caro. El padre lo ha dicho clarito que ni tolera ni perdona.A ese le ha caido el pelo.Blas lo ha hecho mal muy mal,de mano abierta nada con el puño y uno menos.Blas no quiere dinero,de dinero nada de nada, quiere un beso y un beso de amor,no quiere un beso cualquiera.Vaya caos que viene,el padre de Helena no tolera el beso ni lo perdona.El Cardo se esconde porque sabe que viene el caos.
ResponderEliminarSaludos mios.
Hola, Carlos... Lo cierto es que a Jaime Palacios le ha sentado muy mal que Ismael Cuesta dé una bofetada a su hija... también es cierto que Blas no cuenta con su simpatía
EliminarTambién es cierto que estoy harta de leer "Saludos míos"... Quiero decir que sobre el adjetivo posesivo
Saludos
Hola Mela no me esta gustando nada que te influencie la gente para que haya beso,si que hay influencias.Hay gentes que influencian porque quieren beso.No me esta gustando nada que no se comente el capitulo,dijiste que se comente el capitylo y SOLO EL CAPITULO.
EliminarsALUDOS.
Puedes estar tranquilo... nadie va a influir en si hay o no hay beso... lo tengo muy decidido
EliminarHola Mela paso a preguntar como estas y desearte un buen fin de semana.
EliminarSaludos.
Bien, pues gracias por tu deseo
EliminarRespecto a como estoy... eso ya es asunto privado
Quiero decir que aquí se comenta una novela... y nada más
Mela cariño mío, bonita!!!! Ay me dijiste que publicabas el 20 de Octubre y has adelantado la fecha. Ay qué alegría bonita mía!!!! Anoche no me di cuenta, me he enterado en el gimnasio. Casi todas nos hemos enterado aquí pero dos lo sabían y no nos llamaron. A esas no las miro a la cara. He llamado a mi madre y se ha puesto a llorar, he llamado a mi hermano, otro que lo sabía desde esta mañana y sin avisarme.
ResponderEliminar¡Qué capítulo cariño mío! Precioso. Lo he leído muy deprisa, tengo que leerlo más despacio. Estaba entusiasmada esperando leer el beso de amor. Ay cómo eres!!! Blas tiene que besarla. Ay me muero por leer esa escena!!!! La canción es preciosa cariño mío!!! Todas queremos que Blas bese a Helena, ay qué gracia!!!! Tiene que besarla, como sea que la bese!!!! Qué contenta estoy bonita, qué ganas de leerte!!!
Besitos!!!!
Hola, Julia... Bueno, creo que lo importante es que te has enterado y lo has leído
EliminarNo acabo de entender que te haya gustado tanto el capítulo... me da la impresión que solo te interesaba el beso... y no ha habido beso
Me alegra que te haya gustado la canción
Besitos
Mela cariño mío, me ha interesado todo el capítulo pero todos esperábamos el beso y lo seguimos esperando. Quien diga que no estará mintiendo. Mi madre te manda muchos cariños y está muy preocupada por Nico. Ay mi madre no quiere que Blas bese a Helena, ay qué gracia!!! Lo que se han reído esta mañana en el gimnasio porque Nena Kosta se encaramaba y le arrancaba la cabeza al señor Cuesta. Ay, Almudena ha tenido un ataque de risa.
EliminarBesitos!!!!
Bien, pues te ha interesado todo el capítulo
EliminarNena es un poco bruta... o bastante
Besos para tu madre, y para ti
Mela, cariño, a mi madre le ha parecido fatal lo que ha hecho Ismael Cuesta y espera que el padre de Helena le dé su merecido.
EliminarBesitos, bonita mía!!!!
Bueno, lo que ha hecho el señor Cuesta no ha estado bien... entiendo que a tu madre no le haya gustado
EliminarTampoco le ha gustado al padre de Helena... ya veremos lo que sucede
Besitos
Mela cariño mío, mi madre te manda muchos cariños y lo que más desea es que no lo hayas pasado muy mal hoy. Ay eso lo deseamos todos. Tranquila bonita, poco a poco.
EliminarMuchos besitos!!!!!
Gracias... Todo muy bien, dentro de lo lógico
EliminarMela cariño todos queremos beso!!!!!!
EliminarBueno, pues ya faltan menos días para ver si hay beso o no
EliminarAy, cariño mío, ahora sí que falta menos. Se ha hecho muy larga la espera. Qué emoción, bonita!!! Mi madre te manda muchos cariños.
EliminarBesitos!!!!
Hoy ya falta mucho menos... siento que la espera sea larga
EliminarBueno, pues espero que el capítulo no te decepcione
Besos para tu madre, y para tí
Hola Mela, yo es que no tengo blog, tengo blogs, entonces la cosa no va conmigo en eso de la abstención comentaril ☺☺☺
ResponderEliminarNico ha conocido a su madre de forma bastante surrealista, la verdad, como poco es impactante. A Cuesta le arrancaba yo la cabeza, me encaramo sobre él y se la arranco, menudo tipejo de mala ralea. No sé como se va a desarrollar el resto de la escena, la cosa ha quedado de lo más candente.
Arturo Corona asesinó a la madre de Helena? Esto se había comentado? Si es así no lo recordaba. Lucas y la navaja me dan bastante mal fario, de ahí no puede salir nada bueno, tal vez gritos desgarradores, lo que me hace pensar que esta segunda parte no va a terminar muy bien. Al menos Blas y Helena ya están frente a frente, sin máscaras ni disimulos jajaja. Que concreten y se dejen, sobre todo Helena, de medias tintas. Estaré esperando a ver si Blas "cobra", ponte a la faena, no quiero retrasos.
Un beso grande.
Hola, Nena... De acuerdo, no vamos a discutir por una ese
EliminarYo diría que Nico ha conocido a su madre de forma impactante
Sí, ya te estoy imaginando arrancando la cabeza del señor Cuesta
Helena cree que Arturo Corona asesinó a su madre... No, esto no se había comentado antes
Cometí el error de decir que esta segunda parte no acabaría bien... no volverá a pasar
De todos modos, Lucas, la navaja, los gritos desgarradores... sí, parece que nada bueno puede salir
Están frente a frente sin máscaras... sin disimulos, ya no sé
Bueno, pues ya veremos si Blas cobra ese beso de amor
Un beso grande
Hola Mela, siempre es mío el placer cuando leo un capítulo tuyo. Blas ha observado con deleite el rostro de Helena y yo he leído con deleite cada palabra que has escrito.
ResponderEliminarSé quién es el muchacho que lloraba en el capítulo anterior. Lucas lleva el pie vendado y la navaja tiene que tener como destinatario a Nicolás. El señor Cuesta se cabreó cuando Blas le dijo que el lunes le entregaría una carta de despido y pensó que al día siguiente vería a su hijo muerto. Puso la navaja en el pupitre de Lucas y se ha puesto muy nervioso cuando Bibiana quería subir el abrigo de Lucas.
Por ahora no te suelto más rollo. Poco a poco, tengo tiempo hasta tu próxima publicación de desgranar contigo este apasionante capítulo. Muy bien elegida la canción.
Gracias por volver, hada escribiente.
Un beso.
Hola, Juan... Yo te agradezco tus agradables y cariñosas palabras
EliminarBueno, es muy cierto todo lo que dices... por lo tanto, es muy posible que Nico esté en grave peligro
Cuando quieras, no tengo ningún inconveniente en seguir comentando el capítulo
Había varias candidatas... pero me decidí por esta canción... me alegra que te haya gustado
Dije que volvería... una capitana no abandona su barco, y una escritora no abandona su novela
Un beso
Tú eres ambas, una gran capitana y una gran escritora, Mela.
EliminarImagino la sorpresa de Helena al escuchar que Blas no quiere dinero sino un beso, el capítulo se ha quedado de lo más interesante, algo muy normal en esta novela.
Blas y Helena son dos protagonistas brillantes que parecen reales, fruto de tu maestría. No sé si habrá beso porque sé que las cosas pintan mal: los gritos desgarradores, la navaja, el padre de Helena. Aunque no haya beso, Blas y Helena se aman.
Un beso.
Tú también eres gran marinero, y gran lector
EliminarBueno, ya veremos la reacción de Helena ante esta petición
La verdad es que esta novela tiene como base la vida... no es de ciencia ficción, cualquier cosa que ocurre en esta novela podría pasarle a una persona en su día a día... seguramente, es por esta razón, que Blas y Helena puedan parecer reales
Sí, es cierto... las cosas pintan mal
También es muy cierto que, aunque no haya beso, hay amor
Un beso
Hola de nuevo Mela. Me alegra que hayas vuelto, no sólo por leer el siguiente capítulo, sino por comprobar que eres tan fuerte como yo pensaba e intentas seguir adelante a pesar del dolor. Y además has vuelto con un capítulo tremendo. Me ha fascinado este encontronazo :)
ResponderEliminar.Estelle.
Hola, Estelle... Pensaba volver el día 20, pero decidí que no era mala idea volver el día del santo de mi madre
EliminarNo te equivocas al pensar que soy fuerte... aunque también te diré que yo no conocía el significado de la palabra "dolor" hasta el pasado 28 de julio, a las ocho de la mañana... y hay cosas que me han dolido mucho pero, como esto, no
Intento creer a mi madre, intento creer que se ha ido de vacaciones, y que está feliz
Por otra parte, lo que no voy a permitir es que mi tristeza hiera a otras personas a quienes quiero... eso sí que no se lo consiento a esta maldita tristeza
Me alegra verte, y me alegra que te haya fascinado el encontronazo... fue fascinante escribirlo
Besos
Bueno, mi opinión con respecto a lo que pasa después de la muerte es muy incierta... no sé muy bien qué creer en ese sentido, así que poco te puedo decir. Ya te advertí en su momento que no soy muy buena para este tipo de temas... Yo también he perdido personas que quería, pero no me he parado nunca a pensar dónde estarán. He tenido suficiente con afrontar que donde ya no están, es a mi lado.
EliminarYo pienso que las personas que te quieren no se van a herir por tu tristeza, porque te apoyarán y estarán a tu lado a pesar de todo.
.Estelle.
Yo tampoco tengo claro lo que ocurre después de la muerte, creo que nadie que esté vivo lo tiene claro
EliminarPues a mí lo único que me preocupa es pensar dónde puede estar y cómo está
Sí que te puedo decir que creo en las señales, y que mi madre ya me ha mandado varias
Te contaré la primera... Fue en el tanatorio, sábado, 30 de julio... A mediodía, todos se fueron a comer, yo no quise ir y me quedé sola
Estaba sentada en un sofá mirando a mi madre y pensé... "Mamá, te deberían haber colocado de forma horizontal, así podría verte mejor"
En cuanto pensé eso, pero es que sucedió nada más que lo pensé... entró la dueña del tanatorio a la sala y me preguntó... "¿Qué te parece si pongo el ataúd de tu madre, horizontal, pegado al cristal? Así la podrás ver mejor"
Yo la miré atónita, no podía creer lo que me estaba diciendo
Esta mujer debió verme tan desconcertada que añadió que solo la cambiaría, si yo quería
Por supuesto le dije que sí
Después de cambiar la postura del ataúd, volvió a la sala y estuvo dándome conversación más de una hora... Creo que no quería que estuviera sola allí
Claro que las personas que te quieren te apoyan y están a tu lado... pero yo sé que duele mucho ver triste a alguien que quieres
Me dejas de piedra con lo del tanatorio... Creo que yo en tu lugar también lo habría interpretado como una señal, pero quién sabe. También creo que en las coincidencias.
EliminarQué triste que justo el día de mi cumpleaños tú estuvieras velando a tu madre... Las dos caras de la moneda supongo. No sé qué pasa con mi fecha de nacimiento pero para muchas personas que conozco es un día significativo en sus vidas, de alguna manera.
.Estelle.
Yo no creo en coincidencias ni en casualidades... y, desde luego, lo que pasó en el tanatorio no fue coincidencia ni casualidad
EliminarEl peor día no fue el 30 de julio... fue el 28, a las ocho de la mañana
En el tanatorio estuvo el 29, el 30, y el 31 hasta las 12:00... a esta hora ya salimos hacia la iglesia... y luego al cementerio
Te contaría más señales, y entenderías que no se trata de casualidades o coincidencias... pero estoy un poco agotada porque esta tarde he tenido que hablar con alguien que todavía no lo sabía... y la verdad es que ha sido duro
Vosotras dos tenéis ganas de conversación. Vamos a hablar de si nos gustan más las amapolas, las margaritas o las rosas o de si nos gusta más que salga el sol o que llueva.
Eliminar¿Y qué tonterías estás diciendo tú ahora?
EliminarA mí me gustan las amapolas y que salga el sol.
EliminarPilar.
Este verano he plantado buganvillas, creo que me he vuelto adicta jajaja. La lluvia les está sentando de PM. Me gusta más que llueva, sí.
EliminarPues muy bien, Pilar... y muy bien, Nena
EliminarHola Mela, primero que nada me alegra verte de vuelta.
ResponderEliminarAhora, madre mía que capítulo tiene de todo entre los nervios de Nicolas, Blas dispuesto a poner las cartas boca arriba, toda la parafernalia del dictador... y encima va el bastardo y le pega a Helena descubriendo su identidad haciendo saltar chispas, vamos que yo soy Blas y no le bailan las muelas sino le arranco la cabeza, provocando todo el alboroto. Y ese final con magia, ahí pidiéndole ese pago en forma de beso y yo como boba esperando. ¿Dónde está ese beso?
Esperaré ansiosa el próximo capítulo a ver que sucede.
Mientras te envío un beso enorme.
Hola, Mariola... Muchas gracias, también me alegro de verte
EliminarBlas hubiese querido poner las cartas boca arriba en el despacho, pero el señor Ismael Cuesta ha provocado que sea de otro modo
Bueno, pues ya sois dos quienes le hubierais arrancado la cabeza al profesor de matemáticas... Nena y tú
¿Dónde está ese beso?... En el próximo capítulo sabrás si hay beso o si no hay beso... si Helena paga o si no paga
Yo también te envío un beso enorme
Hola, Mela, vengo como lectora y amiga. Además, en mi caso el blog es circunstancial, convendrás conmigo que no doy el tipo de bloguera. Y para demostrártelo, lo mejor será meterme en faena cuanto antes:
ResponderEliminarPrecioso, Blas cree que ven las mismas estrellas. ¡Lo que de verdad se cumple! Pues el dibujo del cielo se mantiene en todo el hemisferio. Es más, están a dos calles. Tan cerca y a la vez tan lejos.
Qué tierno, Nico, con temor de no agradar a su madre. El amor es lo que tiene, nos hace emocionalmente inseguros.
Estoy con Helena, con su aura el negro invita a la fatalidad. La comprendo perfectamente.
Montse-Miguel, Helena-Blas. Es gracioso. El mero hecho de que Helena conciba un paralelismo entre ambas parejas, aunque sea para contrastarlas, pienso que la delata, acaso sin ser consciente de ello todavía alberga esperanzas. ¿Me equivoco?
Claro que el serio prensentimiento de Matilde me turba, proyecta una sombra que me inquieta...
Muy divertida la conversación entre Nico y Blas en torno a la identidad de la madre que el chiquillo aún desconoce. Imagino a Blas midiendo sus palabras para no adelantar acontecimientos a pesar de que le estalla el pecho de ilusión. Muy tierno.
Por una parte, la frialdad de D.Jaime para con Blas. Por otra, le conmueve el muchacho. Y cómo no ¡si es sangre de su sangre!
Eduardo Cardo me encanta, tan agobiado como siempre. Si bien, Lucas oculta algo y si D.Ismael está al corriente... Pánico me da, esto se pone feo. Apunto, una navaja de por medio... Huele a sangre y me preocupa. Menudo suspense...
Un encuentro de miradas entre enamorados, qué intenso. ¿Ves? Todavía puede ser.
Que corona asesinara a la madre de Helena me ha conmocionado.
Genial, el derrape del destino: Un tirón de la peluca y Mikaela queda expuesta delante de todos. Un quiebro genial a la vez que sorprendente. Y claro, en semejante coyuntura una persona disfrazada es tildada de terrorista... Tiene mucho sentido. Conseguidísimo ese aspecto cómico de Mikaela, tan vulnerable. Menos mal que Blas acude en su auxilio. Y no solo eso, le declara su amor. Magistral.
Ese tira y afloja entre los dos y un beso en el aire... Espléndido.
Mela, ha sido brillante. Magnífica cadena de sucesos, ni un abrupto. Toda una suerte de pequeños detalles y la emoción en ciernes va in cresccendo... Vibrante y febril, cual sonata de verano.
Gracias, Mela. He disfrutado con esta lectura mucho, muchísimo. Los últimos brochazos, sublimes, culminando una gran historia de la mejor manera posible.
Besos.
Hola, Mere... La Estación siempre tendrá la puerta muy abierta para una genial escritora ... y para una gran lectora, y amiga
EliminarSí, se pueden ver las mismas estrellas
Es muy cierto lo que dices... el amor puede crear inseguridades y sorprender a la persona más segura de sí misma... no debería ocurrir, pero ocurre
A Helena no le gusta la idea de marcharse de Aránzazu... por este motivo se siente negra... y cuando alguien se siente negro, se viste de negro... No soporta vestirse de otro color
Helena se fija en Montse y en Miguel porque los ve muy tranquilos... y ella está convencida de que Blas y ella estarían muy nerviosos
Blas no se atreve a decirle a Nico que Mikaela es Helena... espera el momento adecuado... en el despacho, pero el estúpido Destino ha querido que sea en el salón de actos
Sí, a Jaime Palacios no le agrada Blas... otra cosa, es Nico... es su nieto
La verdad es que me lo paso bien con Eduardo Cardo
Pues sí, Lucas, con una navaja... e Ismael Cuesta, al corriente, huele a sangre
Bueno, los ojos hablan mucho... las miradas cuentan grandes secretos
Es normal que te haya impactado, no se había comentado nunca que Arturo Corona asesinara a la madre de Helena
La verdad es que, si me pongo en el lugar de Helena, creo que me dan cien ataques diferentes
Bueno, ha sido una declaración un poco extraña... él le pide un beso de amor para cobrar su espionaje
Gracias a ti por tu brillante comentario
Besos
¡Hola! Me ha gustado tu blog y ya tienes una nueva seguidora ;) Me quedo por aquí y espero que puedas pasarte por mi blog y quedarte.
ResponderEliminarNos leemos. Kisses ^^
Hola, Sky... Muchas gracias
EliminarPor supuesto que pasaré por tu blog, y me quedaré
Besos
Hola Mela
ResponderEliminarVengo un momentito a saludarte; no he te he comentado antes por respetar tus deseos pero como echaba mucho de menos seguir leyendo tus capítulos aquí me vuelves a tener asiduamente.
Mañana ya busco por dónde me quedé...
Un fuerte abrazo y ánimo querida amiga.
Hola, Esther... Muchas gracias por tu saludo... me alegra verte
EliminarSi no he mirado mal, el último capítulo que leíste fue el 116
Dicen que la vida continúa... lo que no dicen es que no continúa del mismo modo... pero esta novela debe continuar hasta su final
Muchas gracias por tu ánimo
También te mando un fuerte abrazo
Querida amiga, lamento no haber pasado antes. Pero ya estoy por aquí. El capítulo impresionante. Extrañe mucho tu novela aunque el accidente de mi madre ya que se ha quebrado el brazo y deben operarla me tiene ocupadísima. Blas y su reacción me ha encantado. Entiendo al pobre de Nico que no debería entender nada. Sólo espero leer el próximo capi. Eres excelente escritora. Besotes
ResponderEliminarQuerida Lou... Es una alegría verte en la estación
EliminarNo te preocupes por nada... lo primero y principal es tu madre
Lamento mucho lo que le ha sucedido, y deseo que la operación sea un éxito
Sí, Blas quiere un beso... y no quiere un beso cualquiera... veremos si lo consigue
Sí, Nico no entendía nada... hasta que Blas ha dicho que Mikaela era Helena
Creo que ya lo has leído
Muchas gracias... es un honor que me lo diga una gran escritora como tú
Besotes
!Antes que nada, bienvenida de nuevo, Mela!
ResponderEliminarMuchos animos, y sigue adelante con tu buena literatura.
Que sorprendente, cuanto suspenso en esa reunión.
Y que ese hombre es tan mal querido, tan aborrecido.
Y tener que aguantarlo así el pobre Blas. Pero tenía que colmar la paciencia. Qué atrevimiento de Cuesta meterle una galletazo a Helena y agarrarla por el cabello. Que odiosa esa Soraya la envidia la carcome.
Que alegria saber que le rompió las muelas, también con otro la hubiera torcido la nariz por humillar una mujer.
Tremendo capitulo, muy emocionante.
Beso
Hola, Yessy... Muchas gracias, yo también me alegro de verte... y, por supuesto, te doy la bienvenida
EliminarGracias... todos los días intento seguir... y, la verdad, es que la novela me ayuda... me meto en otro mundo... viajo a Kavana
Ismael Cuesta es un salvaje que desconoce la palabra "respeto"
Y, sí, ha maltratado a Helena... pero Blas le ha dejado con las muelas bailando
Si hay algo insoportable es ver que le hacen algún tipo de daño a la persona que amas
Bueno, la envidia es un defecto muy feo... yo siempre digo que no creo en la envidia sana
Me alegra que te haya gustado, y me ha alegrado tu visita
Iré a verte en cuanto pueda
Beso
Waoo, voy de sorpresa en sorpresa con tus capítulos! Destino le ha jugado muy mala pasada a Helena en el salón de actos...menos mal que acudió Amor-Teadoro a su encuentro!! qué impredecible e impactante todo! me gustaría saber qué está pensando Nico en ese momento (que teníamos tan idealizado) bueno, y qué piensa hacer Helena y también su padre...A Cuesta ni lo nombro, qué salvaje! pero algo sucedería atrás para que Helena crea que Corona es el asesino... Me has enganchado totalmente esta tarde!
ResponderEliminarUn beso
Sí, creo que esta tarde te he enganchado... o te ha enganchado la novela ;-)
EliminarLas cosas han sucedido de un modo que ni Blas ni Helena hubiesen querido jamás
Lo que piensa Nico, en ese momento, creo que ni él mismo lo sabe... o, a lo mejor, sí
Sí, Helena está convencida de que Arturo Corona mató a su madre
Otro beso para ti